Proyecto Patrimonio - 2012 | index | Autores |




 


 

 

 

Muestra poética

Mario Ortiz
(1965, Bahía Blanca)

 

 

 

.. .. .. .. .. ..  

Mario Ortiz nació en Bahía Blanca en 1965. Profesor en Letras. Docencia en la Universidad Nacional del Sur y sus Escuelas Medias dependientes. Todos sus libros llevan el título general Cuadernos de Lengua y Literatura. Volúmenes I y II (Editorial Vox, 2000 y 2001 respectivamente); vol. III “yo luis carapella” (El Calamar, 2003); vol. IV: “El libro de las formas que se hunden” (Gog & Magog, 2010); vol. V: “Al pie de la letra” (17 Grises, 2010); vol. VI: “Crítica de la imaginación pura” (La propia Cartonera, Montevideo, Uruguay); vol VII: “Tratado de fitolingüística” (inédito).

DE CUADERNOS DE LENGUA Y LITERATURA – VOLUMEN II (2001) - FRAGMENTOS

 

Cuenta la tradición que el famoso Auguste de Sainte-Beuve murió amargado pensando que nunca nadie haría el monumento a un crítico literario. Pero nuestra benemérita ciudad subsanó tal falta, colocando en un lugar recóndito de dicho parque y cubierto de bosques, una estatua hoy olvidada.
Lo que sigue son fragmentos de conversación entre el broncíneo crítico y una paloma.

 

 

ESCENA I

 

Sainte-Beuve
¿Usted ha venido volando?

Paloma
y sí, aunque está medio fresco
y a punto de llover

Sainte-Beuve
usted vino volando con sus alas
a punto de llover

agua en alas del viento
agua en alas: agua alada

Paloma
Vea, "en alas del viento"
como que es una metáfora algo vieja

Sainte-Beuve (ensimismado)
en alas del pensamiento,
alas del deseo

Paloma
no sabía que el pensamiento tuviese alas,
será por el poco cerebro que tengo.
Vio que la cabeza de las palomas termina en punta
y eso favorece el vuelo.
Pero no saque conclusiones:
ser tontito no permite volar más que otra cosa.

Sainte-Beuve (sigue ensimismado)
alas de libertad

Paloma
y déle,
¿también jabón ALA?
Podría acomodarme antes
de que empiece a llover, pero?

Sainte-Beuve
Póngase abajo del libro que sostengo
y sigamos charlando un rato más.
No será las causeries du lundi...

Paloma
No será un alero
pero es mejor que el sable de San Martín
Así ponen los hombres a estos viejos,
siempre empuñando algo.

Sainte-Beuve
Soy todo un prócer
de las letras,
el Padre de la República de las

Paloma
como un alero para guardar pájaros

Sainte-Beuve
el crítico rampante
sobre un pedestal de granito

Paloma
el libro alero para guardar las alas
bajo una lluvia ahora a punto

Entremés: La fuente y el crítico

"Qué bueno es leer de vez en cuando a los antiguos
bebiendo en sus propias fuentes"
decía Sainte-Beuve
el Santo que Bebe en la fuente del parque,
imaginarios ambos:

la fuente clásica
y sus clásicos chorros

el crítico a la noche
se baja del pedestal
y abre su boca metálica bajo el hilo de agua

y se vuelve un fauno,
su crítica piel clásica
brotándole vellones en los muslos

(al bajar la estatua
sus articulaciones suenan como grillos)

 

SICUT CERVUS AD FONTES
como el ciervo
como el cántaro
como el crítico
y sin que se rompa nada

el crítico grillo de crines velludas
que vuelve al surgente
y sin que se rompa nada

 

ESCENA II

Paloma
¿y cómo será sentirse de bronce?

Sainte-Beuve
frialdad y dureza

Paloma
por lo menos se da el lujo
de tener una pija dura como el hierro

Sainte-Beuve
ni siquiera:
es una bragueta falsa,
y adentro hueco: puro aire

Paloma
es lo que yo digo:
pida monumentos y lo van a despijar

Sainte-Beuve
el adentro se te vuelve aire

Paloma
aire sin pijas ni huevos

Sainte-Beuve
la palabra se te vuelve aire
flatus vocis
algo que se puede olvidar

Paloma
...

