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A un año de Guía de despacho (Editorial Cuarto Propio, Nov 2010)
de Enrique Winter S.

Por Ernesto González Barnert

 

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A veces, cuando estoy triste, cuando me bajoneo, cuando no puedo llegar al final de una canción sin poner otra de inmediato igual de patética, abro Guía de despacho y leo de un suácate Ribeiro, Imoto, Muñoz, Regalo y Mercadería.

 

 

RIBEIRO                                                                                                     0106

Soy verano, atrevida y un poco primavera.
Soy apasionada, dedicada, celosa, soy muy fiel.
Soy coca-cola. Soy asado de posta paleta a punto.
Soy comer afuera, de a dos. Soy filete de pescado.
Soy pizza de nova zi. Soy dulces 7 belo.
Soy hamburguesa de the fifties.
Soy cebolla de outback. Soy chocólatra.
Con toda certeza no soy sashimi ni sushi.
Soy guías de viaje. Soy mapas.
Soy internet. Soy tele. Soy diarios.
Soy corinthians.
Soy música buena. Soy cine.
Soy jeans. Soy negrita. Soy simple.
Soy cara lavada. Soy pelo liso.
Soy jeep. Soy bici.
No soy micro en sao paulo.
Soy sao paulo, pero soy mucho más araraquara.
Soy ubatuba, soy el litoral norte entero.
Soy brasil. Soy trancoso, soy bahía.
Soy montaña, pero soy mucho más el mar.
Soy la puesta de sol en la playa.
Soy más noche que día. Soy la mañana.
Soy la calle 5 en araraquara.
No soy gimnástica.
Soy una tortuguita de agua. Soy un girasol.
Soy más cama que mesa, más música que silencio.
Soy más flor que fruta, más dulce que salada.
Soy esmalte blanquito. Soy pop.
Soy cariñosa. Soy capricornio.
Soy carnaval. Soy Chico Buarque.
Soy cielo estrellado de isla grande reflejado en las aguas de saco do céu.
Soy luna llena.
Soy rock. Soy show de música en vivo.
Soy beso en la boca. Soy cómplice.
Soy un abrazo fuerte.
Soy un camino, soy río santos.
Soy una sonrisa. Soy explosiva. Soy reggae.
Soy arrepentida. Soy sicodélica. Soy equivocada.
Soy familia. Soy linda. Soy un sol.
Soy correcta. Soy una vuelta por pacaembú de noche.
Siempre fui labrador y ahora también soy staffordshire.
Soy la Miná. Soy yo misma.
Soy Sabrina.

 

 

IMOTO                                                                                                       0110


El abuelo de Toshiko Imoto se suicidó, como el mío.

Las siete diferencias:
i. Él lo hizo por despecho, el mío por destierro.
ii. La viuda de Li es japonesa, la de Alfons polaca.
iii. La de Li se obstinó con morir en japón, dejándolo solo en china,
     la de Alfons se quedó en chile.
iv. Las manos de Li manejaron la espada hasta arrancarse el aliento,
     Alfons dejó este asunto a la cuerda.
v. Entonces Li manchó y no Alfons.
vi. No hubo nadie para limpiar a Li,
     sí para Alfons, pero no había nada que limpiar.
vii. Yo quería tirarme a una japo y Toshiko quería enamorarse.

 

MUÑOZ                                                                                                      0126


Como quien carga un maremoto y por silenciarlo
mira con desprecio a quien no carga alguno
o no lo silencia,
                          el día que la vuelva a ver
veré expectativas y no esperanza, la poca mandíbula, anchura
de hombros, planicie de pechos, gordas las caderas,
un termómetro y no el termostato.

Diré –ya no le tengo ganas. ¿Y es que deseo algo ahora
que para iluminarnos no hace falta el fuego?

