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DE PISCO Y TEQUILA

Poesía Perú / México

Selección de Miguel Ildefonso



Rocío Cerón

(Ciudad de México, 1972). Ha publicado Litoral (filodecaballos, 2001), Basalto (ESN-CONACULTA, 2002), Soma (Ed. Eloísa, Buenos Aires, 2003) y Apuntes para sobrevivir al aire (Ed. Urania, 2005). Preparó, junto a Julián Herbert y León Plascencia Ñol, el volumen El decir y el vértigo. Panorama de la poesía hispanoamericana reciente, 1965-1979 (filodecaballos-CONACULTA, 2005). Becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes-Jóvenes Creadores, emisiones 1998-1999 y 2006-2007. Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000. Cofundadora del colectivo MotínPoeta y editora de El billar de Lucrecia-Poesía Latinoamericana.

 

De Buan (inédito):

Ladera sur

En la incandescencia de un primer grito el rumor ya se evapora
esparce su dulzura sangrienta ... su herida ... se paraliza

.......... hay un idioma de llagas que articula el ceño

¿bajo qué refugio se encuentra arrasada la luz?
¿dónde el cese y el olor familiar de las sábanas?

En estas manos desoladas sólo se guarda lo posible:
un hijo muerto ... estragado por la fe.

Dime qué tiento guarecer ... qué permanencia de flor ... qué fatiga de labranza
.. ... ....... he de recordar:

/ tu cuerpo abandonado yace en la penumbra de las grietas y el ropaje del asbesto / la emboscada desde la periferia suena a un lejano canto en este sótano húmedo / ¿quién se deleita en este abismo de sílabas rojas? / en el paisaje un arenal custodia los nombres-cifras y he de buscarte abajo -sotierro- en una fosa que hiere al lenguaje /

Una cerilla encendida un primer golpe ese primer atajo que cuela siempre al iracundo

desde ahí comenzó la oleada ... un fuego tras él otros fuegos ... un grito tras él otros gritos
y por aliado este Dios prometiendo esferas celestes ... jardines perdidos
.................. la salvación de la miseria

¿quién cubre ahora tu cabeza: los filos de un
cristal estrellado ... los tanques que designan el
instante glacial del recorrido diario de los
pasos o quizá la atomizada cal donde se pierde
el cuerpo?


Sacia el aire cualquier posible estertor
al solo comienzo de vuelo la mancha de lo colmado delata su figura
.... .. .. .. . su intacto perfil de tierra
y un hombre en fuga se aferra a cualquier cosa /rapacidad y abatimiento/
acotando al aire -nudo- acotando al aire.

Secretamente la resistencia de las hiedras sucede.

 

 

Ladera norte


El universo de los muros ... del salitre que corroe su presencia
los cascajos de un orden ahora colapsado ... la grieta donde se mira un presente incierto:

se ha de estar listo para domesticar el miedo sujetarlo a la nuca
encontrar en sus silencios la posibilidad de estancia

El metal vulnerable se desgarra en sus entrañas

La sangre no mana suavemente ... repta ... se propaga ... asciende al rostro como marca


Todo intento de curación es equívoco y un hombre en fuga -canto- se aferra a cualquier cosa:
...,,,,,,,,,,,, herida: testimonio que afinca en la memoria

Perros deambulan ... erran ... deambulan
hombres sin ropa ni alma con que cubrirse ... jirones de hombres y mujeres caminan
con las órbitas vacías ... prendidos a las luces

las que prometen día ... luces en los anuncios ... luces en los edificios evacuados
luces que atraviesan los aires ... luces toda la noche ... luces
...,,,,,,,,,,,,,,, luces de fuego y artillería

/ quiero del cuerpo tuyo un gesto un espacio de asueto no un arma balanceando sobre el pecho su filo para cambiar la historia / quiero de ti una mirada que acontezca sin cautiverio sin esa oscuridad que es un rasguño en la retina / quiero un cuerpo no los restos de una huida para existir: una presencia vestida de ceniza y polvo / quiero que emerjas al primer día al tercero que emerjas por segundos que emerjas en tanto callen las baterías aéreas: quiero que nuestros nombres se graben en la tierra /


¿Contra quién va este golpe infectado de fe?