Sainte-Beuve
...

Paloma
¿cómo dijo?

Sainte-Beuve
casi nada

Paloma
si quiere le puedo decir a una amiga
que le ponga dos huevos.
Quizá ella se aquerencie
y haga nido en su pelo

Sainte-Beuve
como si tuviese pajaritos en la cabeza

Paloma
que podrían volar en su adentro
lleno de aire cuando llueve
y lo llenen de huevos.
nacimiento / criaturas volátiles
que lo llamen tío Charles
tío Augusto
tío santo que bebe

Sainte-Beuve
más animalitos en la cabeza

Paloma
y vuelen asombrados gritando en las cornisas:
tenemos un tío que es un crítico literario

Sainte-Beuve
sólo voy a existir en la mente de los pájaros

Paloma
crítico pajarero había sido

Sainte-Beuve
pajarón en boca de la Fama

Paloma
Digo,
¿y a San Martín también le faltarán los huevos?

Sainte-Beuve
¿Empollaremos la crítica futura?


Entremés: el poema y el crítico

nadie hizo un poema a un crítico
nadie hizo un monumento a un crítico

salvo en un mundo imaginario
donde hay un parque
y una fuente

y cupidos
del tamaño de avispas

ese parque
imaginario porque está hecho de palabras
podría cerrarse sobre sí mismo
hacerse una esfera perfecta
y salir flotando
como el más pequeño de los planetas
que no pasaría nada
que no se rompería nada

árboles, puentes y estatuas
deslizándose sigilosamente
ceremoniosamente

hasta que la burbuja toca
lo real

y estalla

dejando un redondel de espuma verbal
que acaba con el sueño
de un monumento crítico

CUADERNOS DE LENGUA Y LITERATURA – VOLUMEN V
(AL PIE DE LA LETRA) (2010) FRAGMENTOS

 

El cartel era una enorme estructura metálica en forma de rectángulo al que le faltaba un lado, porque era la misma pared.
    Una pesada figura geométrica suspendida sobre la vereda, y en medio nada, el aire del día o de la noche.  Entonces, el cartel se insertaba contra el edificio como un corchete.

                                                  . .. .. ..             [

  Así se veía, siguiendo la mano de Brown hacia el centro. Las palabras CASA IUALE RECTIFICACIONES se distribuían proporcionalmente sobre esos tres lados. Y en medio, el viento atravesaba el lenguaje.

(…)

   Debe pensarse en ese cartel como un dispositivo de doble lectura: durante el día, CASA IUALE RECTIFICACIONES era visible en trazos de pintura sobre la chapa; a la noche, exactamente las mismas palabras se reproducían en líneas rojo-anaranjadas y azules.
   Un sistema de relevos, tal que a la visibilidad de una letra, le correspondía la invisibilidad de la otra. Extrañas criaturas habían saltado desde otro mundo y se posaron donde en lo alto se agita el aire. De día, si uno se paraba debajo de ellas, veía su esqueleto de vidrio desprendiéndose del cuerpo.

(…)

En las tragedias de Sófocles, una piadosa discreción le impedía mostrar las escenas más crueles, aquellas donde se derramaba sangre. En su lugar, un Mensajero aparecía ante el coro y el resto de los personajes, y anunciaba el horripilante fin de Yocasta y la mutilación de Edipo; otro narraba el suicidio de Hemón, hijo de Creonte, al pie del cadáver de su amada Antígona.   
   No tengan miedo, se apresuraban a advertirnos las extrañas criaturas [las letras]. Nuestro mensaje es absolutamente inofensivo, pero no nos vamos a ir hasta que lo hayan comprendido todos.

  El sol. Las estrellas. El aire que agita sus moléculas mezcladas con hojitas. En otoño, los hombres pasan como las tormentas y avanzan por impulsos eléctricos.
 
  Para todos los que siguen abajo, todavía nos pronunciamos.
  Sólo yo hablo un lenguaje transparente: ¿acaso no viste pasar las nubes a través de mis huesos cristalinos?

