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LA ESCRITURA POLIÉDRICA DE JOYCE

Por Daniel García Arana

 

 

 

 

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Escribir bien consiste en hacer continuamente
pequeñas erosiones a la gramática, al uso establecido,
a la norma vigente de la lengua
(José Ortega y Gasset)

No es lo mismo decir Joyce el síntoma que Joyce
el símbolo. Yo digo Joyce el síntoma porque al síntoma-
el símbolo, lo ha abolido, si puedo continuar en esta vía.
No es sólo Joyce el síntoma, es Joyce en tanto que,
si puedo decirlo, desabonado del inconsciente.
(Jacques Lacan)

Dice Umberto Eco en un más que interesante estudio sobre James Joyce, que el escritor entra en el flujo del lenguaje para dominarlo y así dominar en él al mundo[1], y es ésta una idea muy acertada. Eco, en aquel momento, y dada la época en la que se escribió, ignora por completo la relación entre Joyce y Lacan –que, en suma, es a lo que es devoto nuestro análisis- pero no le pasan tampoco desapercibidos los usos lingüísticos del gran autor irlandés.

Empero, y, si hemos usado sus palabras, es porque toda la crítica se ha esmerado en reseñar -bien otrora, bien a partir del Seminario de Lacan Le Sinthome, pronunciado en 1975-, lo extraordinario que hay en el uso del lenguaje y la palabra en la literatura de Joyce, especialmente en la que consideramos es su obra maestra, y que aquí analizamos: Finnegans Wake[2].

La evidente relación entre lenguaje y psicoanálisis, que nos lleva necesariamente a Lacan, se forja por la propia definición que dará éste: el núcleo de lo traumático no es la seducción, ni la amenaza de castración, ni la observación del coito, no es la transformación de todo eso en el estatuto del fantasma, ni es el Edipo. El verdadero núcleo de lo traumático es la relación con la lengua, que es precisamente lo que Joyce pone en evidencia.

Igualmente, asevera Lacan, el lenguaje no es en sí mismo un mensaje, sino que solo se sustenta en la función del agujero en lo real[3]; por todo ello nos conviene primero recordar lo que ha dado en llamarse “el inconsciente estructurado como un lenguaje” y así, llegar hasta Joyce y su obra.

Para Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje, esto es, a través de Saussure, al descubrir y señalar la estructura del lenguaje (creador de la realidad humana), ahí está pues el paso decisivo.

Lacan plantea el langage donde Saussure había hablado de langue, por lo que para Lacan el significante es la unidad básica de la lengua que Saussure había asumido como signo. El inconsciente se convierte en una estructura de significantes en la teoría lacaniana. Mientras que Saussure había planteado la interdependencia mutua entre significante y significado, Lacan da por sentado que el significante produce el significado en el sentido que el significado es un mero efecto del juego de los significantes[4] a lo largo de la cadena significante (chaîne signifiante/chaîne du signifiant).

La suposición fundamental sería que los significantes solo hacen referencia entre sí en un proceso de circulación, lo que causaría un aplazamiento perpetuo del significado[5]. Teniendo en cuenta este concepto de la significación y su afición por los juegos de palabras conspicuos, y aún más que, preguntado Joyce por Freud, contestase el irlandés: Freud es Joyce [6], está más bien claro que la obra cumbre joyceana por excelencia, Finnegans Wake fue un verdadero objeto de deseo para Lacan y sus teorías[7].

Todo ello pese a que Finnegans Wake es antes freudiano que lacaniano, o mejor dicho, Lacan fue quien lo convirtió en lacaniano, pero el libro nació al albor de Freud y en completa hostilidad hacia Jung, dicho sea de paso:

Be who, farther potential? and so wider but we grisly old Sykos who
have done our unsmiling bit on ‘alices, when they were yung and
easily freudened, in the penumbra of the procuring room and what
oracular comepression we have had to apply to them![8]

Pero llega a Lacan y le apasiona porque, al cabo, debemos tener en cuenta cómo Joyce equivoca radicalmente el significante y así hace conscientes a los lectores de su complicidad al producir el correspondiente significado. Es bien sabido (a través de Freud y su demostración de que la razón y la conciencia son sólo un ínfima parte del sujeto y que los “puntos claves” de la existencia humana se ven sobredeterminados por el Inconsciente, desconocido para el yo), se orienta su búsqueda teórica desde la obra freudiana hacia el lenguaje –Saussure mediante-, en pos de determinar cuál es la relación entre los dos factores claves de la existencia humana (el inconsciente y el lenguaje).