Lloverá fuego de los cielos y el piso ardiendo resquebrajará al mundo:

De levante estaremos hacia otra casa (orilla) donde seremos
guarida de nuevas palabras de un campo fértil de una piedra
que funda al consuelo y las zarzas tejidas de sangre:

bajo el otoño apenas será visible el verdugo. .. .. .. .. ..

 

 

José Carlos Irigoyen

(Lima, 1976). Estudió Comunicaciones y Derecho. Ha publicado los libros de poesía: El libro de las Moscas (1997), El libro de las señales (1999), Lesley Gore en el infierno (2003) y Los días y las noches de José Carlos Yrigoyen (2005). Acaba de publicar en México Horoskop (Editorial El Billar de Lucrecia).

 

Los muchachos de la calle Torre Ugarte

Soñar nuestros sueños no significa necesariamente
poseerlos. Y no necesariamente se cumplen como uno
en cierto momento lo planea. Esta noche, por ejemplo.
Bajo esta noche extrañamente móvil, mano recién cortada
de una joven en la playa, a pesar del invierno, de la presión
de las corrientes de aire que se deslizan sobre el mar,
hemos salido los tres a jugar pelota, esquivando los autos,
dividiendo la calle sólo con la consonancia y la conveniente
lejanía de nuestros cuerpos, rotando, inquietos como si
alguna bala fuera a salir disparada por una de las ventanas. Tractores.
Sergio no sonríe, pone la pierna cuando es necesario,con eficiencia.
Podría ser defensa de una pequeña selección nacional. Ceilán, por
ejemplo.
Pienso ahora en el Estadio Sugathadasa, en Colombo, Ceilán. Otro sueño.
Pienso en el horror de los aficionados locales después de cada
resultado.
Caos psicológico, temblor de labios, montones de vidrio quebrado.
Francisco, más esforzado, su cabeza convertida estos últimos días
en una vasija repleta de historias tristes, de libros no leídos,
de libros inventados, le hace un pase largo, de veinte metros
al guardián del edificio que está frente a su casa. Pero, un momento:
¿Francisco Melgar no estaba muerto? ¿Y esa pelirroja no lo había
matado?
¡No todavía! me grita, desde el fondo de la calle, haciéndome
un pase débil, desviado hasta el desgaste herboso del
malecón, sumando a nuestro juego a los transeúntes, a los niños
muertos y violados que algunos esperan ver salir del fondo del pastel
de sus despedidas de solteros, a Nikolaos Michaloliakos, poeta de raza
superior,
al que convocamos luego, sudorosos, con un puñado de velas negras
para hablarle de nuestros sueños. Que no necesariamente se cumplen.

 

 

