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El discurso de las Matemáticas en Purgatorio de Raúl Zurita

Por Sergio Ojeda Barías

Escritor, Doctor en Literatura por la Universidad de Chile



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Raúl Zurita, como se sabe, realizó estudios de Ingeniería en la Universidad Técnica Federico Santa María, motivo por el cual posee una vasta formación en las áreas de las matemáticas. Este dato biográfico no pasa desapercibido en la estructuración de su escritura. Purgatorio contiene múltiples ejemplos al respecto. Se observa en la forma que numera las estrofas de los versos y en los enunciados problemáticos que plantea en algunos poemas que contienen una discursividad de tipo lógico-matemático.

La particularidad del discurso matemático es que posee una serie de características formales que a partir del razonamiento lógico relaciona entidades abstractas como números, formas geométricas y símbolos, etimológicamente deriva de mathema cuyo significado es: estudio del tema.

Al igual que Juan Luis Martínez, la poesía de Zurita pone al servicio de la textualidad poética el discurso científico, el cual es modelizado no solo en el entramado de los versos sino en la propia arquitectura del libro. Existe un orden estricto y un andamiaje donde cada palabra e imagen están pensadas acorde a un ordenamiento lógico, nada está puesto al azar en Purgatorio.

La superposición de planos, por ejemplo, es un claro indicio de la interdiscursividad con el lenguaje científico. Recordemos que gran parte de la preocupación de la geometría moderna fue ajustar sus modelos a las nuevas interpretaciones y teorías que relacionaban el espacio-tiempo, de ahí que Zurita utilice estos conceptos para que en la estructura general se refleje una multidimensionalidad del espacio y el tiempo.

Se observa la presencia del “Cronotopo vertical de Dante” que según lo señala Bajtin, hace lo heterotemporal simultáneo, ve a todo el mundo en un solo tiempo. Al mismo tiempo las imágenes que pueblan ese mundo son profundamente históricas, están saturadas de potencia memorística y por eso tiende a la participación de los hechos históricos en el cronotopo temporal-histórico.

Las secciones donde más se observan estas mutaciones entre poesía y lenguaje de las ciencias son: “El Desierto de Atacama”, “Áreas verdes” y “Mi amor de Dios” donde la estructura del verso cede a las proposiciones de orden lógico formal, a los teoremas y al uso de símbolos usados en cálculos de geometría.

En la página 52 de Purgatorio se observa la intersección creada por Zurita con el lenguaje silogístico, númera y ordena los argumentos de manera que en una sucesión protocolar de argumentos se construya la respuesta lógica:

Sabía Ud. Algo de las verdes áreas regidas?

Sabía Ud. algo de las verdes áreas regidas por los
Los vaqueros y las blancas áreas no regidas que las vacas
huyendo dejan compactas cerradas detrás de ellas?

I. Esa área verde regida se intersecta con la primera
área blanca no regida

II. Ese cruce de áreas verdes y blancas se intersecta
con la segunda área no regida

III. Las áreas verdes regidas y las blancas áreas no
regidas se siguen intersectando hasta acabarse las
áreas blancas no regidas (Purgatorio 52).

En matemáticas el concepto Áreas se refiere a la medida de la superficie que cubre un cuerpo o figura geométrica. Sus unidades se miden en unidades cuadradas, también denominadas de superficie, como centímetros cuadrados (cm2), metros cuadrados (m2) y hectáreas (ha), entre otras.

Estas áreas que expone el discurso zuritiano superponen la espacialidad multidimensional que en un proceso de entrecruce, finalmente se topan. El mismo purgatorio es un lugar de cruce entre el cielo y el infierno. Alejandro Tarrab (2011) afirma que este espacio de expiación de Purgatorio está relacionado con la geometría no-euclidiana, que es la que supera los fundamentos postulados por Euclides en su libro Los elementos (300 A.C) acerca de la geometría plana y tridimensional:

A partir de cinco axiomas y la formulación derivada de teoremas, esta obra da pie al desarrollo de la geometría clásica, concebida como ‘la única posible’ (Kant) hasta hace casi dos siglos. De los cinco axiomas establecidos en Los elementos fue precisamente el quinto el menos evidente, incluso para Euclides. Desde este resquicio emerge un nuevo capítulo para la geometría; desde la anulación de este quinto postulado (‘dada una recta y un punto fuera de ella, hay una única recta paralela a esta que cruza ese punto’ ) se sugiere una visión más amplia en los planos del tiempo y del espacio. (Tarrab 2011 148).

