
            Luis 
              Marín
            Por 
              Ernesto González Barnert
          
          
            Luis Marín (Lota, 1972) es un escritor y poeta que rápidamente 
            uno ubica entre la desesperación (vital) y la pureza (literaria). 
            Que ha obtenido -sobretodo- para su narrativa -por cierto, lo más 
            logrado de su trabajo-, buenas dosis de crueldad y humor, enervadas 
            por el desparpajo. Y marcadas por un fuerte pulso periodístico. 
            Sin duda, "Palacio Larraín" es la reunión 
            de infiernos personales, derrotas anunciadas, periplos desesperados, 
            enrevesados. Historias de hombres de carne y hueso que tienen la decencia 
            de inclinarse a la equivocación y al fracaso ante que al éxito 
            estereotipado de la pseudo vida de una mayoría augurada por 
            Tocqueville. Perros hambrientos y mestizos y soñadores necesitados 
            de ternura, vida y gloria, cruzándose desacertadamente/ chocando 
            por los caminos uniformados en las sombras y la usura de esta dictadura 
            liberal. Sin duda, una novela que aconsejo leer, vivir. 
          
            
            - ¿Marín es poeta antes que 
            todo o escritor después de todo?
            - Un mercader de la cultura temuquense me dijo que yo percibí 
            a tiempo que mi verdadera fortaleza era la narrativa, y que ésta 
            podía enriquecerse con mi condición de ex poeta. Bueno, 
            si ser ex poeta significa indagar en otros géneros, lo soy. 
            Y no caigamos en lo cuantitativo. El problema es que aún escribiendo 
            narrativa, hay cierto tipo de electricidades o fusiles apuntados sobre 
            el día que no soportan otro formato. 
            
            Para mí cualquier buen escritor (narrador) debe tener buenos 
            poemas. Y un buen poeta debe necesariamente escribir buena prosa, 
            por último ensayos o columnas o diarios de vida. No me representa 
            esa diferenciación categorial ente poesía y narrativa, 
            propia de la institucionalidad cultural chilenera, o de algunos cultores 
            aparcelados y celosos, pero no de la escritura misma. Yo tengo muchos 
            más amigos poetas que narradores, quizá porque hay más. 
            Zambra fue muy certero cuando, refiriéndose al legado de Bolaño, 
            dijo que los escritores con futuro serán los que reincidan 
            en ambos géneros. Y en otros, agregaría yo.
          - Frente a eso ¿Cuéntanos 
            un poco de tu educación sentimental?
            - Pese a amonedar un símbolo, esa novela de Flaubert 
            es bastante mala. Pero vamos a la pregunta. 
            Mis primeras lecturas fueron los escarpados paisajes lotinos y el 
            humo del carbón sacado de los piques que se adentraban en el 
            mar (asma infantil incluida), la escuela Thomson Mathews que el mar 
            terminó devorando (bella metáfora). Después leí 
            la sobreprotección, la soledad, los temas de moda de las nanas, 
            los libros con ilustraciones (que es algo que debiera generalizarse 
            como estrategia lectora), el gato bicolor asoleado en una ruma de 
            carbón, la playa a metros de mi casa, los cientos de soldados 
            de plástico en una época de silencio político 
            y militares hasta en la sopa, las "tardes de cine" en el 
            canal 7, los primeros libros juveniles, los álbumes de figuritas, 
            los primeros libros elegidos, el cine en el cine, el rock latino y 
            la banda de rock pesado, la antiuniversidad y el título de 
            periodista (Temuco, 1990-1997), algo de política, el rock progresivo, 
            el movimiento gnóstico y el hermetismo, la música clásica 
            y las solitarias libaciones de la noche, los talleres literarios olvidables, 
            el periplo santiaguino, un magíster en literatura donde un 
            maestro que gustaba de pearse en Coca-Cola me fouleó groseramente, 
            la vanguardia o supervivencia (colectivo de arte incluido en el 2000), 
            el eterno retorno, las andanzas siconáuticas, y un largo etcétera 
            que es como todo lo que no sale en la película pero que debió 
            haber salido y ya saldrá. No hablo de mujeres, eso se lo dejo 
            a la Corín Tellado. Empecé a escribir recién 
            a los 20 años, primero poesía, como casi todo el mundo.
            