Apunte para un poema sobre el matrimonio

1 de octubre. Si este amor puede crecer, sólo lo hará
debidamente en el Orden. He dormido hasta muy tarde,
como la primera vez que desperté contigo, hace tres años:
a diferencia de aquellos cuerpos ocasionales que amanecían
a mi lado, desordenados como tablas viejas en la orilla,
recuerdo bien nuestra posición sumisa al abrir los ojos,
que en algunos países pudo ser una forma de rezo.
He dormido hasta muy tarde, he pasado la noche apenas
sostenido en la lectura de la primera oeuvre de Ernst Zundel,
The Hitler we loved and why. Leyéndola puedes encontrar
la gozosa disposición de quienes fueron desnudados en la puerta,
lavados y purificados al igual que los veloces ratones
del sembrío, amontonados sobre el fuego solamente para destruir
el elemento mortal que heredaron de sus antepasados.
Zundel imagina esas almas liberadas escapando por el ducto,
como por una especie de vacío circular. Yo pienso, más bien,
que el exterminio es un río que acepta la perfecta sincronía
de unos muchachos sobresalientes en el manejo de los remos.
El exterminio es mi negativa a respetar lo imperfecto.
(Y si la variación continua es el estado natural de la mente,
Zundel de esa manera convierte las flores en sonido.)
Nada de esto servirá cuando me encuentre frente a ti.
Sólo me salvará llevar el poema hasta sus propios márgenes,
pedirte perdón por todos esos vicios en los que te inicié,
aceptar que se necesitaron dos para hacer de este amor
algo tangible o al menos verificable, que no pude hacerlo solo.
En el interior de la Iglesia aguardan nuestros padres,
nuestros amigos, la nostalgia del guardián de la torre de vigía,
los horribles nombres de los sobrevivientes. Aquí quedan
todas las cosas que para ser definidas deben estar ausentes. Aquí
mi plegaria entre los automóviles estacionados. 1 de octubre.

 

 


Andrea Cabel

(Lima, 1982). Bachiller de la especialidad de Literatura con mención en Literatura Hispánica por la Universidad Católica del Perú. Estudió temas de Literatura Medieval Española y realizó un proyecto de investigación del mismo tema en la Universidad de Burgos. Ha sido traducida al inglés y al catalán, publica en diversas revistas del medio nacional e internacional. Su poemario Las falsas actitudes del agua mereció en el 2006 el primer premio del concurso "Esquina de papel".


[aquí no hay lluvia] . .. .. .. .. .. . .. .. ..

al carrusel de vil. . .. .. .. .. .. . .. .. ..

hay carruseles.
destrucción para nosotros,
silencio de papel,
estrella ciega como el tiempo de un suspiro.
todas las cuerdas del pasado y los agujeros palpitantes.
los corredores, el áureo verbo del payaso de suelo
de la noche triunfal en un puñado de hierba
en un bosque azul sin lámparas ni gacelas.

aquí nadie llueve.
no hay silencio en un silbido celeste iluminado,
solo empiezan estas copas de rocío,
estas alondras bebiendo la corola de una criatura sin paladar.

palideces madrugada en las diurnas calles vivas
repletas de juncos y puros corazones mojados.
todo vive y se extinguen los ecos, la certeza asciende
y se ríe el mar de tacto, la espuma como un ave
.. .. .. .. .. .. . . . ... .. .. .. . . . .. .. . . se retira y nace
.. .. .. .. .. .. . . . ... .. .. .. . . . .. .. . . por donde descansa una mejilla,
.. .. .. .. .. .. . . . ... .. .. .. . . . .. .. . . un intocable beso.





[habitación 309]

la lucha del pelo negro y el firmamento giratorio./ tan pequeño y desde lo alto -pienso, / juega al azar con pantalones entrecortados, / sandalias verdes y un paredón de venus llena de florestas y luna./

un rabioso bulto, lleno de manchas violetas,/ espirales de manos desnudas, / fugitivos dibujos desfilando por la esquina. / estrelladas lluvias y caminos, / universales ojos color té./ plaza de niños pluma perpetuando un arma que dispara ruido./ los reflejos del techo que suplican un abrazo./ y juntas las sombras, /

toda el agua del mundo.

luego, /tus ojos afelpados./ y dormida, / tus cincuenta y tres constelaciones./ despierta,/ tu boca, /todas las llamaradas de esperanza./ nocturna y terrenal./ polvo inextinguible,/ soplo de nieve, /hundida sinfonía de rosas y luz. /

 

 


Paul Guillén

(Ica, 1976). Publicó los libros de poemas: La muerte del hombre amarrillo (2004) y La transformación de los metales (2005). Estos textos pertenecen a un libro en preparación.

 

El cinema de Satán

A Julián Petrovick .. . .. .. .. ..

