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La enfermedad invisible del poeta ecuatoriano Augusto Rodríguez

Prólogo de Jorge Boccanera




 

 

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El poeta ecuatoriano Augusto Rodríguez (Guayaquil, 1979) presentará en la Ciudad de México D F, México su nuevo poemario La enfermedad invisible en la editorial mexicana Generación Espontánea, el día 2 de febrero en la Casa del poeta Ramón López Velarde y el día 4 en el Museo Nacional de Arte dentro del marco “Mira…lee”. De este poemario se ha dicho:

“Barridas por los fogonazos de las imágenes, las palabras que baraja en su despeñadero Augusto Rodríguez nunca llegan a posarse en el suelo. Hay un tono encendido. Hay algo arrasador en la secuencia de visiones, en el modo de enumerar, en esos sucesos que se imbrican conformando el puzzle de una pesadilla: El hombre es una cabeza rota que se incendia por dentro y por fuera… El hombre es una cabeza que se incendia y que no puede apagar el infierno que lleva dentro (…) La palabra es un cuerpo enfermo que siempre expulsa frutas quemadas. En la nueva apuesta de Augusto Rodríguez, la voz habla desde el centro del alud para hacer el relato del naufragio cotidiano. Hay vehemencia y lenguaje de riesgo -elementos infrecuentes en la poesía de hoy- en esta poesía cruzada por el relampagueo de las visiones”.

Jorge Boccanera
Buenos Aires, Argentina

 

 

Si la realidad es la única enfermedad invisible que le falta consumir, al poeta no le queda más remedio que vivir esa realidad como tal, es decir desgarrándose más allá de los límites, envejecer como caballo desbocado y, por último, engrosar el jardín en donde duermen bulliciosamente los poetas ahogados. La enfermedad invisible no huele a gangrena, huele a sexo de palabra, y el espacio (la ciudad) no huele a ciudad sino a axila de poeta. Autófago de su propia memoria poblada de cuchillos, el poeta nos hace transitar a pie el círculo que escribe a mano. En la ruta hallamos huesos duros de roer, una serie de jabs de izquierda y de derecha, como ramalazos de boxeador, no para cerrarnos sino para abrirnos los ojos y dejarnos ver lo que no se puede ver, porque los árboles nos tapan el bosque. En La enfermedad invisible, su último compendio de poemas, Augusto Rodríguez rebasa todas las expectativas abiertas por sus libros precedentes. Rodríguez funda paradójicamente con este libro la salud de la literatura y de la poesía.

Ramiro Oviedo
Université du Littoral-Côte d'Opale / Boulogne-Sur Mer, France

 

 

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Prólogo del libro

Relatar el naufragio

 

Barridas por los fogonazos de las imágenes, las palabras que baraja en su despeñadero Augusto Rodríguez nunca llegan a posarse en el suelo. Hay un tono encendido. Hay algo arrasador en la secuencia de visiones, en el modo de enumerar, en esos sucesos que se imbrican conformando el puzzle de una pesadilla: “El hombre es una cabeza rota que se incendia por dentro y por fuera… El hombre es una cabeza que se incendia y que no puede apagar el infierno que lleva dentro (…) La palabra es un cuerpo enfermo que siempre expulsa frutas quemadas”. 

La lucha entre aquello que se corporiza y lo que se difumina, impone una estructura que trata, con tono sentencioso, de debelar el “ser” desde el inicio del poema: “Las palabras son fantasmas…”, “Mi memoria es un diente roto…”, “El deseo es un ave derretido…”, “Un gato muerto en la calle es…”, “Soy una bala que…”, etc. (el subrayado es mío). Pero aquí, el sino de la unidad parece ser la alteración, como si la posibilidad de “ser” se completara con una  transfiguración continua.

El lenguaje parece abrevar en el malditismo de Baudelaire, la escritura-enredadera de Lezama Lima, cierta truculencia de los románticos de fin del siglo XIX y su permanente agonía (dice Rodríguez: “Nada somos en esta tierra que no sea enfermedad que palpita a cada instante y en cada hueso”), el derroche verbal del chileno Pablo de Rokha (el poeta vociferante de El folletín del diablo y Fuego negro), y una textura surrealizante evidenciada en la libertad asociativa.