            Ocho de cada diez lecturas mías corresponden a autores anteriores 
            a 1950, tanto en poesía como en narrativa. Durante años 
            leí mucho a europeos del último par de siglos y algunos 
            de los anteriores: Kafka, Joyce (no me la pude con "Finnengan's 
            wake", pero sí con "Ulises"), Maupassant, Somerset 
            Maugham, Swift, Emily Brontë ("Cumbres borrascosas" 
            es la única novela que escribió), Hesse (más 
            de 15 libros), Lawrence Durell, Chejov, Flaubert, Balzac, Sthendal, 
            Dostoievski, D.H Lawrence. Y poetas como Whitman y Pound y Quevedo 
            y Rimbaud y Baudelaire. Bueno, muchos más, pero acotemos la 
            cosa. Aparte de eso, obvio que Borges, Cortázar o Poe releídos 
            hasta el cansancio, hasta casi convertirlos en texto dramatúrgico. 
            Tiendo a quedarme estacionado en algunos autores. Varios de esos salen 
            citados en "Palacio Larraín". 
            
            ¿Dentro de Chile? Bueno, muchos, pero estos -con la excepción 
            de Huidobro, De Rokha, Lihn, Teillier, Rolando Cárdenas, Donoso, 
            Droguett, Germán Marín, Emar, el mexicano y algún 
            otro que se me escapa- casi no forman parte de mi educación 
            sentimental. 
          - ¿Quiénes son hoy parte de 
            tu cocina literaria?
            - Escribo una novela sobre un ex militar chileno, simpatizante del 
            nazismo y encarcelado por intentar matar a un narcotraficante. Este 
            sujeto pasa revista a casi 40 años de la historia Patria, de 
            los que fue testigo privilegiado. Últimamente he visitado muchos 
            libros testimoniales, almanaques, libros de historia militar. He releído 
            algunos libros de Nietzsche y de Miguel Serrano. Antes del 18 tengo 
            que leer sí o sí el "viaje al fondo de la noche" 
            de Celine (no está en bibliotecas) y releer a Von Clausewitz. 
            Generalizando un poco, puedo decir que la ideología fascista 
            (sea lo que fuere esta ideología, partamos de ahí) ha 
            parido muy buenos poetas: Ezra Pound, D'anunzzio, Lugones, Braulio 
            Arenas, el mismo Serrano, Bruno Vidal, etc. La política es 
            un condumio literario subaprovechado y feliz; y es obvio que no estoy 
            hablando de Neruda ni de ningún otro sacerdote estalinista. 
            También escribo un libro de cuentos, y ahí es necesario 
            dialogar con algunos autores, dejarse influenciar, hacer lo de uno 
            con caballos anteriores, como Carrasco que se apodera de fragmentos 
            de la tradición poética para llevarlos a su redil; eso 
            no es plagio. 
          - A quién le escribes? 
            - A toda la humanidad a través de los siglos y latitudes. 
            A todos aquellos que amo para que traten de perdonarme (Pound). A 
            mí mismo. Hablando un poco menos en broma, diría que 
            no lo tengo claro, pero que es indispensable tener amigos que sepan 
            muy poco de literatura, y que aquellos amigos nuestros que sean escritores 
            tengan un muy buen criterio lector, que ojalá difiera totalmente 
            del nuestro y se complemente. Yo estoy convencido de que por ser todos 
            hijos del lenguaje, inconcientemente amamos la literatura; obviamente, 
            esto la gente de a pie no lo sabe, porque le han enajenado (la televisión, 
            la academia, el sentido de literatura como cofradía exclusiva 
            y excluyente) ese patrimonio, que es ilimitado. 
          - Necesitas algo para escribir? 
            - Cigarrillos jamás. Quizá una libación, quizá 
            un poco de humo. Ante todo soledad en el momento mismo, aunque no 
            en el contexto general. Una motivación amorosa, un sentimiento 
            de ira pero no de tristeza (ambas van por carriles distintos). La 
            alegría también sirve, pero no la absoluta plenitud, 
            esa que -creo que lo dijo Donoso- se escribe con tinta blanca. En 
            cuanto a lo material, creo que un computador se agradece pero no es 
            indispensable, y más de algún neurólogo estará 
            de acuerdo conmigo en que la escritura a mano y con buena letra acrecienta 
            las potencialidades creativas. No sabría decirte por qué, 
            pero estoy seguro de ello, y casi todos mis poemas los he escrito 
            a mano. Ojalá unos pocos y doctos libros, como dice Sergio 
            Parra. Acabo de leer a un poeta que decía necesitar de google 
            e internet para escribir; eso me parece un chiste agrio, de una sinceridad 
            aterradora. Pero un chiste al fin. 
          - Sucintamente -cuéntame- que significa 
            para tí "Palacio Larraín? 
            - Un caballo echado a pique sobre un acantilado de piedras 
            incendiadas. El arte visto desde la marginalidad o incapacidad para 
            significar realidades sociales, para salirse de la cosificación 
            capitalista y de la cofradía alienante que vivimos ahora. También 
            está el tema del suicidio a causa de la derrota, esa que implica 
            atreverse, mojarse el culo. El rock pesado o "satánico" 
            hace en parte de música de fondo. El tema del abandono o desprecio 
            familiar (el primero te puede llevar a la inanición, el segundo 
            a la aniquilación). El tema de cierto funcionamiento universitario, 
            que se caracteriza por la fuerza bruta y una cobardía sin fin, 
            como dice Bolaño en una de sus crónicas. El tema de 
            algo que desde el pensamiento burgués podría llamarse 
            patología literaria: el exceso de lecturas o búsquedas 
            espirituales que no conducen al dinero o al reconocimiento, que es 
            el infierno del artista en la modernidad. Hay un gesto épico 
            que entremezcla literatura y vida, como en el bildungsroman clásico 
            y en la novela beat.
            