(…)

Quiero instalar un corchete en la cabeza de cada lector. No hay imagen posible porque, lo repito, el cartel no existe más; debe sostenerse sólo en la sintaxis.
     Es posible que a través de las iridiscencias que emiten determinadas palabras alguien  quede suspendido en el aire: una finísima red  para nadadores al borde del abismo.

(…)
 
 Había un momento del atardecer en que las letras del día ya no eran legibles y las de la noche aún permanecían apagadas; el cartel se disolvía en el plano de lo indecible. Entonces se activaba el sistema de relevos. En ese preciso momento, las palabras del día entregaban el mensaje a las de la noche, antes de desaparecer humildemente frente la fulguración de sus compañeras.
    Un mismo mensaje circulaba sin detenerse durante años, anunciando la existencia de un taller.  Esto era todo lo que teníamos para decirles.  No exigía un esfuerzo de análisis; no emocionaba ni entristecía a nadie. Nada más cercano a la simplicidad de una sola idea. Pero la hemos sostenido fielmente a lo largo de toda nuestra vida.

(….)

Durante el verano, eran mariposas nocturnas y polillas las únicas que acudían al llamado de esas palabras. Entonces, se arrojaban hacia la altura y comenzaban una serie interminable de giros alrededor de las letras.   A velocidades desiguales, pasaban alternativamente por zonas de oscuridad e iluminación, y cada vez que reaparecían sobre los tubos, las alas se encendían de un azul helado.
    Cerrá los párpados y escuchá el aire entre los cipreses.
    Volvé a abrirlos. Por una fracción de segundo, la letra estallaba en pequeñísimas reproducciones de sí misma sobre la superficie de los ojos facetados. Las polillas filólogas se entregaban a un amor ilimitado. 

(…)

Algunos biólogos suponen que esa atracción por la luz se trataría de una forma de orientación en sus transmigraciones. El resplandor amarillo las deja indiferentes, pero el blanco azulado de las estrellas y la luna las atraen hacia sí. Son inútiles los esfuerzos por llegar a ellas; las polillas no lo saben, pero en el intento alcanzan alturas vertiginosas que las ponen a salvo de sus depredadores.

 

    ¿Y después de millones de años, la luna se cristalizó en una superficie que se puede rozar con las antenas y las alas?  ¿Qué es esto?
     La excitación de los electrones convertía a esos insectos en satélites y orbitaban alrededor de un  lenguaje que no comprendían.
   ¿Qué es?
   Elipses, bucles y espirales podían durar toda la noche hasta el agotamiento, mientras casi todo el mundo dormía.
   Lo irresistible del azul absoluto.
   Un corchete suspendido en mitad de la noche devora los ojos porque la mirada se confunde con el deseo. Entonces es mejor que mantengas los párpados cerrados y mires tal como se mira en los sueños: todo esto es demasiado.
  Algunas polillas no podían esperar, y cada tanto se oía pequeños golpecitos contra el vidrio.

  Yo, por mi cuenta, me hice amarrar al texto.

(…)

No llueve,
y las letras hacen bajar los astros hasta la superficie de la tierra.

Llueve,
y las letras segregan luz líquida que se introduce bajo la superficie de la tierra
y lleva un mensaje a las ratas y cucarachas.

Sófocles no decía Mensajero sino ἐxάggeloV, exángelos.

Los ángeles experimentan el ritmo regular del cosmos.

CUADERNOS DE LENGUA Y LITERATURA – VOLUMEN VI (CRÍTICA DE LA
IMAGINACIÓN PURA) (2011) FRAGMENTOS

 

 

ESTUDIO Nº 2 – La cafetera

   Inicio la exploración del área delimitada.
   Encuentro una cafetera enlosada marrón, cubierta de polvo. Está colgada en el alambre tejido que separa el jardín de la zona de las gallinas y la zona de los zapallitos. No se la ve muy deteriorada, pero en la base encuentro un pequeño orificio.