Pese a que ya Freud había demostrado que el inconsciente habla de muchas formas, y cómo la cura psicoanalítica tratará de descifrar ese lenguaje (en el sueño, en la neurosis, en el síntoma, etcétera...), Lacan vuelve sobre estos postulados, y estudia estos procesos como formas, como significantes de un significado reprimido por la consciencia, y de allí su posición acerca de cómo el inconsciente está estructurado como el lenguaje y es lenguaje en sí mismo.

Veamos un esquema como resumen y anticipación a nuestro análisis de Joyce. Con Lacan, la disciplina lingüística inaugura un nuevo momento en las ciencias modernas, se trata del cálculo algorítmico que sirve de fundamento a las explicaciones lingüísticas[9]:

S (significante)
------------------- = s (enunciado)
s (significado)

que se lee significante sobre significado, por tanto, Lacan ha invertido la formulación algorítmica de Saussure: si, para éste, el significante es la representación psíquica del sonido tal como lo perciben nuestros sentidos y el significado es el concepto al cual corresponde; Lacan decide afirmar la supremacía del significante sobre el significado, por la que el significante consistirá en la estructura sincrónica del material del lenguaje, mientras que el significado lo gobierna históricamente. 

Por tanto, ese uno sobre otro, corresponde al límite que separa esas dos etapas, y que establece la posición jerárquica, y primordial del significante sobre el significado, y de ambos sobre la significación. Tenemos entonces al inconsciente definido como un sistema de significantes[10], en el cual el interés no gira alrededor de los mensajes, sino sobre la forma como estos circulan, es decir, la forma como los significantes circulan dentro de un conjunto en el cual cada persona, responde con una señal simbólica, y toma un lugar determinado con relación a la señal que se ha enunciado.

De ahí nos movemos un escalón más, al término sinthome. ¿A qué llama Lacan sinthome? Llama así a la incidencia de goce sobre el cuerpo que tiene el significante, y crea ese concepto precisamente porque está más allá del fantasma. El fantasma está esencialmente ligado al cuerpo mortificado y a este resto de goce que es el objeto a, en esta configuración, el sinthome se refiere al cuerpo vivificado por el significado, el cuerpo en tanto que goza intensamente a consecuencia del significante.

¿Cómo, entonces, escribe Joyce? The speechform is a mere surrogate[11]. Si resolvemos que, en el análisis, se trata de suturas y empalmes, y que es preciso considerar las instancias como realmente separadas, en Joyce lo Real, Simbólico e Imaginario no se confunden. Son palabras, acaso often abused by many passims[12].

Puede ser éste el dispositivo joyceano del que, a fin de cuentas, habla Lacan. Normalmente, toda palabra contiene un equívoco o varios posibles, con un poco de forzamiento o sin él. A partir de un mismo sonido, una multiplicidad de sonidos es posible. En Joyce no es el caso, es lo contrario de tratar una escritura de lo fonético. En Joyce lo que hay es movimiento de retorno, de retroacción, que hace volver la cadena significante al significante mismo. Es un artificio, porque no hay punto de almohadillado, y, aunque, no se convierte en una meta inalcanzable rastrear las huellas que va dejando en el texto, hasta alcanzar la solución del enigma, -aunque después debemos, añadimos- iniciar un proceso de duda que nos lleve a empezar de nuevo la búsqueda[13].

