PUNTOS SOBRE GUIÓN DE HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS
Presentación
Raúl Zurita
1.
La primera pregunta cuando uno se enfrenta obras como ésta es qué las hace posible. Nada hay en el Chile de hoy, en el medio literario actual, en la literatura actual, en los poetas y en los poemas que hoy se escriben, que pueda explicarla ni mucho menos anticiparla. Sin embargo está aquí y se presenta como el cierre de una etapa juvenil, de una “vita nuova” como Dante llamó a la experiencia juvenil. Guión es el primero pues fue escrito entre los 19 y 21 años, de lo que dejo constancia, conocí la gran parte de estos textos el 2000. El libro entonces se llamaba La manicomia divina. El segundo libro se llama Coma y se publicó el 2006. El tercer libro se mantiene en reserva, la contratapa nos informa que se llama Y punto.
2.
Se trata entonces de un gran poema único llamado La Divina Revelación, que abarca los 10 primeros años de creación de un poeta, dividido en tres partes de las cuales se han publicado las dos primeras. La obra suma ya 600 páginas. Este conjunto es inseparable de la vida. Habíamos considerado hasta hoy que los poetas jóvenes eran un continuum, una categoría no cuestionada de sucesivos jóvenes que escribían. Esta obra aniquila completamente esa idea y se instala como la juventud de la escritura.
3.
Hacer arte es hacer lenguaje, dice Pablo de Rokha en uno de los epígrafes del libro (185). No hay poetas jóvenes, lo que existen son escrituras nuevas o nada. Es lo que también este libro nos está diciendo.
4.
Hay corazones buenos que nos hablan de la convivencia pacífica entre las distintas poéticas, entre los distintos tipos de poesía. Frase típica de estos corazones buenos: hay lugar para todos. No es así ni es deseable que sea así, las escrituras se construyen en base al aniquilamiento. Las escrituras poderosas asesinan a las escrituras que no lo son. Deben hacerlo. Me refiero a las obras, no a esas sombras secundarias que las obras inventan: sus autores. Una época es esa exigencia. La convivencia se producirá después: Proust con Joyce, de Rokha con Neruda. La era del poema singular, particularmente el poema en verso libre agoniza, a no ser que te llames Salvatore Quasimodo y escribas un poema singular como éste:
Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
Suspendido de un rayo de sol
Y de pronto anochece
5.
Un paréntesis: en A1000, el único libros de poemas compuesto exclusivamente en base a versos de HH, la vida muerta es uno de los tópicos que se reitera. Está también en Coma. El diálogo es con la vida nueva. La inversión de HH es que la vida muerta pasará a ser todo aquello que no es escritura. El paradigma de todo aquello que no es escritura es el silencio de Rimbaud.
6.
En la contraportada del libro se establece explícitamente la relación con Rimbaud. Debemos entender que lo que habla en este poema es el silencio de Rimbaud. No es una licencia poética, es literal. La obra que aquí tenemos es el silencio de Rimbaud. Es lo que nos informa secretamente la contratapa: Siguiendo a su autor, este libro de… HH sabe que un libro no comienza en su primera línea ni termina en la última. Comienza en su portada y termina en su contraportada. Todo es texto. La contraportada de Guión es el primer gran manifiesto poético del siglo XXI.
7.
Llamé hace dos años a esto: “La era Coma” (la idea está tomada del libro The Pound Era de Hugh Kenner). Guión confirma esa intuición. Guión y Coma inauguran una nueva era. Pocas poesías pueden sostenerse frente a su irradiación, pero las pocas que sí lo hacen, pienso principalmente en Felipe Ruiz, en Diego Ramírez Gajardo, Pablo Paredes, Paula Ilabaca y, desde una orilla diametralmente opuesta, en obras como Luz Rabiosa de Rafael Rubio, aumentan su brillo como las estrellas de las constelaciones que mutuamente se iluminan.
8.
Obras como la que hoy presentamos aniquilan toda esa artesanía de nuevos poemas de jóvenes bien intencionados, correctos, que no logran escapar de esa convención del verso libre. Han pasado demasiadas cosas en los últimos cuarenta años como para no pedir una dosis básica de creatividad y no seguir repitiendo lo que los mayores hicieron mucho mejor. A no ser que te llames Salvatore Quasimodo y tengas algo realmente crucial que decir.
9.
Dividida en tres partes, Guión puede leerse en múltiples sentidos, como una novela espacial, es la Novela Bastarda (pg. 95) cuyos protagonistas son al igual que en Coma cientos: la colina de la sorpresa, las hermanas carnívoras, la primera persona desconocida, Mi Chico, el coleccionista, las señoritas inverlink, eurolatina y codelco, las tres marías, Paulina Rubio, coyote, en una polifonía desternillantemente cómica (es el libro más cómico que jamás se haya escrito en Chile, pero al igual que en los Ubu de Alfred Jarry, es una comicidad sangrienta), carnavalsca, emparentada tanto con Charles Chaplin como con Rabelais, con Alicia en el país del espejo como el Finnegans Wake. Puede leerse como una performance, como una actuación de la escritura en sí que se construye y desconstruye permanentemente inaugurando una especialidad que es a la vez textual y física y frente al cual el lector-espectador debe permanentemente modificar sus cánones de lectura, y puede verse como un poema en el sentido a que nos referíamos, como un gran poema de la existencia y de la experiencia artística que usa e inventa infinitos mecanismos y recursos expresivos que abarcan desde la visualidad, antes de leerlo este libro se percibe, hasta el poema en verso en el sentido convencional del término.
10.
La trabazón, la estructura del libro, su arquitectura es esencial. Lo importante es que el lector no se atemorice frente a la magnitud de una realización de este tamaño, por lo que parte inseparable del poema, de su profundidad y eficacia artística, es posibilitar miles de entradas. Véanse las geniales instrucciones para las máquinas de lavar (76 y ss).
11.
Guión es un libro no sólo para leerlo, sino para bailarlo.