   Existe un momento crítico para las fuentes, cafeteras o pavas de este material, y es el de su primera caída, cuando por algún descuido se nos resbalan de las manos acaso mojadas luego de haberlos lavado. En el choque con el piso, se salta una partecita del enlosado y el interior de metal queda al descubierto. Nada detendrá la oxidación que por allí avanza, combustión  fría que se manifiesta como manchas anaranjadas, de una voracidad lenta y continua. Cada lavado del recipiente elimina el óxido. Cautelosos, lo secamos bien, sobre todo en la parte herida y nos damos por satisfechos.
   Sin embargo, la mancha reaparece, acaso por la misma humedad del ambiente, tan invisible como un virus, y no se detendrá hasta comer toda la delgada capa de hierro fundido y dejar, en los casos ya terminales, un pequeño orificio abierto de lado a lado. Entonces nos damos cuenta, pero ya es demasiado tarde: aquél momento cuando se nos resbaló de las manos supuso el principio del final; en la primera caída ya está la última, esa que lo arroja definitivamente al rincón de los trastos inservibles.
      He visto que a algunas fuentes intentaron salvarlas taponando el orificio con soldadura de bronce. Ellas vuelven al uso, pero a un uso si se quiere disminuido, restringido sólo a la intimidad de la comida familiar. A poco de terminar el guiso de papas y de repasar el fondo con un pedazo de pan, emergen los estigmas de un accidente irreversible, un abultamiento dorado como un pequeño tumor. Se ha vuelto impresentable.
   Esta cafetera marrón no se benefició de semejante tratamiento ortopédico. El agujero  posiblemente no sería más grande que la cabeza de un alfiler, pero suficiente para filtrar en la mesa un charquito de café.
  Y ahora, en medio de la lluvia, el sol y las heladas, el óxido continúa su digestión sin que nada lo detenga, tomando cada vez más porciones de metal hasta volverlas delgadas, ínfimas, finalmente invisibles, cáncer inmaterial por donde se cuelan partículas de polvillo. El agujero ya tiene un diámetro 3 o 4 milímetros.
   Agarro la cafetera por su manija e inspecciono el interior contra el sol de la tarde; un rayo de luz se filtra desde su fondo y proyecta un círculo dorado que se deshace entre los yuyos, rodeado por un cono de sombra.
  
  Entonces decido elevar el recipiente encima de mi cabeza, hasta ocultar el sol.
  Se produce un eclipse de rostro.
  En el fondo oscuro de la cafetera veo que aparece una estrella incandescente. El mismo rayo de luz que se proyectaba entre las hojitas se hunde en mi ojo derecho. Creo que podría deshacerlo.

Una función se descubre mirando con insistencia un objeto hasta que el ojo segregue un líquido caliente y aromático.

 

 

ESTUDIO Nº 12  Intersección de superficies y escrituras. La salvación por la luz.

   Si elevamos los ojos al cielo nocturno, vemos un conjunto de puntitos brillantes que están  en la misma superficie ligeramente abovedada. Desde la tierra, sentados en la reposera una noche de verano en medio del campo, contemplamos un cosmos bidimensional o universo 2D, y por eso desde la antigüedad los astrólogos, magos venidos de oriente, astrónomos árabes, griegos y mayas, sentados en sus respectivas reposeras, no podían resistir la tentación de trazar dibujos en el cielo uniendo los puntitos que se ofrecían como referencia del mismo modo que otros hombres lo hacían sobre el papiro, el papel, las tablillas de barro, la piedra, las paredes de una esquina o la puerta del baño en la escuela.
    Así es como el gigante Orión prolonga su historia entre al tierra y el cielo. Según Eratóstenes, quien recoge la versión de Hesíodo, el héroe era hijo de Poseidón. Éste le había concedido la facultad de caminar sobre las aguas, y así se trasladaba de isla en isla, hasta que llegó a Creta, donde se entregó a extenuantes jornadas de cacería con la diosa Ártemis.
   Más aún: si pudiésemos viajar hacia los propios dibujos que trazamos desde la tierra, comprobaríamos que se desarticulan y disuelven hasta volverse irreconocibles, mundos separados entre sí por millones de años luz.
  