El camino es el siguiente: a partir de una palabra, obtener otras que tengan con la primera un parentesco fónico y posibles efectos de sentido y volver atrás para modificar la primera condensando las palabras. El resultado es un significante de neologismo puro. En après-coup. Así es como escribe Joyce. En la poesía se apunta a hacer resonancia. Joyce escribe un paso más adelante. Lo que vuelve sobre todo el S1 inicial es todo el enjambre. El 1er significante se conserva, y los otros vienen a superponérsele en una condensación. El enjambre modifica el S1, lo trocea y agujerea, hace entrar otros significantes y lo que obtiene es esta mezcla, esta cosa heterogénea. La operación no es metafórica, pero tampoco es metonímica. Comprime varios significantes.

Es como si la línea misma del significante volviera un momento sobre ella misma, y produjera un significante sintomático nuevo, en lugar de desarrollarse entre significante y significado. Por eso hay algo metonímico, pero no es como la alusión, en la cual hay un sentido pero no se puede captar cual: en Joyce se trata de una súper metonimia, y decir que hay un sentido es tan imposible como innecesario que lo hubiese, pues el movimiento del significante es volver sobre sí mismo, no se vincula al sonido ni a un objeto de la realidad, sino que se apunta a sí mismo.

The proteiform graph itself is a polyhedron of scripture[14], oración que parece usar Joyce como ejemplo de lo que su estructura narrativa, polisémica, metonímica…, es capaz, y a lo que nos lleva. Pero no es escritura vacía, todo lo contrario, pues creemos que, si en algo reside la genialidad de Joyce, es en precisamente llenar de material un vacío de sentido. Si, como hemos advertido antes, para Lacan el núcleo de lo traumático es la relación con la lengua, llegamos a diferenciar precisamente que eso es lo que Joyce pone en evidencia.

La escritura de Joyce es el "tratamiento" que su autor da a ciertos fenómenos que sufre en su relación con la palabra, fenómenos que presentan cierta similitud con los de la psicosis. Para él la palabra, lo simbólico, se le antoja acaso demasiado real, lo simbólico está directamente conectado con el goce sin la medicación de lo imaginario y del sentido. La polifonía de la palabra lo invade, el carácter parásito de las palabras no está velado para él. Joyce va a tratar este síntoma que él tiene con la lengua por medio de la escritura hasta transformarlo en el síntoma que él es, su verdadero nombre.

Y es precisamente por eso que, al llamar Lacan a Joyce “desabonado del inconsciente”, le permite al analista francés virar de la palabra a la escritura, tomar a Joyce como estandarte de un goce que va mas allá del símbolo y que se relaciona con la letra, lo que implica entender al sujeto ya no como un efecto de significación, sino como una respuesta de lo real.

La polifonía, como decimos, que resulta legible porque está presente el goce de quien la escribe. El goce con la palabra y a través de ella. Un ejemplo:

"In the house of breathings lies that word, all fairness. The walls are of rubinnen and the glittergates of elfinbone. The roof herof is of massicious jasper and a canopy of Tyrian awning rises and still descends to it. A grape cluster of lights hangs therebeneath and all the house is filled with the breathings of her fairness, the fairness of fondance and the fairness of milk and rhubarb, and the fairness of roasted meats and uniomargrits and the fairness of promise with consonantia and avowals. There lies her word, you reader!"[15]

La sustancia del aporte de Joyce es este entredicho, la manera en que la letra no toma nunca un sentido, a través del tratamiento de la lengua inglesa -que es para Joyce, no lo olvidemos, la de los invasores, la de los opresores- se hace así un nombre propio, un nombre de goce, la invención para sí mismo de una manera singular de resolver una falla primera. Joyce en su obra no hace otra cosa que hablar sobre el padre, el Nombre del Padre.

