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ENSAYO
NERUDA VERTIGINOSO Y PRESENTE:
NERUDA EN 2004



Por Marjorie Agosín
Revista de Estudios Públicos N° 94, 2004.


La dificultad para establecer el sitial de la poesía de Pablo Neruda en el siglo XXI es la inquietud que recorre estas páginas. Marjorie Agosín indaga en la riqueza verbal que ofrece la poesía de Neruda para recuperar desde allí la memoria histórica y la identidad de esa otra América, la oscura. Sostiene que esta lírica es hoy más necesaria que nunca, pues nos ayuda a regresar la mirada sobre lo humano. Precisamente gracias a esa característica, señala la autora, la obra de Neruda ha ejercido una influencia liberadora en la tradición poética de Nueva Inglaterra y es fuente de inspiración para los poetas de habla española de Estados Unidos.


A principios de un vertiginoso siglo 21 desmesuradamente avanzado por la tecnología, infinitamente pequeño en los aprendizajes del espíritu.

En un siglo 21 donde la guerra postmoderna pareciera ser un pasatiempo observado por una pantalla de televisión, pero que igual utiliza la violencia más arcaica y milenaria para torturar, me pregunto cuál es el sitial que ocupa ahora la poesía y cómo hablar del poeta más traducido del siglo 20, cómo hablar de Pablo Neruda.

Hablar de poesía mientras la pantalla de la televisión ofrece cuerpos desmembrados ante la mirada indiferente de millones de espectadores que asumen la posición de ser parte de un reality show, pareciera insólito e innecesario, aunque yo me atrevería a decir que tal vez es lo único posible en el ahora violentamente incierto. La poesía con su lenguaje de la ambigüedad ayuda a regresarnos la mirada que humaniza y, por lo tanto, el acto de la poesía es un acto de resistencia.

Los homenajes a Pablo Neruda aparecen en los lugares más insólitos y ahora sólo me quiero referir a América, país donde articulo mi presencia frente a Neruda. Desde San Francisco a Duluth, Minnesota, al Kennedy Center for the Performing Arts, Neruda es celebrado, cantado y leído. Es su centenario, es su largo cumpleaños que tal vez no ha cesado de celebrarse, pero además, nunca un poeta ha sido tan necesario y tan oportuno.

¿Preguntémonos que nos ofrece en el ahora? ¿Cómo se articula su presencia y su estar en el mundo? Algunas elucubraciones y ninguna respuesta. Neruda es lenguaje, lenguaje que tiene la capacidad de desbordar al lector con una fabulación de imágenes donde sirenas dialogan con borrachos y donde adúlteros con homosexuales conviven. Pero además lenguaje que es a la vez grandioso en su magnitud de la Historia. La Historia como experiencia de reconocimiento y recogimiento que se articula a partir de poemas o libros fundamentales como las “Alturas de Macchu Picchu” donde la Historia aparece como descubrimiento... descubrir, deshojar, desvelar al mundo nuevo...

Neruda es Historia y Memoria, descubrimiento de un continente, del continente americano, y a la vez identidad ante la magnitud de una América que también es lenguaje y memoria. Me explico, Neruda ahora ofrece la capacidad telúrica de desmembrar la Historia a través de la palabra que es primero imagen para después ser sonido. Neruda nos incita a recuperar el habla, habla que no es cháchara, que es memoria del ya del decir, del quehacer del texto y de la poesía que no es el texto del silencio.


Y en la desfiguración del siglo, Neruda nos ofrece el lenguaje de lo majestuoso y de lo inefable, de lo visible e invisible. Neruda incita a la imaginación, a la posibilidad de transfigurar, de trascender a través de ella, donde se instaura en la mejor tradición del arte la posibilidad de una expresión que es sólo victoriosa por medio de la aprehensión de un lenguaje distinto, el imaginario, el sagrado y el inefable. Neruda ofrece una posibilidad de elegir una vida no prosaica y una vida entregada a la imaginación.

Neruda es también, y más que nada, del ahora y amor y erotismo, erotismo del lenguaje y reconocimiento de la otredad. En el espacio de la violencia, violencia al cuerpo torturado en cárceles o en camas en las esferas de lo privado y lo público, Neruda ofrece el erotismo del cuerpo, la vindicación del cuerpo y no su violación. La trayectoria de la poéticaamorosa de Neruda se vincula a la trayectoria del viajero milenario en busca del amor. Para citar a un verso de Edmond Jobes, busca el “blanco principio”, donde no hay que confundir la lengua y la claridad del texto: una es brillo exterior, la otra es interior y de ondulantes fronteras.

