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Una mirada personal: Nicanor a los 85

Por Francisco Véjar
Publicado en Rocinante No. 11 (Santiago, septiembre de 1999)



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Nicanor Parra, desde hace tres años, se ha radicado definitivamente en Las Cruces, balneario del litoral central. Se le suele encontrar caminando por la playa o en el balcón de su casa. Desde allí se ve a lo lejos la tumba de Vicente Huidobro en Cartagena, la que, según sus palabras "esta ardiendo en llamas". El entorno que lo rodea es poético. Basta ver a su hija Colombina haciendo un retrato de su padre a lápiz o a su nieto menor que recita de memoria coplas que Nicanor ha ido recopilando de la tradición oral. Abajo se ve el mar como hace miles y miles de años.

Recuerdo que hablando en una oportunidad sobre la teoría del  big-bang y el  big-crunch  le pregunté: ¿Usted cree que vamos a desaparecer sin dejar huella? a lo que respondió: "Eso a mí me deja tranquilo, yo me inclino por la poesía.

Cuando pongo la cabeza cerca de la ventana y miro hacia el mar, vuelvo a escuchar  los diálogos de Hamlet. Están ahí, no ha pasado el tiempo".

Constantemente vuelve a Shakespeare: "En este momento estoy traduciendo escenas sueltas de Hamlet, las que más me interesan. Cada vez descubro más. Hamlet es la culminación de todo. Empecé solamente ayer y ya tengo unos 150 versos traducidos.

"Estoy feliz haciendo este trabajo. Toda la energía está de nuevo en Hamlet. Lo estoy leyendo en inglés isabelino. Hoy día escribí un artefacto que se llama Hamlet y el texto dice:  Hamlet o la locura fingida / como método de conocimiento.  Esparcidos en distintos lugares de la casa hay decenas de cuadernos con textos inéditos, generalmente acompañados por una desconcertante figura que ha ido cambiando de nombre con el tiempo. En un principio se llamó "El Inocencio Conchalí", "El Enano Maldito", "El admirador Incondicional" y finalmente "Hamlet". Ahora aparece con un paraguas exclamando "Help! / El siglo XX y yo nos estamos muriendo".

Otra de las cosas que encontramos son mini exposiciones de sus trabajos prácticos que Parra articula y desarticula según sus propias motivaciones. Este tipo de instalaciones tiene sus raíces en el dadaísmo y el surrealísmo. Generalmente son de carácter ecológico o de denuncia e ironía frente a la civilización actual. Cerca de la chimenea del living hay una piedra en cuyo centro Parra ha escrito "E=mc2" y más abajo dice:  Ultima Piedra / A ver quién se atreve a lanzarla primero. También está a la vista una Coca Cola desechable sobre una mesa de mármol con la siguiente leyenda: "Mensaje en una botella".

Y sobre una silla vemos una secuencia de fotografìas enmarcadas en plumavit que comienza con una foto de su nieto cubriéndose el rostro con ambas manos, luego aparece en otras dos fotografìas a rostro descubierto y finalmente cierra esta secuencia una fotografìa de Nicanor Parra cubriéndose también el rostro. En un principio se llamó "El eterno retorno", ahora la ha titulado "La torre de Pisa".

Su lucidez es asombrosa; recita de memoria parlamentos completos de Hamlet de Shakespeare. Recuerda también poemas de María Monvel, Francisco Contreras y otros poetas chilenos olvidados. Sobre un pizarrón, que al parecer perteneció a una escuela rural, tiene escritas ecuaciones o textos que aún no se publican. En resumidas cuentas es alguien que no pierde el tiempo. Trabaja incesantemente en sus discursos de sobremesa o en poner en escena artefactos que dan que hablar. Leemos al reverso de un sobre  Democracia:/ Dictablanda de los + patudos. Dentro de toda esta inteligencia que brota a borbotones aparece la nostalgia cuando escucha a "Los Tres" presentando a su hermano Roberto en grabaciones inéditas o cuando insiste que vayamos a Isla Negra donde tiene una casa desde hace 30 años y donde escribió "Los sermones y prédicas del Cristo de Elqui" y "Las Hojas de Parra". Esta casa parece una estancia de campo rodeada de un bosque que ha tenido que ir cortando para que deje el paso de los rayos solares. A la entrada hay una construcción de madera de dos pisos. En el primer piso hay una especie de garage que Nicanor ha bautizado "Capilla Literaria".

En ese lugar actualmente sus hijos ensayan su música. Recuerda que antes de finalizar los años 80, estuvo en la isla doña Clara Sandoval, su madre. También rememora a la mujer imaginaria, la protagonista del poema titulado "El hombre imaginario":


Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindò su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazòn del hombre imaginario.