            Yo creo que el "principal legado" del libro es la insinuación 
            de un futuro posible para el arte y la literatura, que pasa por reposicionar 
            los escenarios y públicos lectores. Si la montaña no 
            va a Mahoma, Mahoma va a la montaña Creo en el entrecruce entre 
            poesía y artes de la representación, creo en la juglaría 
            y en la oralidad; durante más de un año declamé 
            poesía nacional en el metro de Santiago junto a un grupo de 
            amigoides, y a la gente no le disgustaba en lo absuluto. Es un cuento 
            burdo eso de creerse iluminado o extraterrestre porque te gusta la 
            literatura. Es muy claro que la gallada está leyendo muy poco, 
            pero no es porque sean una manga de sujetos ontológicamente 
            bárbaros. 
          - Cómo ha sido la recepción 
            de tu ópera prima?
            - Hubo problemas de difusión. El libro salió con un 
            triple retraso hace poco menos de un año, en "La Calabaza 
            del diablo", una editorial que no me cobró un solo peso 
            por la edición y que ha publicado a autores excelentes. No 
            hubo crítica del libro si no hasta el presente año. 
            Sólo un crítico profesional (Rodrigo Hidalgo) lo ha 
            comentado, en el blog de Calabaza… También lo han comentado 
            Camilo Herrera (en su blog que acaba de destruir) y Diego Zúñiga, 
            un lector impenitente de 19 años que debe tener el blog literario 
            más leído del país. 
            
            En general se ha dicho que es un libro muy crítico, suicida, 
            bien escrito pero mal hilvanado, que no se sabe si es novela o libro 
            de relatos (es las dos cosas, obvio), con personajes entrañables 
            (suele ocurrir cuando estos no tienen nada de maqueteados), furioso, 
            humorístico, una obra maestra truncada, etc. No hablo de las 
            opiniones de mis amigos, que son en general más benévolas 
            y hasta laudatorias. Más por diversión y por compartir 
            con poetas más jóvenes con los cuáles tengo muy 
            buen feeling (Herrera, Hidalgo, Becerra, etc) y que me lo ofrecieron, 
            estoy pensando en hacer un lanzamiento definitivo, en Santiago. 
          - Qué piensas de la crítica. 
            Y en especial, la de hoy en Chile?
            - La crítica es una arte a caballo entre el periodismo 
            y la ciencia literaria (¿se puede hablar de ciencia literaria?). 
            Alguna vez me dediqué a eso. Mira, yo creo que aquí 
            si que se da el culto a la personalidad por sobre la atención 
            al texto mismo, al análisis mismo. Creo que es un poco ingenua, 
            positivista, presuntuosamente ilustrada, sectaria, y que le falta 
            hablar desde los márgenes, pero de forma casual y no impostada. 
            Siempre he pensado que buena parte de los críticos y académicos 
            padece de irrealidad, que esa subvaloración del pavor televisivo 
            y de lo paraliterario, es irreponsable y hasta cínica. Me gustan 
            lo que hacen Patricia Espinoza y Alejandro Lavquén. A ellos 
            les creo.
            
            Pero repito. El problema esencial de la literatura no pasa por la 
            crítica, el tipo de escritura o los escritores: el hacinamiento 
            literario, los grupúsculos, la alienación y otros males 
            del fenómeno literario, pasan por la progresiva distancia entre 
            las audiencias y los generadores de arte. Las estrategias deben ser 
            radicalmente cambiadas. 
          
            - En qué estás hoy? 
            - Tengo un proyecto periodístico más que 
            interesante en Temuco, pero de eso no hablo.