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SOBRE MAGENTA
Poesía de Fernando Ortega. Libros del Pez Espiral, 2014

Por Ángel Valdebenito Verdugo

 



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Nos convoca la presentación en sociedad del segundo libro de Fernando Ortega: MAGENTA. De ambos, poeta y obra podríamos decir varias cosas para las cuales el conocimiento biográfico y el seguimiento del itinerario escritural e intelectual del poeta nos dan algo de ventaja. ¿Sirve esto? Quizá no mucho. Alguien que se enfrente a MAGENTA por primera vez y en total desconocimiento de Fernando podría decir cosas más interesantes y acertadas. El desafío de mirar una obra que se ha conocido en distintas etapas de su construcción como si fuera algo nuevo y desconocido es realmente imposible. Y la verdad es que se quisiera hacer eso. Resetear la experiencia de encontrarse con un libro. El acto de maravillarse -o decepcionarse dado el caso- con algo que se ve por primera vez

MAGENTA parte con dos golpes duros: la muerte de personas significativas que siguen visibles y actuales, pero que al igual que la luz observada por los telescopios, es presente falso: remoto en el tiempo, remoto en la experiencia. Esto plantea un escenario distinto al de CIAN, donde los objetivos trazados desde el primer poema se proyectaban casi sin estorbo hasta el final. A riesgo de sonar cursi me atrevo a decir que MAGENTA abre una ventana a ese ámbito sentimental que en el libro anterior nunca logró colarse con comodidad. CIAN parecía un registro de la memoria de trabajo, presente percibido en pleno proceso de clasificación para llegar a asentarse como recuerdo duradero, como aprendizaje. La aparición de la biografía en MAGENTA abre en cambio una pista para un registro más tradicionalmente vinculado a la emoción.

Ya pasado ese primer momento viene una especie de salida a terreno, sobre la cual planea una atmósfera infantil que oscila entre el placer del descubrimiento y la búsqueda de protección. Urdiendo una trama de pequeñas novedades, dietario desde el cual pivoteará una especulación de aires presocráticos en principio y que deriva en una exquisita narrativa espacio-objetual en alta definición que revela en toda su textura hechos usualmente imperceptibles. Vale la pena detenerse ahí. Cito:

Un trozo de hilo verde en la toalla amarilla.

ó esto:

Pronto, otras hormigas ocupan
el lugar de las muertas
caminan lento entre mis dedos.

En la parte final del libro se echa mano de un último recurso, tal es, el uso de estructuras de codificación paralelas para armar el texto y que al final debieran terminar iluminando un todo más clarificador en esencia que el que se obtendría a través de un texto más convencional. Suena a cuento viejo y es lo que pudiera relativizar el valor de piezas como EL NOMBRE DE UN ANIMAL / JUNTO A LA ACCIÓN DE UN SER QUERIDO, por ser más un ejercicio, pero se logra cerrar el libro con solidez gracias al hecho de que algunos de estos artefactos –sobre todo ÓPTICA DE LA NOSTALGIA- son en sí poemas maravillosos. Cito:

Recordar es la capacidad
de interpretar hoy nuestro pasado
gracias a los rayos de luz
que alguna vez alcanzaron al ojo;

este cumple su función acumulativa
como el roedor que junta semillas
y pronto olvida dónde las entierra.

Pero así como en la tierra
y las semillas no hay olvido,
la función de recordar
acoge un mundo que no existe
y cultiva su torsión amorosa
en el vacío del iris.

Por último me permito anotar algunas características encontradas en la poesía de Fernando. Por supuesto, ustedes podrán encontrar mucho más:

Una actitud contemplativa. Más que una voluntad que actúa sobre el mundo, aquí hay un espíritu receptivo, como esas mallas que capturan la neblina para almacenar agua.

Un goce en el descubrir las cosas, un cierto sibaritismo objetual, dado que en MAGENTA existe una misma jerarquía entre cosas y personas. Los objetos no son instrumentales.

Cierta impotencia ante el transcurso de los hechos (y aquí nótese cuan enorme es la distancia entre el que observa y el que actúa). Ejs: No molestar a la almohada, no atreverse a chatear con mujeres, etc.

Humildad de la voz poética. No una impostación del tono menor. A pesar de la tendencia a remachar los poemas y de ejemplos como el poema MUDANZA -en donde la personificación pasa a ser expresada en un tono más sentencioso, cediendo terreno ante la cultura de la calificación, tan sistemáticamente resistida en CIAN- aún se está lejos del gran poeta declarativo, demasiado enterado de ser la única criatura consciente en mil kilómetros a la redonda.

Por último me llama atención la incrustación de algunos destellos bertonianos, aunque en una versión mucho menos claustrofóbica. Cito:

Le puse “no leído”
al email en que me escribes te quiero
como reciclando una bolsita de té.

En fin, todas estas anotaciones son tan sólo un humilde acercamiento a un libro que a ustedes podrá decirle otras cosas. Ahora queda en sus propias manos la oportunidad de descubrir o redescubrir MAGENTA.

. . . . . . . . Gracias.



 



 

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