Él ha venido a sentarse a tu costado. Sabe que debe retirar su pierna postiza. Su cojinillo guarda una tolvanera de balines anaranjados y rojos. Sus ojos secos miran el orvallo. Las miradas cruzadas, serradas las cabezas de todos los ángeles, en una salvilla llena de vasijas plateadas están servidas las cervices e iliacos. El cérvido se ufana de su potencia con la lengua para sanar sus heridas infestadas de gusanos azules. Sus patas posteriores han sido confeccionadas con varios cuerpos de perros de presa, mastines nevados, el perro de Pávlov, urogallos, ojos de manta rayas, sus patas anteriores son de cal, cinabrio, cáncamo y zinc. Sus ojos ahora están gelatinosos el magnetismo que irradian no me hace dudar de todos sus nombres. Todos sus nombres guardan su rostro. No puedes mirarlo de frente. La luz muerta que despide tiene el olor de la peste negra. Veo sus fauces, a lo lejos, llenas de sangre. Un andrógino desenrosca su miembro argénteo y lo hierve dentro de su estómago con algunos sábalos, róbalos y sabiolas. El festín empieza cuando el ángel de la S se enrosca en el bajo vientre del cabrón Y LO HACE DELIRAR. ÉL VE SU CONTINUO SERRALLO EN EBULLICIÓN DE LAS MÁS PROFUNDAS VERIJAS Y LO LAME. TODO ES ÉXTASIS EN ESE MUNDO SUBTERRÁNEO.



Los ahorcados

A José Pancorvo .. . .. .. .. ..


Góngora Gólgota pinta los campos con tus estrellas
Pacen los carpos y amatistan los falderones
La gota de mi abuelo no es el mismo ganglio
Que pende de tu cuello agrietado
Glándulas gladiolan los glaciares
Giróvagas los glaucos edulcorados
Breve estrofa del decir con la garganta
Argéntea línea de la gonorrea
Más gámbica que los grandes almanaques
Glaciar de la mente glaucomada
Entonces la poesía era como glosa
De gibaceo
Gragea de oro líquido inhumana
La poesía era como glándula dispersa
Como una S enroscada a tu garganta
Garfios gluten las cabezas de las ollas
Los ojos bien gnómicos
Una vez más la poesía era azul como la nada
Los cráneos de los desposeídos giraban
En la girándula
Gramíneas alumbraban el horizonte
El banquete final de la escollera
Una sopa de sesos bien negra
Satán en el rompeolas deglute los cráneos
& trastorna el paso de los cometas
Todo el cosmos se enrumba hacia otro tridente
Todo el tiempo se agrieta
Cincel negro de la penumbra
La poesía era oscura como virgen
La poesía era oscura
como línea negra del horizonte

.. .. .. .. ... . ... .. .. .. .. . .. . (Publicado en Mar con soroche, número 3)

 

 

Miguel Ildefonso

(Lima, 1970). Ha publicado los poemarios Vestigios, Canciones de un bar en la frontera, Las Ciudades fantasmas (Premio COPE de Poesía), entre otros. También el libro de relatos El Paso (Premio de Cuento de la Asociación Cultural Peruano-Japonés) y la novela Hotel Lima. Tiene una página web: http://www.miguel_ildefonso.pe.kz. Estos poemas están incluidos en un libro inédito.