Lacan: […] se lee en Joyce que la epifanía es lo que hace que, gracias a la falta, se anuden inconsciente y real[16]. Es profundamente llamativo que Lacan diga que inconsciente y el real se anudan, porque si estamos hablando del nudo borromeo, ¿no tendríamos que suponer que los tres redondeles están anudados? Examinemos el nudo borromeo en detalle para saber a qué se refiere:

Lacan retoma el llamado nudo Borromeo pues tiene una peculiaridad: se trata de tres redondeles de cuerda que están dispuesto de tal manera que si uno de ellos se corta se liberan los tres. Además, ninguno de ellos está interconectado sólo con uno de los otros, ninguno pasa por el agujero del otro, si esto ocurre se pierde la propiedad borromeana, puesto que al encadenarse sólo dos uno queda liberado. El nudo borromeo le permite dar cuenta de la estructura, mostrando cómo Simbólico, Imaginario y Real se encadenan.

En realidad se trata más de una cadena que de un nudo, puesto que se necesita al menos tres para poder disponerlos como en la imagen, mientras que para un nudo basta con un única consistencia, por ejemplo una cuerda. De lo que se trata en Joyce, para Lacan, es que Real e inconsciente están interpenetrados, lo cual ocurre no sin consecuencias: pues el aro de lo imaginario queda desligado de los otros dos, y, al ligarse simbólico y real, cada uno pierde sus propiedades particulares.

Si consideramos al lenguaje como sistema de signos, el significante no guarda relación con un objeto del mundo real sino que siempre se trata de la relación con otro significante, la referencia es siempre vacía. No sólo se puede hablar de lo que no es, sino que lo que es,por el simple hecho de que uno habla, se ficcionaliza, pierde su ser.

Alain Miller: Solamente cuando la relación del significante al significante está interrumpida, cuando hay cadena rota, frase interrumpida, el símbolo alcanza lo real. Pero no lo alcanza bajo la forma de la representación. El significante alcanza lo real de una manera que no deja lugar a dudas.[17]

Lo propio de lo simbólico y del inconsciente es justamente que se sostienen en esta articulación entre significantes. Que el inconsciente esté estructurado como un lenguaje quiere decir que el inconsciente se estructura de acuerdo a sus leyes, metáfora y metonimia. Si se rompe la cadena o si hay pérdida del intervalo significante, no operan estas leyes. Lo Simbólico interconectado con lo Real implica que lo Simbólico, tal como lo Real, funciona sin ley, sin metáfora ni metonimia. Asimismo, al estar desligado de lo imaginario, el significante aparece sin la mediación del sentido.

Por eso, las epifanías joyceanas funcionan como S1 sueltos, como pequeños fragmentos de sinsentido, se trata de un encuentro con lo Real ajeno al sentido, Real que se le impone al sujeto y en el cual encuentra la certeza de su ser de artista. Lo que particulariza a Joyce es justamente el tratamiento que él le da a estas pequeñas piezassueltas, palabras que le revelan lo que la cosa es. La función de él como artista es escribirlas, transformarlas en letra.

Vamos a una de las epifanías, investigada y calificada así por Campbell y Morton Robinson[18]:

 […] all too many much illusiones through photoprismic velamina of hueful panepiphanal world spectacurum of Lord Joss, the of which zoantholitic furniture, from mineral through vegetal to animal, not appear to full up together fallen man than under but one photoreflection of the several iridals gradationes of solar light, that one which that part of it (furnit of heupanepi world) had shown itself (part of fur of huepanwor) unable to absorbere, whereas for numpa one pura — — duxed seer in seventh degree of wisdom of Entis–Onton he savvy inside true inwardness of reality, the Ding hvad in idself id est, all objects (of panepiwor) allside showed themselves in trues coloribus resplendent with sextuple gloria of light actually retained, untisintus, inside them (obs of epiwo).  [19]

Es epifanía en tanto explicará el archidruida que las formas fenoménicas visionadas por el ojo de los mortales son comparables a las tonalidades refractadas en las cuales la luz del sol se rompe por medio de un prisma[20]. Los habitantes minerales, vegetales, animales y humanos comunes son incapaces de experimentar la completa fuente de luz.

Igualmente, el verdadero profeta, en el séptimo grado de la Sabiduría del Ser, conoce la interioridad de lo real, el Ding an sich, la esencia de cada cosa, la cosa en su todo; y para él todos los objetos resplandecen con esa gloria del germen luminoso que se halla en su interior[21].