Porque en el siglo 21 demarcado por fronteras, precipicios, por las luchas de etnias como visión fundante del planeta, Neruda es voz más allá de la frontera y zona de confluencia donde el lenguaje supera la división porque transgrede orden, piel y mito. La poesía amorosa es también un aprendizaje donde se da la posibilidad de trazar lo incorpóreo y dar luz al sentir de las cosas fugitivas.

Tal vez es Octavio Paz quien señala el camino de la trayectoria trazada por Neruda en su erotismo, en su poética del erotismo y en la articulación de la Historia. La relación de la poesía con el lenguaje es semejante a la del erotismo con la sexualidad. También en el poema... cristalización verbal. Porque el poema no aspira ya a decir sino que a no ser, a no ser materia tangible pero a la vez a ser materia, historia y sueño. La poesía de Neruda incita al aprendizaje de los sentidos, del tacto del silencio y del secreto como pasión o historia. Neruda aquí en América.

Para el lector común, como diría Virginia Woolf, “the common reader”, la poesía no ha sido el medio por excelencia de comunicación en el mundo sajón, pero igual este país ha estado resguardado y custodiado por la vastedad de los espacios, aunque también por la vastedad de los espacios tutelares que custodian a la poesía. Emily Dickinson, luciérnaga interna del no decir, del decir de las cosas inefables, poeta cabalista que ordena al mundo a partir del espacio de la invisibilidad. Pero a la vez Whitman, extravagante, abierto y desformado en su espeluznante libertad de forma, de materia y de historia. Neruda se intersecta en medio de estos espacios; Neruda es Dickinson, Whitman, sonoro y medido, introspectivo y desbordado. Sin embargo Neruda se lee en los salones de clase de literatura latinoamericana y tal vez es el único poeta que escribe en español, que se integra y que se estudia en lo que se llama estudios americanos. Curiosamente en un país que categoriza todo, desde las razas a las religiones a las preferencias sexuales, Neruda es Neruda, pero también se le reconoce como a ese poeta de Chile que nombra a la otra América, a la oscura, a la sola, a la luminosa, pero a la que brota desde adentro.

En los sesenta y en los setenta Neruda comienza a ser reconocido en los EE.UU. y el reconocimiento nace desde el interior de la poesía misma. Bly Merwin y Ben Bellit, poetas que lo traducen bien y mal, pero que en el mismo proceso de la traducción lo incorporan, lo hacen ser, decir, articular. Y ellos mismos se transforman en Nerudas desafiadores de un léxico distante como dice Jonathan Cohen, en su artículo inédito sobre Neruda. Su poesía en traducción comienza a ser parte de la herencia de la América del Norte, esa América que siempre era distante, sola, insular y fría. La misma Anne Sexton dice que gracias a Neruda la poesía americana se libera y se llena de imágenes, puede ser otra. Seguro que Robert Lowell, quien también trabajaba con Sexton y Plath desde la poesía elitista de Nueva Inglaterra, es liberado por la voz de Neruda que llega en español pero que también se convierte en inglés.



Poetas del ahora poetas latinos

Es inevitable no pensar que Neruda también está en la poesía latina que se escribe en EE.UU., poesía que juega que es, que sueña y que se articula en multiplicidad de idiomas. Está por ejemplo en la poesía del boliviano amazónico americano Nicomedes Suárez que escribe sobre las flores y las comidas tanto reales como imaginarias. Neruda se desplaza más allá de las fronteras. Inventa, reinventa, hace que los demás hablen no por él sino junto a él. Martín Espada, poeta puertorriqueño, también toma y retoma la historia de la América del Norte como sus intervenciones en América Central que nos recuerdan los poemas de la United Fruit Company o la llegada de Neruda a esta América del Norte en 1966, en los comienzos de la guerra del Vietnam.

Hablo del Neruda de ahora y del Neruda que retoma su vigencia en la tierra, y también aquí donde yo vivo, donde aún los poetas están silenciosos frente a la guerra del Vietnam y donde aún la poesía sigue siendo tal vez el producto de cierta intelectualidad separada de todo lo que tiene que ver con lo que implica el estar en el mundo. Neruda vuelve a la América del Norte en medio de la guerra del Irak y vuelve como volvió en la guerra del Vietnam.

En lo personal, desde mi autoexilio, Neruda fue para mí un texto abierto. Una luciérnaga que me iluminaba desde adentro, una seducción del lenguaje y la pertenencia, y una imaginación transgresora pero alegre.

 

 

MARJORIE AGOSÍN. Ph. D. en Literatura, Indiana University. Profesora de literatura latinoamericana en Wellesley College. En 1995 recibió el premio Letras de Oro y el Latino Literature Prize for Poetry, por su libro Toward the Splendid City (1994). Su libro más reciente es A Cross and A Star (University of Mexico Press, 1995), donde relata la infancia de su madre, inmigrante judía en una comunidad alemana en Chile, durante y después de la segunda guerra mundial.

 
 


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