 

 

oración ante el cadáver de Elvis

Dios que habitas en los desiertos
En los espíritus perdidos por calles oscuras
Conduce a este cuerpo inerte hacia su paraíso
No lo dejes caer en la tentación de volver
A la vida a los aplausos y las anfetaminas
Si alguna vez lo viste en un bar totalmente
Borracho y maldiciendo la suerte de su corazón
Perdónalo porque nunca supo de lo que hacía
Si lo viste muchas veces hacer lo mismo
En miles de bares de Tennesse perdónalo
Mil veces porque así como lo hicieron rey
Murió muy solo
Igual como murió tu unigénito en el Gólgota
Yo sé que si lo oyeras bailarías sacudiendo
Esa barba sureña y cimbreando tu pelvis
Al compás del rock de tu cárcel infinita
Dios todopoderoso creador de la música de los 50's
Oye esta oración que es la única que he compuesto

 

(las tribus no dejaron que su amor sólo sea una ilusión)

Huir en los bagazos/ herido por la espalda/ al desierto va por lana/
Mojado va por su chiquilla mojada/ herido en los tuétanos vacíos/
Parido en una red eléctrica/ por zanjas en llamas/ remangándose el
Corazón/ estrellas mojarrines/ va diciendo/ encaramándose/ va jalando
Por el viento/ retostándose con cactus/ la tatema que lo raya como
Serpiente hambrienta/ vinites por lana/ saldrás por la tiznada/ posticites
Como el mismo desierto celador/ una chucha o cuchillo en tu espalda/
El desmerequetengue del desierto/ es cierto/ entonces son estos muertos
Que bailan la tandaraleola del sol funerario/ es el amor sin permiso/
Un pobre huacho del cielo a quien le cae la calaca/ mi chiquilla no me
Cures/ el amor es como la lepra/ dijo el desierto/ tengo quirme mi vida/
Otro desierto me espera sin gringuía/ huido del sol/ pero otro sol
Apelmazado en sus puntadas lo llama/ una luna todoparidora
Desaparrada que cuida de estas almas tatemadas/ encenizados países
Del sur/ de la chingada/ se va por las tolvaderas escenificadas en el
Espectáculo nimbado de la frontera

 

 

El viento movía las hojas al ras de la pista,
las conducía hacia el final de la calle,
desierta calle donde había un hueco indiferente al caer la noche.
Ella estaba en el muro de un jardín amarillo
al borde de su morada queriendo seguir
los pasos de las hojas.
"Prepárate, güevón", me dijo a kilómetros.
Mientras escribía en mi habitación 130:
"Tú eres la flor que nace del fondo del desierto",
"Io caddi in terra per una luche que nel coor percosse",
escritura que el fuego no extinguía sobre la cama infinita.
Ni Platón ni Andy Warhol han amado
jamás a Mujer alguna, pensaba.
Iba con ella hasta el final del desierto,
Los reflejos del río podían tocar sus pies.
Yo lo adivinaba, "bésame mucho, aquí estoy,
no, no es un sueño", me decía.
Podría ser que lo que no dice el amor lo digan los días.
Para entrar a un bar teníamos que enseñar nuestras identificaciones.
Ella mostró: La Gracia, La Escritura,
La Divina Sabiduría, La Revelación, La Teología.
"¿Cuál quieres?", le dijo.
Bebí de sus senos la leche que el desierto no olvidó.
Bebí del silencio la sangre que el desierto no olvida.
"Tú ya no eres sino mi vida,
tú ya no eres sino lo que hacía falta al mundo,
lo que aman estas tribus miserables detrás del río.
Tú vienes a enseñar la realidad que divide este desierto,
tú vienes a develar las falsas imágenes que colman las avenidas.
Y yo me he pasado años tratando de interpretarlas."
Lo que no fue amor es historia,
polvo que velaba la imagen real de este desierto.
Lo que no fue amor no es sabiduría,
sino estos alambres que separan el desierto.
Lo que no fue amor es dolor,
dolor Cristiano, dolor Chicano, dolor Peruano.
La noche entró aquí, el sol no se había ido,
el desierto era una cama para los dos,
"Arranca esta hierba y conviértela en estrellas.
Tus suspiros ahogarán al viento.
Estás en tu casa, pon la música que quieras.
Baila para mí, todo está escrito en tus ojos,
el corazón del mundo te pertenece.
Baila sobre el desierto malparido.
La única luz encendida es este amor que ya no amanece."

 

 

 

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