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Escamas Adentro (Edit. Babel, Córdova-Argentina, 2006)
de Leonardo Fontani


Por Ernesto González Barnert

 

Abre su entrada al plató de los poetas Leonardo Fontani (Salta, 1982) con un libro de impecable factura, diseño y lo esencial: poesía. Un poemario de piel, entrega, iniciático.

Premiado en su oportunidad con el premio Cabeza de Vaca 2006 por el Centro Cultural España de Córdoba.

Apuntemos sobre Escamas Adentro que es el arrojo de adentrarse en las propias escamas para dar paso a la palabra en toda su crudeza, con la intensidad de quien despierta, toma conciencia. Ha ganado la sabiduría para sí de sus noches y sueños anteriores, los que vendrán. Arremete como el que es, como quien escucha su corazón y anda estas calles y recovecos, sopesa su sombra, el espejo de mano de la literatura.  Va en un soliloquio acelerado río arriba del espíritu, tanteando el universo que se abre a su nombrar, esa semilla que emerge entre sus grietas.

Incluso, se atreve a ir más allá y volver el rostro “¿Me verán desde el otro lado de la tierra?” ahora que “entre paredes finas/ propensas al derrumbe” circula por su pieza. Choca contra ese “Nada cambia en la superficie…el que late esta adentro/Escamas Adentro”. Por supuesto, en su mano de palabras late la vidafinalmente. El silencio es dueño de toda la verdad.   

 

 

Extracto de “Escamas Adentro”

1

I
He despertado hace horas
he dormido los días que fueron antes
y las noches.
He despertado.

 

II
He escuchado el ronco llamado de la penumbra,
he mirado en los ojos de los fantasmas y de las fieras,
he dormido con ellas.
He abierto el pecho para dejar salir una carcajada devastadora.
He tocado mi sexo
con aversión,
con devoción,
con perversión.
Millones de veces
he escrito un nombre
en el cielo
con mi aliento seco
en el papel
en mi cuerpo
en el espejo
en la ducha
En los ojos de los otros.

He burlado los limites permitidos,
he creído mucho, poco y nada.
He viajado por las noches del pasado.
He caminado el frío y la soledad
a 10.000 kilómetros de mi centro.
He escapado con las manos oliendo a mujer de otro
he llorado mi aventura y desventura.
He admirado el bosque,
he cambiado palabras con el viento
he amado desnudo en el pasto virgen.
He caminado por la luna atravesado por la felicidad.
He vivido creyendo que vivía.
He hecho todo lo que un hombre puede hacer
estando dormido.
Pero he despertado
y el frío esta en la puerta.

 

III
El frío está en la puerta
cuando apoyo mi cabeza
y miro de reojo las letras que van llenando mi tiempo.

 

IV
Dentro de la casa llueve
una gota de la más pura lluvia,
una gota de luz sobre la llovizna perpetua.
Una gota de luz sobre mis ojos
ha decolorado el cuadro de mi vida.
La realidad se diluye
todo esta desintegrándose.
Ojos ya no míos,
voz ya no mía
sino la voz de todos los hombres
en todas las lenguas
en todos los idiomas.
Dentro de la casa llueve
una gota de la más pura lluvia.

2

I
El frío esta en la puerta
estoy frente al grito de los gatos en la noche.

II
La casa está vacía,
los escalones miran hacia abajo,
el reflejo del espejo me muestra que no estoy solo.
El espejo no está muerto,
yo no estoy muerto.

III
Hay en mis ojos rastros del sueño
la sangre en mis manos me delata:
Estoy despierto
¡Estoy vivo!
Estoy acá
en las aureolas de la noche
en los pliegues del fuego
en la duda que corroe el metal de los adaptados.

IV
Soy un hilo de voz
una gota azul en un mar blanco.
Soy una pequeña luz que ha venido
a oscurecer el mundo.

V
El frío me cruza la espalda
no puedo ir en contra de lo que me aplaca.

VI
Cuatro esferas de luz
sobre la tierra
sobre el mar
sobre el fuego
sobre el aire
han venido a iluminar los vacíos entre el que mira
y el que es mirado.
Cuatro esferas de luz
Han venido a iluminar las calles de carnes muertas
sobre las que respiro.

 

3

I
El frío está en la puerta.

