Materias de libre competencia y regulación
Andrés Florit Cento. Editorial DasKapital. Santiago, 2011
Por Valeria Tentoni
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Andrés me lo advierte en la dedicatoria: uno de los poemas del libro se publicó primero en la Audioteca de poesía contemporánea. Pero allí se alojan sólo voces, no quiero textos. Quiero voces diciendo poemas, quiero una música. Entonces, yo no tuve el texto a vista cuando salió el poema. Ahora, que sí lo tengo, vuelvo a escuchar a Florit, a todo volumen, en el centro de un domingo en Bahía Blanca.
Leo y escucho: “Estos son mis materiales:/ los clavos que me tuve que sacar”. Es recién ahora que entiendo, a mi manera, sus Materias de libre competencia y regulación. Cuando termina el poema y advierte: “…no había dónde afirmarse./ Sólo el tiempo me libró de la juventud/ a la que gente como tú quisiera volver”. Ese poema, casi el último del cuerpo, se convirtió en mi guía de lectura.
Ahora el libro se vuelve una narración fluorescente –como el turquesa de la portada- de esa liberación. Un detalle de las cosas sobre las que Florit sí pudo afirmarse para escapar de ese galpón donde no había libros ni había poemas y las manos estaban ahí sólo para detener golpes.
Está Luis Alberto Spinetta, está Charly García. Está la música. Están los amigos. Están los libros, y sus autores, y las cosas que escribieron y que él “dice ahora”. Está el hijo que “eligió no tener”. Está la apropiación de un acervo que funciona por campo de maniobras. Florit inaugura su propio galpón: “Yo te decía la verdad pero la verdad cambió”.
Este es un poemario en primera persona. Esa es una decisión riesgosa, porque no es simple completar un libro entero de este tipo sin caer en una sobrevaloración de sí o en la autocomplacencia. El poeta se enfrenta a “una voluminosa hoja en blanco” a sabiendas de que “todo es perfectamente innecesario”. De ahí en adelante, lo que queda es el arrojo. Florit se embarca bajo una de las líneas más simples y rutilantes del libro: “Todos los caminos tienen su porción de cielo”.
En ese cielo musicalizado con canciones de George Harrison y Radiohead escribe su libro. Materias de libre competencia y regulación bien podría ser entendido como un atesoramiento: como si Florit quisiera guardarse bien de no olvidar algún día las cosas que lo han hecho ser (“Y si escribo tu nombre no se rompe”). Como si para no olvidarlas o reservárselas en caso de emergencia, hubiese optado por escribir un libro en el que todo quedase a mano. Al publicarlo, el tesoro se convierte en ofrenda.
“En cuadernos iguales unos resuelven ecuaciones/ otros escriben poemas”: en galpones iguales unos martillan clavos y otros son Andrés Florit.
