ROQUE ESTEBAN SCARPA
            Tras estudios incompletos de Química y 
              Farmacia, siguió Letras, y a ellas dedicó su vida, con señorío, 
              fecundidad y proyección. Profesor de Literatura en las universidades 
              Católica (1936) y de Chile (1946) y en prestigiosos colegios, fue 
              uno de los fundadores del Teatro de Ensayo de aquélla; director 
              de la Academia Literaria del colegio Saint George -donde hicieron 
              sus inicios muchos futuros escritores- y del Centro de Investigaciones 
              de Literatura Comparada de la Universidad de Chile; director de 
              Bibliotecas, Archivos y Museos (dos periodos, entre 1968 y 1977); 
              decano de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Católica 
              (1976-1979). Autor de sesenta libros, entre ellos destacan dentro 
              de la poesía: Mortal mantenimiento (1941, premio Sociedad de Escritores 
              de Chile) y No tengo tiempo (1978, premio municipal de Santiago), 
              y en el ensayo: Thomas Mann; una personalidad en una obra (1961, 
              premios Atenas y de la crítica), Una mujer nada tonta (1977, premio 
              El Libro de Oro) y La desterrada en su patria (1978, premio municipal 
              de Santiago), los dos últimos sobre Gabriela Mistral. Recibió el 
              Premio Nacional de Literatura, 1980. Desde este año hasta su muerte, 
              fue director de la Academia Chilena de la Lengua.
            No creo arriesgar un juicio temerario 
              si afirmo que el poeta Scarpa fue, entre los poetas chilenos de 
              hoy, el más fecundo, el que publicó más obras 
              durante la última década.
            Por supuesto que la cantidad, por sí 
              sola, no asegura la calidad de la obra literaria y, menos, de la 
              poesía. Pero, si la fecundidad creadora va unida a la calidad 
              poética, entonces, estamos en presencia de un gran poeta. 
              Tal es el caso de Roque Esteban Scarpa.