William York Tindall especifica que el velo de la ilusión óptica oculta el “tono de la total visión” (así traducimos o interpretamos el “hueful panepiphanal”) del mundo de Lord Joss de los ojos del vulgo; para cada objeto en el mundo de la total visibilidad, absorbiendo seis de los siete colores de la luz solar, refleja el séptimo, necesariamente. Para el profeta, el “heuristic seer”, empero, los colores absorbidos son bien aparentes. Así que mirando a través y bajo la apariencia, ve la “cosa en su todo”, la “gloria séxtuple” retenida dentro del objeto que Patrick, con sus ojos vulgares, pasa por alto o no logra distinguir[22].

Esto es James Joyce. La escritura hecha no-todo[23]. Su síntoma-escritura se ve llevado, en el work in progress que constituye su obra, a atacar el sentido cada vez más hasta llegar a escribir el texto Finnegans Wake. La novela como un paroxístico ataque, en forma de bizarro aerolito literario, con el que, en un principio, no se sabe qué hacer y que es imposible de leer y por supuesto de traducir, pues además está escrito en varias lenguas. La novela como mapa arqueológico de la civilización europea, como poema lírico en prosa.[24]

Volvemos a Lacan porque cada vez que hay una epifanía en Joyce, tenemos un ejemplo de forclusión radical, y ejemplo igualmente de cómo la jouissance privada del sujeto acaba invadiendo el orden Simbólico. ¿Por qué, entonces, escribe Joyce? ¿Podemos dilucidar una respuesta lógica a partir de todo lo expuesto? ¿De sus relaciones con el significado y significante, del poliedricismo de su escritura?

Porque debe leerse Finnegans Wake con la única intención, no ya de entenderla –lo que, a todas luces, puede resultar imposible- sino por el goce, primando éste sobre el sentido. La estética de la epifanía joyceana, su fogonazo súbito, ilumina intermitentemente el Finnegans y los laberintos inconscientes de su autor, los recovecos íntimos de su vida y obra, sus sueños, temores y obsesiones. El arte de Joyce logra su exacta expresión en estas impresiones fugaces, que recomponen instantes evanescentes, conversaciones banales, fragmentos oníricos, evocaciones equívocas o imágenes turbadoras.

Aquí, donde la técnica de la epifanía es llevada a su máxima expresión, el lenguaje se disuelve, se desarma, cantidades ingentes de vocablos de otras lenguas se insertan produciendo un verdadero laberinto, no sólo avanza con la modificación de la puntuación, también comienzo y fin se disuelven, predomina la musicalidad.

Joyce logra una escritura que toque lo real, porque, al cabo, el mundo no es sino pura epifanía.

 

A María José Bernal, que representa
todo aquello en lo que creo

 

 