Al interior de la casa hay varias habitaciones con su inevitable galería y muebles antiguos; roperos con enormes objetos, mesas de mármol, objetos en desuso, estanterías improvisadas, una caja fuerte, entre otras cosas. Creo haber visto sobre una mesa en la cocina un cuaderno envejecido por el tiempo, con poemas tal vez anteriores a "Cancionero sin nombre" (1937). También una máquina de coser antigua como una leyenda que dice  La Máquina Del Arte / de la mamá de la Violeta Parra.

Improvisamos un almuerzo a un costado de la casa. Traemos sillas y una mesa de mimbre donde se ponen las empanadas y una botella de vino tinto. Recuerda a Enrique Lihn y le viene a la memoria una visita que le hiciera el editor de Losada. "Era la época en que Pablo Neruda quería que yo publicara todos mis libros en Losada. Después nos distanciamos". Más tarde exclama: Para decirlo en una frase convencional, Neruda era nuestro Shakespeare chileno.

Nos muestra un artefacto en que aparece la estatua de la libertad: Soy Frìgida / Sòlo me muevo con fines de lucro.

"Eso tiene mucho que ver con el arte poético de Macedonio Fernández, el decía que es necesario descolocar al lector. No se trata de iluminarlo como pretendían Rimbaud o Baudelaire. Apenas se trata de confundirlo, de hacerlo dudar incluso de su propia existencia. En síntesis de desintegrarlo".

Está feliz porque acaba de recibir de Austin, Texas, la traducción completa de uno de sus últimos discursos de sobremesa titulado "aunque no vengo Preparrado". En el ensayo que precede a la versión en castellano, viene un balance de la poesía chilena de estos últimos años, titulada The Poetry and Antipoetry of Chile. Este discurso lo escribió con motivo del premio Luis Oyarzún. La traducción estuvo a cargo del poeta y ensayista norteamericano Dave Oliphant y fue publicada en la revista The Dirty Goat. Este tipo de trabajo parece cumplir con la vieja premisa nietzcheana de un discurso saludable , tolerante y conciliador. El mismo dice que es la vuelta del hijo pródigo a Logos. Basta tomar al azar dos versos de este discurso para ver la repercusión de la actualidad, en su desplazamiento: Independientemente del sistema / Los de arriba se sientan en los de abajo.

Lo dejamos en su casa de Las Cruces junto a su hijo Juan de Dios y su mujer, y a Corita, siempre atenta a sus itinerarios. Al regreso nos acompaña Cesar Cuadra, autor del libro "Nicanor Parra / en serio & en broma". Dejamos atrás un paisaje idílico. Ya de vuelta en Santiago recordamos una frase de Nicanor: Solamente muere el que cree que está vivo.


PARRA en serio & en broma

Breve transcripción de la conversación con el escritor y crítico César Cuadra en el viaje de regreso a Santiago desde la casa de Nicanor Parra en Las Cruces.


A la luz de este fin de milenio ¿cual sería para usted el aporte de la antipoesía?
—A las sombras querrá decir usted. Bueno, René de Costa ya dijo algo que habla por sí solo, que la "antipoesía habría reinventado el lenguaje poético de nuestro tiempo". Figúrese lo que esto implica... Y eso que De Costa sigue mirando la antipoesía como "simple literatura".

¿Qué quiere decir con simple literatura?
—Que nuestra crítica sigue leyendo la antipoesía con los ojos y las estrechas herramientas del  modernismo, lo que se traduce en que a pesar de los casi 50 años de desarrollo antipoético no salen del  paradigma esteticista.

¿Existe alguna relación entre esto y lo que algunos críticos han señalado en cuanto al éxito de público de la antipoesía?
Ciertamente, en la tradición modernista el éxito de público necesariamente va unido a la sospecha, de modo que el recelo de estos críticos es justificado pero, como dije, sólo en el universo modernista; más allá de esas premisas ya no funciona, y hoy por hoy no es el único criterio que opera.

¿Usted se refiere al posmodernismo?
Bueno, habría que evaluar primero qué se quiere decir con esa palabra. Si el posmodernismo se refiere, como lo hace Jameson y la teoría anglosajona, al devenir antiestético de la producción artística, entonces estaré de acuerdo sobre ese punto acerca de la antipoesía. Lo mismo cuando se refiere a la redefinición de la conceptualidad heredada, a la deconstrucción, a la recuperación de las ruinas y desechos modernos, etc, etc, etc.




(Cesar Cuadra es Doctor en Filologìa de la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado Nicanor Parra en serio & en broma, Universidad de Chile, EDEH, Santiago de Chile, 1977)


 



 



 

 

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