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El Don Creativo (fragmento)
Sobre el fin del movimiento estudiantil

Por Héctor Hernández Montecinos

 

Maquina de cagar máquina de mear
Casi todo acaba en eso
Máquina de cagar máquina de cagar
La naturaleza no es obscena
 
Allen Ginsberg.
Muerte y Fama

Una real democracia permitiría que una mayor parte de ciudadanos puedan acceder al modelo educativo. Esa es la lucha de fondo del movimiento estudiantil, pero uno se pone la mano en el corazón y se pregunta ¿Cuál fue el nivel de toda mi educación? Me arriesgo a creer que el 80% respondería al unísono ‘pésimo’. Entonces uno vuelve a preguntarse ¿es esto lo que queremos? ¿Que una mayor cantidad de ciudadanos ingrese a este modelo hacedor de empleados profesionales, de prácticos ignorantes, de gente que no es creativa?

Un verdadero cambio estructural a la educación no sólo radica en que sea gratuita o no, o que haya lucro o no, o que haya otra superintendencia de educación más o no. El cambio real, profundo e importante está en lo que estamos enseñando. En efecto, los estudiantes luchan por el derecho legal a la educación, pero en el fondo de eso también está la idea de que todos queremos ser profesionales y ahí radica gran parte del problema. Para todas las clases sociales que uno de sus hijos sea un profesional universitario es la coronación de un sistema educacional, o dicho de otra manera, es el éxito intelectual, lo cual significa el comienzo de un posible éxito económico, social, cultural, etc.

 El sistema educacional-económico nos fija un origen y un destino. Desde que entramos a kínder sabemos que se comienza una ‘carrera por una carrera’ que durará doce años en los cuales el gran porcentaje de lo que aprendemos es para rendir una prueba de selección universitaria. Los doce años previos de educación no pueden ser una preparación para un examen de ingreso a un sistema universitario empresarial y de pésima calidad. ¿Cuánto de lo que aprendimos en básica y media nos sirve en la universidad? Nada ¿Es esto lógico? La enseñanza básica y media son el preuniversitario más largo del mundo, con toda la contradicción que eso significa. Uno se pregunta, si un día ya no existiera la PSU ¿qué enseñarían los colegios?

Por eso la gran revuelta educacional va en no homogenizar las capacidades, volver a valorar el don creativo y no sólo las aptitudes intelectuales, en no generar profesionales sino creadores, sea en el área que sea. La educación actual nos obliga a consumir un bien y luego utilizarlo en un momento determinado que es la prueba de selección, en la cual los estudiantes que no han tenido una educación de calidad no están en las mismas oportunidades de ‘ganar’. ¿Esta es la educación que queremos perpetuar? Este modelo educacional no puede seguir. Por eso una verdadera reforma no pasa por si es gratis o no, o si hay más burocracia fiscalizadora.

La revuelta tiene que ver en cómo vivimos la educación de manera creativa y ese primer punto es pasar de ser consumidor a productor. Me explico. La educación, la religión, la ley, el arte, la biología, la economía, en sí, el sistema mismo nos condiciona a ser consumidores, es decir, aprender es consumir información, creer en consumir estatutos teológicos, ser ciudadano es consumir las interpretaciones de una constitución, vivir es consumir recursos, etc. El ser humano se ha constituido como una máquina, máquina de cagar y de mear como dice la cita de esta nota. Todo lo que consumimos termina en un desecho. Los recursos naturales, el arte, la religión, las leyes, la libertad al entrar en la vida humana terminan convirtiéndose en basura, pues la máquina no funciona, no es creativa. No es útil a nadie más que al que nos vende el producto para que nosotros lo consumamos y produzcamos un desecho, basura cultural, basura religiosa, basura legal que es el cúmulo donde vivimos. La ruina de la civilización.

¿Qué pasaría si en vez de comprar las lechugas las siembro? ¿Qué pasaría si en vez de mandar a mis hijos doce años a una educación institucionalizada de pésima calidad los mando a instancias educativas comunitarias especializadas en desarrollar su creatividad para la vida? ¿Qué pasaría si en vez de creer en un Dios imperativo participo en experiencias colectivas de vivir a Dios en el día a día? ¿Qué pasaría si en vez de creer que estoy determinado por mi código genético me planteo poder sanar el daño que han hecho mis ancestros? ¿Qué pasaría si en vez de comprar ropa las produzco?  O sea, ¿qué pasa si en vez de consumir mi comunidad y yo empezamos a crear, a producir?

La respuesta: terminamos con el modelo actual que vivimos y comenzaríamos a vivenciar el don creativo, la creatividad cotidiana, la creatividad colectiva y esa es la única herramienta de transformación social. Es más, el ser humano como especie ha podido llegar hasta el día de hoy no por su fuerza física, ni por su razonamiento, ni por su empatía con las otras formas vivas sino exclusivamente por su creatividad, que le ha servido para proponer soluciones a problemas que nunca había tenido.

Yo no quiero marchar por una educación institucionalizada sino que por una formación creativa. Ser mil, cien mil o quinientos mil no volverá a ser más importante que esos muchachos y muchachas haciendo un thriller por la educación, o una lucha de héroes y villanos, que las 1800 horas por la educación, el gagazo, las besatones, o la playa en Plaza de Armas, el tanque y los uniformes de cartón, las lecturas de poesía, las tocatas, las mesas de conversación, los bailes callejeros, los cantos improvisados, los grafitis. Ese es el único logro de esta movilización hasta ahora y es lo que ha permitido ese 80% o más de aprobación ciudadana. Todos queremos creatividad ahora, pero no todos queremos ser profesionales universitarios mañana.

La revolución es íntima. No pidamos más leyes ni más instituciones. Hagamos el cambio en el paradigma de lo que queremos ‘de’ la educación, y no ‘en’ la educación. Ustedes tienen la principal arma: la creatividad. Volvamos a usarla. La naturaleza no es obscena.


 

 

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