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REFERENCIAS

ALQUIÉ, Ferdinand. “Berkeley” en François Chatelet (ed.) 1974. Histoire de la Philosophie Vol. 4: Les Lumieres (Le XVIIIe Siecle). Paris: Hachette, pp. 46-64
AUBERT, Jacques (ed.) 1987. Joyce avec Lacan. Paris: Navarin
CAMPBELL, Joseph, and Henry Morton Robinson.1973. A Skeleton Key to Finnegans Wake. New York: Viking Press
CHATELET, François (ed.) 1974. Histoire de la Philosophie Vol. 4: Les Lumieres (Le XVIIIe Siecle). Paris: Hachette
DOR, Joël. (1985) 2008. Introducción a la Lectura de Lacan (El inconsciente estructurado como un lenguaje). Barcelona: Gedisa
DURANT, Will. 1961. Story of Philosophy. New York: Simon & Schuster
ECO, Umberto. 1966. Le Poetiche di Joyce. Dalla “Summa” al “Finnegans Wake”. Milano: Bompiani
EVANS, Dylan. 1996. An Introductory Dictionary of Lacanian Psychoanalysis. London: Routledge
FRAILE, Guillermo. 1966. Historia de la Filosofía Vol. III: Del Humanismo a la Ilustración (siglos XV-XVIII). Madrid: B.A.C
GARCÍA TORTOSA, Francisco. “Introducción” a JOYCE, James. 1992. Anna Livia Plurabelle (Finnegans Wake, I, viii). Madrid: Cátedra
GONZÁLEZ, Emilio A. 1987. Inconsciente como Lenguaje (Del signo en Saussure al significante en Lacan). Madrid: Asociación Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero
JOYCE, James. (1939) 2000. Finnegans Wake. Harmondsworth: Penguin
JOYCE, James. 1992. Anna Livia Plurabelle (Finnegans Wake, I, viii). Trad. Francisco García Tortosa. Madrid: Cátedra
JOYCE, James. 1993. Finnegans Wake (Compendio y Versión de Víctor Pozanco). Barcelona: Lumen
LACAN, Jacques. (1975) 2006. El Síntoma (Seminario XXIII). Buenos Aires: Paidós
LACAN, Jacques. 1981. El Seminario, Libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós
LACAN, Jacques. 1987. AUBERT, Jacques (ed.) 1987. “Joyce le symptôme” en Joyce avec Lacan. Paris: Navarin
MARCIANO, Bruno. 2010. George Berkeley. Estetica e idealismo. Genova: Nova Scripta.
MILLER, Jacques Alain. 1993. “Ironía” en Uno por Uno (Barcelona), Marzo-Abril n° 34
PUJALS, Esteban. 1988. “James Joyce” en Historia de la Literatura Inglesa. Madrid: Gredos, p. 678-9
PUJALS, Esteban. 1988. Historia de la Literatura Inglesa. Madrid: Gredos
TINDALL, William York. 1969. A Reader's Guide to Finnegans Wake. London: Thames and Hudson

 

 

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NOTAS

 

[1] ECO, Umberto. 1966. Le Poetiche di Joyce. Dalla “Summa” al “Finnegans Wake”. Milano: Bompiani, p. 130

[2] El ejemplar que utilizamos en este trabajo, y del que están sacadas todas las citas, es:
JOYCE, James. (1939) 2000. Finnegans Wake. Harmondsworth: Penguin, 628 pp.
Igualmente, las traducciones que se adjuntan las hemos tomado de la versión que hizo Víctor Pozanco:
JOYCE, James. 1993. Finnegans Wake (Compendio y Versión de Víctor Pozanco). Barcelona: Lumen, 286 pp.

[3] LACAN, Jacques. (1975) 2006. El Síntoma (Seminario XXIII). Buenos Aires: Paidós, p. 23

[4] Evans, DYLAN. 1996. An Introductory Dictionary of Lacanian Psychoanalysis. London: Routledge, p. 186

[5] Ibíd., p. 114

[6] Vid. LACAN, Jacques. 1987. AUBERT, Jacques (ed.) 1987. “Joyce le symptôme” en Joyce avec Lacan. Paris: Navarin, p. 27
Aludía Joyce así a su relación con Freud, pues la raíz etimológica de ambos apellidos paternos, utilizados en sus respectivos idiomas nativos, son "gracia" o "alegría" indistintamente, Freud en alemán y Joyce en inglés.

[7] Ibíd., p. 23

[8] JOYCE, op. cit., p. 115 (Dejemos el indefinido y pasemos al potencial. Und so weiter. Pero nosotros viejos sicoanalistas expertos en higos que, sin andarnos con bromas, les pusimos nuestro granito de ahnena a las alicias, cuando eran yúnguenes y fácilmente freúdenes, en la apatente estancia y ¡ni tanto así de la comprensión oracular a la que hemos llegado hemos dejado himenearle!/ POZANCO, op. cit., p. 61)

[9] Vid. DOR, Joël. (1985) 2008. Introducción a la Lectura de Lacan (El inconsciente estructurado como un lenguaje). Barcelona: Gedisa, 238 pp.