Con la memoria de las yemas digitaré sus poros
podrán hacerlo con vista al mar, pero lo hacíamos en el mar
y con lluvia, rodillas en la calle, afuera los duraznos, adentro
del funicular, boca abajo sobre la mesa de una pirámide. Una serie
de postales disueltas en agua, láminas del álbum, guías de despacho:

la gota de tortura china     cava inocente en la cabeza    
del condenado     un agujero hacia la muerte.     Una gota de agua.    
Muñoz es quien repite la sentencia     mientras tiembla su vaso    
al tacto de otras manos     –el miembro de tortura china    
cava inocente en este pubis     de condenada    
un agujero hacia la muerte–     una película que lleva cuatro horas,    
la pareja sentada, las piernas en un lazo     deletrean el muro.
Un guijarro guarda esa falta de greda.

No quita la sed mi negra, pues lo deseado no llena el cuerpo
de esta botella y si lo cubre es por mientras. Un envase vacío
de boca ancha, al que lo cargan bolsas o sellan tapas. O sellan
tapas sí, que se acumulan después de tanta rosca en la basura.
Quedo solo de envase no retornable.
                                                          Me esperará si llego tar-
desde ella me demoro
y me daré cuenta: con el atraso la perpetúo
como el deseo en los vestidos largos
o en años sin decirse.
El mar arriba el cielo abajo. Una ciudad se incendia
o se abandona y entran cenizas por el techo.
Ella de pie y al lago tembloroso lo cubren pétalos: la alfombra
donde acostar la orilla, que apenas por llevar sus nombres
hayamos sido aquéllos. Lo deseado no llena esta botella
sólo la arropa como una bolsa o una tapa.

El trueque de las ganas (color mascar la guinda
saborear y molerla, sonidos pareci-
dos pasajes de ida)
por el alivio del primer foco en una carretera a oscuras
(podremos hacerlo con vista al mar, pero lo hacíamos en el mar).

Un foco no es un paradero, los buses aceleran sin mí,
pegado en cómo lo alguna vez deseado ya no existe,
pues lo deseado muta.

Y uno no.

 



REGALO                                                                                                      0127


Uno se va lejos para no recibir visitas.

Pero si uno está lejos y vienen a verlo de sorpresa
para cantarle feliz cumpleaños (challas y restos de ramitas, crema)
uno empieza a entender
                                      la cercanía.

 



MERCADERÍA                                                                                                     0129

 

No tuve un amigo imaginario.
No me subí con él a una casa en el árbol ni a los árboles.
No formé una pandilla ni hice pactos de sangre con los vecinos.
No jugué con ellos en la calle,
no me manché con barro porque ellos lo hiciesen
ni me entré por comida casera.
No usé la jardinera igual a mi hermano.
No me gustó la más linda del curso, no formé un club de nada.
No fui punk ni metalero. No actué en una compañía.
No me asocié a un club deportivo ni a una liga de fútbol,
menos a una tribu urbana.
No participé en ninguna junta de vecinos.
No milité en un partido político.
Casi ni fui a los cumpleaños familiares. No conocí a los sobrinos menores.
No conviví con una pareja ni me proyecté más allá de sus caderas.
No llamé ni me llamaron diariamente.
Nadie me fue y a nadie le fui incondicional. Ni lo pedí.
No tuve un colectivo ni un grupo cerrado de amigos.
No hubo una cofradía a la que pedirle pega,
no recurrí a influencias protectoras, ni las hubo.
No trabajé con compañeros de estudio.
No confabulé con grupo alguno para instalar a alguien.
No me esperó nadie en las ciudades a que me mudé ni tuve domicilio fijo.
No me sentí inseguro para pedir el mismo cigarrillo o el mismo trago
de la tele. No tuve tele ni sus temas.
No tuve cargas familiares en la isapre ni tuve isapre.
Tampoco ropa de marca ni la necesité.
No me inscribí en messenger, blogs, fotologs ni facebook.
No tuve deudas ni aparenté lo que no tuve.
Mi tiempo pasado jamás me pareció mejor.
No cambié mi vida por la de nadie ni lo haría.
No los cargué con mis problemas por parecerme menos graves
y los del resto me fastidiaron un poco.
Soy absolutamente libre (y me arrepiento).


 

 

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