Rubem Fonseca

 
 

 

PREMIO JUAN RULFO 2003

Se acordaron de Fonseca

 

por Luis López Aliaga
en Revista de Libros, sábado 9 de agosto de 2003.


... A nadie debiera sorprender que un escritor de la trayectoria de Rubem Fonseca (Mináis Gerais, 1925) resulte premiado. Lo que sorprende, más bien, es que los premios se sucedan tan de repente y concentrados en un solo año, el presente, cuando el autor acaba de cumplir los 78 años. A principios de esta semana, sin ir más lejos, las agencias de noticias informaron que Fonseca había sido distinguido con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, lo que viene a coronar una suerte de año de gloria para el autor de más de una treintena de novelas, volúmenes de cuentos y guiones cinematográficos.

... De esta manera, descontando el honor y la gloria —que para un escritor siempre deporta más contratiempos que beneficios—, Fonseca se embolsa cien mil dólares, los que se suman a una cifra similar obtenida en mayo recién pasado gracias al Premio Camoes, el Nobel de lengua portuguesa, según se dice. En aquella oportunidad, debido a que, de acuerdo con la versión oficial, Fonseca se encontraba enfermo, fue su hija María Beatriz quien en Lisboa recibió la condecoración (y el cheque) de manos de los mismísimos Jorge Sampaio y Luiz Inácio Lula da Silva, mandatarios de Portugal y Brasil, respectivamente. En una pomposa ceremonia realizada en el Monasterio dos Jerónimo, el sorprendente Lula señaló estar orgulloso de entregar el premio que "consagra el talento narrativo, dominio y agilidad de la prosa inquietante de Rubem Fonseca". Apenas unas semanas antes, en la Bienal Internacional del Libro de Río de Janeiro, se le había concedidio el Premio Jabuti por su último volumen de cuentos Pequeñas criaturas.

... Pero si no resulta propiamente una sorpresa tanto premio, no deja de ser al menos una paradoja que se institucionalice a uno de los escritores más corrosivos del continente, un verdadero maestro al momento de mostrar el lado oscuro del ser humano y sus instituciones. No es del todo gratuito compararlo con el colombiano Fernando Vallejo, otra pluma feroz que ha sido reiterada y sospechosamente premiada en el último tiempo. El Medellín de Vallejo, de hecho, se asemeja en varios puntos de narcotráfico, corrupción y lumpedaje al Río de Janeiro que presenta Fonseca en obras como Agosto, Pasado negro o Feliz año nuevo. Ciudades devastadas por la propia inquina de sus habitantes, miserablemente acostumbrados a pervertirse y pervertidos por la costumbre de la miseria.

... Las propias instituciones literarias han pasado por la acida mirada de Fonseca, quien en boca del escritor Gustavo Flavio —personaje de varias de sus novelas— ha dicho, por ejemplo, haber "encontrado en muchos de los congresos literarios internacionales en los que había participado, un montón de escritores exitosos, algunos premios Nobel, que no eran precisamente brillantes, varios incluso llegaban a ser idiotas".

... Hasta ahora, Gustavo Flavio era visto como el alter ego de Fonseca, quien a través suyo afirmaba que uno de los mayores requisitos de un escritor es el valor: "el valor de rehusar todos los premios, o, mejor aún, el valor de no querer merecer premios, y el peor de todos los premios es la consagración en vida". Sin embargo, pese a que muchos de sus personajes transitan por los márgenes de la sociedad —sicópatas, narcos, políticos y policías corruptos—, Fonseca no ha sido nunca un escritor marginal. Plenamente reconocido por los lectores de su país desde el volumen de cuentos Los prisioneros (1963) y en el extranjero con novelas como El caso Morel (1973) y El gran arte (1983), sus textos siguen circulando entre una amplia masa de lectores que le agradecen, precisamente, una profunda distancia con el lenguaje y las formas canónicas. La calle, el suburbio, pareciera ser el terreno propio de las vertiginosas narraciones de Fonseca.

... Los premios, entonces, no han hecho otra cosa que oficializar un reconocimiento otorgado desde hace ya un largo tiempo por sus lectores. En Brasil, su más reciente novela Diario de um Fescenino es uno de los libros más vendidos del año. Mientras tanto, es evidente que —siguiendo los planteamientos de Gustavo Flavio— Fonseca se acerca rápido a ser considerado un Grande, es decir, comienza a cumplir con los requisitos de la prueba del CEU: Consenso, Eternidad, Ubicuidad.

 

 

 
 

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