[10] Consultar también las ideas de GONZÁLEZ, Emilio A. 1987. Inconsciente como Lenguaje (Del signo en Saussure al significante en Lacan). Madrid: Asociación Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, 111 pp.

[11] JOYCE, op. cit., p. 149 (el hablaforma es una mera surrogación/ POZANCO, op. cit., p. 73)

[12] Ibid., p. 149 (a menudo sometida a abusos deshonestos en muchos pagos/ Ibíd., p. 73)

[13] GARCÍA TORTOSA, Francisco. “Introducción” a JOYCE, James. 1992. Anna Livia Plurabelle (Finnegans Wake, I, viii). Madrid: Cátedra, p. 37

[14] JOYCE, op. cit., p. 107 (el propio grafos proteiforme es una escritura poliédrica/ POZANCO, op. cit., p. 55)

[15] JOYCE, op. cit., p. 249 (En la casa de los alientos yace la palabra, en inmaculada puridad. Las paredes son de rubí y las cancelas de marfil. El techo es de jade, bajo una tiriana pérgola que sube y baja. Un racimo de luces cuelga en el centro y toda la casa se llena con los alientos de su pureza, con la pureza de la devoción y la pureza de la leche y del ruibarbo y la pureza de los asados encebollados y la pureza de la promesa, abocahablada consonantia. ¡Ah, su palabra, lector!/ POZANCO, op. cit., p. 105)

[16] LACAN, op. cit, p. 152

[17] MILLER, Jacques Alain. 1993. “Ironía” en Uno por Uno (Barcelona), Marzo-Abril n° 34, p. 8

[18] CAMPBELL, Joseph, and Henry Morton Robinson.1973. A Skeleton Key to Finnegans Wake. New York: Viking Press, p. 350

[19] JOYCE, op. cit., p.611

[20] Esto nos conecta con la Theory of Vision de Berkeley, por la que, yendo más allá de Locke, propone que no se puede saber si un objeto es, sólo puede saberse un objeto siendo percibido por una mente. Por ende, los seres humanos no pueden conocer los objetos reales o la materia que causa sus percepciones, sino que incluso las propiedades matemáticas son ideas semejantes a las cualidades sensoriales y que todo lo que puede conocerse de un objeto es su percepción del mismo, resultando gratuito suponer la existencia de una sustancia real que sustente las propiedades de los cuerpos. Los conceptos abstractos de Locke no existen para Berkeley, ni en la naturaleza ni en el espíritu, es una ficción. Las ideas siempre conservan su particularidad. No es la abstracción, sino el lenguaje, lo que hace posible extender observaciones particulares a lo general. En consecuencia, los objetos percibidos son los únicos acerca de los que se puede conocer. Cuando se habla de un objeto real en realidad se habla de la percepción del objeto. Los cuerpos no son más que haces de percepciones.
Compárense las diferentes ideas y opiniones:
ALQUIÉ, Ferdinand. “Berkeley” en François Chatelet (ed.) 1974. Histoire de la Philosophie Vol. 4: Les Lumieres (Le XVIIIe Siecle). Paris: Hachette, pp. 46-64
DURANT, Will. 1961. Story of Philosophy. New York: Simon & Schuster, pp. 194-95
FRAILE, Guillermo. 1966. Historia de la Filosofía Vol. III: Del Humanismo a la Ilustración (siglos XV-XVIII). Madrid: B.A.C., pp. 821-836
MARCIANO, Bruno. 2010. George Berkeley. Estetica e idealismo. Genova: Nova Scripta, 230 pp.

[21] CAMPBELL, op. cit., p. 350

[22] TINDALL, William York.1969. A Reader's Guide to Finnegans Wake. London: Thames and Hudson, pp. 319-20

[23] Vid. LACAN, Jacques. 1981. El Seminario, Libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós

[24] PUJALS, Esteban. 1988. “James Joyce” en Historia de la Literatura Inglesa. Madrid: Gredos, p. 678-9

 



 

 

 

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