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            Perdidos en el espacio II, Carlos Tromben. La Calabaza del Diablo,   Santiago, 2011, 100 páginas. Cuentos
        Camilo Marks 
          Revista de Libros de El Mercurio. 15 de abril de 2012 
            
            
          
         
         
         
 
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         Carlos   Tromben (1966) es, entre los narradores chilenos actuales, uno de los más   versátiles y talentosos. Luego de debutar con dos novelas policiales -la primera   de ellas, Poderes fácticos, ganó el Premio Revista de Libros de "El Mercurio"   en 2003-, publicó la ambiciosa y notable Karma (2006), a la que siguió la no   menos interesante La casa de Electra (2010). En ambos casos, el autor oriundo de   Valparaíso liga situaciones y personas que aparentemente no tienen nada en   común, para entregarnos un fresco narrativo cosmopolita y refinado. Desde el   comienzo de su carrera literaria, Tromben se ha interesado en una época que no   conoció -en especial, la Unidad Popular- y, a partir de ahí, ha elaborado   complejos argumentos que requieren bastante investigación, sin que ello se note   gracias a la desenvoltura y la distancia con que están escritos.
          
          Perdidos   en el espacio II, su segunda antología de cuentos, refleja un ambiente parecido   al de sus novelas, aunque naturalmente se trata de anécdotas menores, a veces   casi insignificantes, apenas el esbozo de una historia. Aún así, despiertan   nuestra curiosidad, incluso cuando se trate de episodios estrambóticos o de   relevancia muy singular. La introducción, llamada "Quienes somos (Versión en   español)", hace pensar en una especie de manual para empresas que corren   riesgos: "En el mundo globalizado y multipolar de hoy, grupos diversos amenazan   la seguridad y la estabilidad con medios cada vez más sofisticados. El   terrorismo, el cyberterrorismo, el bioterrorismo, el narcotráfico y los   escenarios de guerra asimétrica superan la capacidad de respuesta de los estados   y de la propia comunidad internacional". A continuación, se propone la asesoría   de "Southern Cross Global Security", una firma que ofrece los servicios de   efectivos chilenos dados de baja en las Fuerzas Armadas, a precios módicos y   disponibles de inmediato.
          
          Por suerte, este panorama de ciencia ficción   mercenaria se desvanece en la segunda página y ya no hay controles perimetrales,   custodia de valores, material peligroso, escolta de altos funcionarios u otras   formas de paranoia moderna. "La liebre", primer relato de la colección, es una   excelente muestra del género breve, con dosis de suspenso en aumento que pueden   producir desesperación debido a que la protagonista es una niña. El título alude   al nombre con el que conocimos a minibuses para transportar pasajeros y, por   extensión, a vehículos para llevar niños al colegio. Margarita vive con sus tíos   a fines de los años 70, porque sus padres, según la explicación que se le da, se   fueron del país; tal vez sean detenidos desaparecidos, tal vez su ausencia   obedezca a hechos distintos, que nunca se explican. La chica es tímida, lo pasa   mal y hace lo posible por no hacerse notar. Don Tito, el chofer, ignora que la   pequeña pasajera se ha ocultado y esto da lugar a una sucesión de angustiosos   incidentes, matizados con humor -la serie argentina de Jacinta Pichimahuida-,   anhelos de ultratumba y una dislocada cronología. En nota final, Tromben aclara   que en la inspiración de "La liebre" están las lecturas de Gonzalo Millán y   Matadero 5 , de Kurt Vonnegut, que narra hacia atrás el bombardeo de   Dresden.
          
  "Amigo secreto" reconstruye esa costumbre criolla tan forzada y   tan supuestamente espontánea de dar un regalo para Navidad a algún compañero de   oficina, bajo la condición de que el destinatario desconozca a quien compra el   paquete. En una municipalidad de provincias, el clima humano se halla bastante   enrarecido por el suicidio del alcalde tras un inesperado fracaso electoral; al   doctor Flavio, nuevo edil, le toca adquirir un presente para la señorita   Yasmine, secretaria de su antecesor, y no se le ocurre nada mejor que un juego   de prendas íntimas, lo que producirá una cadena de equívocos y sobresaltos.   "Habilidades blandas" se expresa por medio de dos discursos al interior de una   compañía transnacional coreana de artículos electrónicos: el dirigente mayor es   reacio a la noción de sindicato y negociación colectiva, mientras Claudio se   siente escéptico ante un "país donde no se produce nada aparte de materias   primas, porque la dictadura militar y los Chicago Boys no hicieron otra cosa que   destruir la industria nacional". La narración se construye sobre la base de esas   dos voces, y si bien el desenlace es algo brusco y absurdo, el tono, crispado y   envolvente, traduce muy bien la soterrada pugna que se vive al interior del   mundo laboral.
          
          Hay otras piezas menos logradas, pero, en conjunto,   Perdidos... revela a un escritor que se halla en un buen momento y es capaz de   destacar en el difícil arte de contar cuentos.