II
Abro los ojos y veo a aquel hombre que no hizo más que
poner la sangre del hermano en su plato de sopa. Lo veo en
el espejo y me aborrezco. Intento salir de mi cuerpo que es
su cuerpo. Atar mis manos, quemar mis ojos. Sellar la
boca, apagar esta maquina capaz de matar, de odiar, de
mentir, de corromper. Abro los ojos y leo entrelíneas todas
las veces que mi voz se abrió paso entre los papeles del
pasado. Levanto mis ojos y te veo mujer con el amor sobre
el pecho, ofreciendo el velo de tu pureza, entregando lo
que más amo de ti a un desierto de ojos incapaces de verte.

III
El ojo seco me mira,
tras un calidoscopio
de imágenes en blanco y negro
en azul y blanco
en verde y blanco
en rojo y blanco
en rojo
en rojo y negro
en verde y negro
en azul y negro
de imágenes en negro y negro.
En un ángulo de luz veo un mundo apagarse
y con él mi voz
que viene hace mil años equivocándose.

VI
Estoy frente al tranquilo espejo de agua donde van los
hombres a ahogarse todas las mañanas.

4

I
El frío está en la puerta
no puedo ir en contra de lo que me aplaca
Vana pretensión la de mi voz que quiere despertar al mundo.

II
Vana pretensión la de Rimbaud y otros.
Apollinaire y otros.
Y entre tantos, Huidobro
Y entre tantos, Borges.
Vana pretensión la de Cortázar.
Sin embargo sus voces me levantan en el aire
y me dejan en una atmósfera extraña.
Lo sé. Hay algo allí.
Lo sé. Y no sé nada.

III
No puedo escribir y estoy escribiendo
y no voy a parar aunque pierda el dictado
y el hilo se continúe en la puntada de otro ovillo.
Estoy agotado pero nunca más despierto.

 

5

I
Hablo
demasiado.
Hablo fuerte.
Hablo sin mover los labios
Sin abrir los ojos.
Hablo de mi,
hablo del mundo.
Desnudo calles y rostros
Desgarro
la veladura de mi mente.

II
Pongo la pava en la salamandra
Me siento en una mesa cuadrada
De un lado papeles blancos
Del otro mis papeles alados.
Imploro silencio a los gatos
Y clavo esta lapicera.
Poco a poco voy moldeando el universo que nace en mí.
La tela de la cortina se estampa en mi rostro
Y me envenena.
Es el aire en su vientre
el que juega conmigo,
apaga mi lumbre
y me deja solitario
en la penumbra.

6

I
El frío esta en la puerta
No puedo ir en contra de lo que me aplaca.

II
Una semilla
se abre paso entre las grietas.
Una semilla pequeña.
Una semilla
estira los limites prohibidos
Y trae vida.
Apenas un brote
Minúsculo.
Un brote que pese al barro seco
Va echando raíces en mi alma.
Raíces
en el desierto.

III
Ya no cuento las horas o los días
estoy suelto en un río que me lleva
me conduce sin pausa.
Me pregunto si me verán desde el otro lado de la tierra,
me pregunto si en este mundo se puede llorar.
Me pregunto y no me animo a la respuesta.
Bajo la voz,
bajo al sótano. Abajo.
Las imágenes se ven con otra luz,
sin embargo no puedo ver con claridad
el fulgor de la estrella en la que viajo indefinidamente.

7

I
Me muevo entre paredes finas
propensas al derrumbe.

II
En la alfombra de mi cuarto me siento perdido,
el tiempo me pesa
me pesa el fuego de cien hornallas encendidas
de mil hornallas apagadas.
Me pesa el plato vacío,
el aire cenizo que respiran mis poros,
me pesa el ritmo de esta noche,
el nombre que repito como una seda negra extendida
hasta donde la calle se pierde.
Me pesa el cerebro,
me pesa, me pesa.
Me peso
sesenta y siete kilos.

III
Bajo mi cama
he descubierto un infierno.
Evito mirar debajo de mi cama,
pero sé que está allí.
Contrariamente a lo que imaginé
es frío el infierno
y habla de sueños
que vuelven una y otra vez
para no cumplirse.
A veces llora
y entonces lloro
y mi llanto contagia al mundo
y en la calle llueve.

IV
Nada cambia en la superficie
nada viene a ser distinto
nada podrás ver si esperas verlo
nada oír si esperas oírlo.
Nada es.
Nada soy
en la superficie.
Si miro bien el que late está adentro
Escamas adentro

8
Adentro el que respira.
Pero ¿Qué hay adentro?
Fácil:
Un despertador.

 

 

 

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Escamas Adentro (Edit. Babel, Córdova-Argentina, 2006).
de Leonardo Fontani.
Por Ernesto González Barnert