   Pero no hay una sola historia. Las versiones se multiplican y diseminan formando un entramado de relatos. Euforión de Calcis cuenta que Zeus, Hermes y Poseidón fueron de incógnito a visitar a Hirieo de Tanagra quien cocinó un buey entero para ellos.
   Agradecidos por el soberbio banquete, le ofrecieron concederle un deseo. Hirieo pidió tener un hijo. Los dioses tomaron el pellejo del buey, orinaron sobre él o quizá eyacularon, y lo enterraron. Le dejaron instrucciones de que a la décima luna lo desenterrara. Cuando lo hizo se encontró con un niño, a quien llamó Urión, el que orina.

  Entonces podríamos ver que el cinturón del Gigante, que también conocemos como las Tres Marías, resulta de conectar en la bóveda de nuestra retina a Mintaka (δ Orionis), compleja estrella múltiple a 915 años luz…

    Hay quienes dicen que trató de violar a Pléyone mientras viajaba junto a sus hijas las Pléyades por Beocia. Ellas escaparon pero el gigante las persiguió durante siete años hasta que Zeus, compadecido de su huida, las elevó a los cielos.

   Higinio, en su Astronomía poética, recoge dos versiones sobre la muerte de Orión. Soberbio y vanidoso por el tamaño de su cuerpo y su fuerza sin límites, le aseguró a Ártemis que podía matar cualquier animal sobre la tierra. La Madre Tierra asustada, o quizá más bien ofendida, le envió un animal pequeñito, un escorpión. Al correr detrás de un ciervo, el gigante habrá sentido un insignificante pinchazo en la planta de sus pies, acaso una espinita de abrepuño.

    …y Alnilam (ε Orionis), la estrella más brillante del cinturón, es una supergigante azul que ilumina la nebulosa NGC 1990…

   Quizá no sea eso, sino el amor que todo lo mueve y genera las órbitas de las cosas. La otra versión dice que Ártemis se enamora del gigante. Apolo, hermano de la diosa, enloquece de envidia. En una ocasión, la desafía al decirle que no sería capaz de  alcanzar con una flecha aquel  bulto oscuro que se mueve allá a lo lejos, sobre la superficie del mar y contra la línea del horizonte.
   La diosa cazadora tensa el arco,
   eleva el ángulo de la flecha,
   entre sus dedos, la cuerda es casi una cuerda de arpa a punto de sonar,
   ligerísimo temblor por el esfuerzo en sus brazos, imperceptible,
   el bulto se aleja,
   la madera empieza a crujir,
   el ojo se proyecta en la punta de metal,
   el bulto ya es casi invisible,
   dispara…

…lejos, mucho más lejos todavía, arde en el vacío helado Alnitak (ζ Orionis), sistema estelar triple de magnitud 1.89, la última de las tres marías…

   La diosa trae el cuerpo de su amado hasta la playa.
   Recuesta el torso del gigante sobre su regazo, y comienza a mecerse, como si lo estuviese acunando.
   Mientras canta, le cierra los ojos y le saca filamentos de algas que se habían enredado entre sus pelos.
   El agua y la sangre chorrean
 por la piel y los vestidos desgarrados.
 
   ¿Es que no lo pudo saber?
  
      O quizá sí. Ella supo desde un principio, pero no podía quedar humillada frente al desafío de su hermano, porque los dioses son esclavos de ser dioses, de su belleza, de su perfección.

   y también hay una gigante roja,

                                                          y una enana amarilla que parece ser más joven que el sol, 

   y una gota de agua de mar baja sobre su pecho desnudo, se escurre por el extremo del pezón y cae en la boca abierta de su amado

                                y Rigel es un sistema estelar triple,

                                                                              π5 Orionis es una variable elipsoidal rotante

 

y es una canción de cuna
                                       o es sonido del oleaje
no importa: lo mismo asciende,
     las ondas van más allá del cielo
     por eso shhhhh
no te muevas
no tengas miedo, mi amor,
          es solamente luz

                                                  Bellatrix
                                                                                                     Betelgeuse

 

 

  La criatura del planeta Erra apagó su radio a pilas pero siguió escuchando una tenue música que venía del cielo, apenas audible. Al elevar sus ojos, descubrió que había una nueva constelación.



 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2012 
A Página Principal
| A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Muestra poética.
Mario Ortiz, (1965, Bahía Blanca)