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DONOSO

Arturo Fontaine
Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 23 de Abril de 2006

 

Pienso en Donoso. Diez años de su muerte. Un homenaje ahora en el Feria del Libro en Buenos Aires. Pienso en don Jerónimo, del "El Obsceno Pájaro de la Noche", que está con Violeta y quiere hacerle el amor, pero no quiere que Humberto salga de la habitación. Le dice: "Préstame tu envidia para ser potente". Pienso en este mismo don Jerónimo con Inés e incapaces de vivir, dice Humberto o el Mudito, "sin la presencia de mi mirada envidiosa creando su felicidad... el dolor de mis ojos que los contemplaba iba suministrando la dicha que ellos consumían. No fue a mí -yo era descartable-, fue a mi envidia que don Jerónimo tuvo a sueldo durante tantos años. Pero yo me quedé con la mirada cargada de poder."

Pienso en la Manuela, de esa magistral y breve novela, "El lugar sin límites" desgarrada por la necesidad y la dificultad de un reconocimiento de lo que es su deseo real. "El lugar..." formaba parte del "Obsceno Pájaro" y en el último momento Donoso lo desgajó. Fue una intuición brillante.

Subyace a ambas novelas una cierta forma de enlazar a los personajes. No es un mundo de individuos delineados previamente y que luego entren en contacto. Por el contrario, la personalidad de cada cual se origina y construye en interacción y recíproca dependencia de los demás. Así, Brígida y las demás viejas ven en el niño que va a nacer y que transformarán en imbunche la posibilidad de "extraerle los ojos y la voz y robarle las manos y rejuvenecer sus propios órganos cansados." En estas novelas el personaje sólo existe y se levanta ante la mirada del otro. El ser dominante -don Jerónimo, por ejemplo- requiere de la mirada envidiosa del inferior sin el cual no es superior. Y esa capacidad de otorgar la superioridad es el poder del inferior. Se puede vincular estas tensiones con la célebre dialéctica del amo y el esclavo de Hegel. Pero la gracia de Donoso fue, claro, inventar relatos y metáforas, en los que estas dependencias mutuas se sienten en las vicisitudes y vibraciones más íntimas de personajes que dejan en el lector una huella perdurable.

José Saramago destacó el talento de Donoso para trabajar "la trama interna" y, a su vez, vio en él a un retratista de una clase que conocía desde el interior: "sólo el punto de vista de adentro facilitará al observador la circularidad completa de la verdad que se exige a la hora de redactar un documento de las características de una persona o una clase". Y es a través de ella que revela algo que va más allá de ella. Saramago afirma que, con el Mudito, "aprendemos resignados que la vida no es sino una promesa de cenizas".

Pero Donoso escribió novelas muy diversas. En "Cuatro para Delfina", hay dos excelentes relatos muy disímiles. En "Los habitantes de una ruina inconclusa" predomina una imagen espacial -la casa- que en Donoso tiende a adquirir una naturaleza marcadamente metafórica. Así ocurre en "El Obsceno Pájaro", en "Casa de Campo". En cambio, en ese extraordinario relato, "El Tiempo Perdido", un grupo de chilenos viven su vida como si fueran los personajes de Proust. En "Taratuta" tomó un tema histórico y escribió en un lenguaje factual, directo, rápido. El narrador busca el destino del legado Schmidt, fortuna donada a los bolcheviques. El cuento se va armando y desarmando. Es una parodia de la narración de autor-investigador y un cuento sobre lo que es inventar un cuento. Pero encarnado en un relato sólido y vivo. "El desafío", dijo una vez Donoso, "es crear un personaje arquetípico, pero al mismo tiempo único, distinto de todos los demás".

 

 

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Donoso: Por Arturo Fontaine.
Artes y Letras de El Mercurio,
Domingo 23 de Abril de 2006.