El poema  “La sombra del asesino que desconozco” es una muestra de la atmósfera onírica que prima en los textos y el modo en que Rodríguez arma sus textos con la enumeración como la herramienta recurrente: “Una mentira callada entre tus labios y mis párpados. Una mano difusa que se sacude los animales dormidos. Un tatuaje de amor y de dulces oraciones… Una noche con diecinueve cabezas de vacas arrojadas del fin del mundo. Una lámpara que se clava en los ojos de los ciegos. Un árbol que palpita su hueso húmedo... Una víbora que se moviliza con el humo… Un pez que vuela en la sombra del asesino que desconozco”.

Si en la voz de La enfermedad invisible a ratos toma la palabra el desaliento -“Somos banales piezas de un rompecabezas/ que se destruyen a la orilla del fuego”- en el libro campea una pugna entre la plenitud y la mutilación, de ahí que el reverso de las imágenes solares sean copiosas escenas con predominio de la sangre y el fuego. Juventud y mirada apocalíptica, parece ser un contrasentido. Sin embargo en territorios de la poesía lo que parece antagónico adquiere cierta naturalidad. Más en el tiempo que nos toca vivir.

La enfermedad invisible también remite a lo inefable de la poesía; las palabras que deberían “arrancar nuestros ojos y regalarlos a los viajeros de otros mundos”, trastabillan en un punto ciego. El padecer es la conciencia de un lenguaje que no puede escalar los altos muros de la aflicción,  ya que, nos dice el poeta: “Para los que sufren las palabras no existen” (…) “La batalla está ardiendo por dentro”. 

En la nueva apuesta de Augusto Rodríguez, la voz habla desde el centro del alud para hacer el relato del naufragio cotidiano. Hay vehemencia y lenguaje de riesgo -elementos infrecuentes en la poesía de hoy-  en esta poesía cruzada por el relampagueo de las visiones.

Jorge Boccanera/ marzo/2011

 

 

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Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979) Periodista, editor y catedrático. Ha publicado los poemarios: Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, España, 2007), Matar a la bestia –recopilación- (Guadalajara, México, 2007), La gramática del deseo -recopilación- (La Paz, Bolivia 2009/ Monterrey, México 2009/ Neuquén, Argentina 2009), Voy hacia mi cuerpo (Lima, Perú, 2010) y Las islas vírgenes de tu cuerpo (2011). En cuento: Del otro lado de la ventana (Lima, Perú, 2011). Novela: El cuaderno de K (Lima, Perú, 2011). Se dedica a la cátedra y colabora en publicaciones periódicas con artículos, reseñas, entrevistas, comentarios literarios en el Ecuador y en el extranjero. Sus textos aparecen en varias antologías locales y en países como España, Chile, México, Cuba, Perú, Uruguay, Venezuela, Nicaragua y Argentina. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vázquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005), Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005), Finalista del III Premio Internacional de Poesía Màrius Sampere (España, 2007), Finalista del VII y VIII Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (España, 2009) y Premio Nacional de Cuento Joaquín Gallegos Lara 2011. Es uno de los fundadores del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel. Ha participado en varios festivales poéticos, encuentros literarios, ferias de libros dentro y fuera de su país natal como Toda la poesía al asador: Encuentro de Poesía Ecuador-Argentina, Alianza Francesa de Quito (2005), Encuentro Nacional de Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco Vintimilla” (2005), FIL de Guadalajara, México (2007), III Encuentro Latinoamericano de Poesía Actual “Poquita Fe”, Santiago de Chile (2008), I Encuentro de Jóvenes Escritores Latinoamericanos del Alba, San Cristóbal, Venezuela (2008), VI Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, 2010, Encuentro Nacional de Poesía Voz a Vos, CCE (2010), Encuentro Internacional de Poetas en Ecuador Poesía en Paralelo Cero (2010), Feria Internacional del Libro Cuba 2011; FIL de Lima, Perú 2011, II Feria de Libros de Caracas, Venezuela, 2011 y Francia-Ecuador: Miradas cruzadas (París, Francia, 2011) Parte de su obra poética está traducida al inglés, al árabe, al portugués, al catalán y al francés. Poemas suyos han salido en importantes periódicos y en revistas impresas o virtuales de Ecuador, México, Argentina, España, Colombia, EE. UU., Chile, Cuba, Canadá, Venezuela, Nicaragua, Perú y Uruguay. Editor de la revista literaria El Quirófano y de El Quirófano Ediciones. Director del Festival Internacional de Poesía Joven IEC (Ileana Espinel Cedeño).



 

 

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