Raúl Zurita afirma en 1989 en una entrevista en el marco de un coloquio del Centro de Estudios Públicos, que pensaba que todo lo que se escribe, incluida la fantasía, estaba regido por un mundo euclidiano sujeto a dimensiones muy concretas y muy fijas. Sin embargo, le había llamado su atención el Igitur de Mallarmé, en el cual se describe a una persona que justo en el momento que acaba de matarse vuelve al momento de su muerte, todo en un momento único. Para Zurita llevar eso a la vida física es imposible debido al sistema de coordenadas espaciales en el que se desenvuelve el ser humano, el mismo fenómeno sucedería con los grabados de Escher, cuya construcción física es inviable. Por lo tanto, su interés se fijó principalmente en un tipo de espacio que supere la noción de tridimensionalidad.

Purgatorio y sus desiertos parecen ser un punto de enlace de infinitas aperturas, solo posible de poetizar, de ahí que ese modelo sea tan útil en la elaboración de los textos. Zurita entiende muy bien que los símbolos y las representaciones que hacen las operaciones matemáticas contienen en su abstracción escenarios posibles de comprobar o de falsear.

El lenguaje de las matemáticas también es una mezcla híbrida entre palabras, números, símbolos, figuras y conceptos, su lógica deductiva está sujeta por normas muy precisas. El lenguaje matemático está urdido a través de principios que son los axiomas, objetos que vienen a ser los números y símbolos, y tiene reglas de juego que son las propiedades, los resultados a los que llega deben ser demostrados, en este caso no basta la comprobación.

En Purgatorio la numeración de “Domingo en la mañana”, en la primera sección, no tiene una secuencia ordenada (I, III, XIII, XXII, XXXIII, XXXVIII, XLII, LVII, LXIII, LXXXV, XCII), aparecen más bien como códigos donde hay información que rastrear, entre número y número hay vacíos que rompen la continuidad, aunque se puede de todas maneras establecer un orden diegético entre I y XCII.

En “Pampas”, se lee:

Áreas de desvarío (i)

Áreas de Pasión (II)

Área de muerte (III)

TODA UNA PAMPA TU ALMA CHUPADA DIME QUE NO TUS
ENROJECIDOS OJOS (Purgatorio 57).

Los tres planos de las áreas, aparecen relacionados a través de la numeración ascendente, para el purgatorio zuritiano esa espacialidad contiene en su interior a esas otras dos, pero para sentirlas en su dolorosa expresión deben aparecer en un único y mismo plano. El Área I sería el sujeto en su lenguaje delirante y atormentado que propende el desvarío. La segunda Área viene a ser la presencia del amor, la posibilidad de la redención (LA VIDA ES MUY HERMOSA INCLUSO AHORA, se lee en la dedicatoria) y la tercera Área, la de la muerte, relaciona el desierto con la finitud (En este mismo desierto fueron asesinados y enterrados, muchas víctimas en la represión dictatorial). El verso final: “TODA UNA PAMPA TU ALMA CHUPADA DIME QUE NO TUS / ENROJECIDOS OJOS” conecta las tres áreas en un discurso que atisba una salida, esos espacios de esperanza que acontecen cuando ya parece todo perdido.

En esa misma línea se inscribe el texto “Los campos del hambre”:

LOS CAMPOS DEL HAMBRE

Áreas N = El Hambre de Mi Corazón

Áreas N Campos N = El Hambre de

Áreas N = . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

y el hambre Infinita de Mi Corazón (58).

En álgebra, disciplina matemática que resuelve ecuaciones, la letra N representa los números naturales {0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7…}; llevado a la teoría de conjuntos simboliza el número total de elementos agrupados. En el álgebra se utiliza letras (a +b = c) para representar números (4 + 3 = 7) y así efectuar todas las operaciones aritméticas.

En el caso del texto citado, la primera área N tiene su equivalencia con “El Hambre de mi corazón”, el sujeto poético en este caso habla desde un yo, desde un “mi”. Por tanto, denota pertenencia a esa área que lo contiene todo y en la cual padece la tragedia y el dolor. En la segunda línea del texto “Áreas N Campos N”, son equivalentes a: “El Hambre de”. El lenguaje en este caso está cercenado, se provoca una ruptura en la frase, aparece un espacio vacío y abierto a la interpretación, al igual que la numeración que no sigue el orden secuencial de la primera sección del libro.

En el último verso Áreas N tiene su equivalencia en el espacio vacío, es decir el desamparo y la soledad absoluta del sujeto que habita en estos planos y campos del hambre, Zurita agrega que el hambre del corazón es infinito. El sujeto está al borde del abismo, las Áreas N, que contienen al conjunto de todas las áreas son iguales al Hambre Infinita de su corazón.

En el tercer poema de este conjunto aparece la locura:

LOS CAMPOS DEL DESVARÍO

N = 1 . . . . . . . . . . .
La locura de mi obra

N = . . . . . . . . . . .
La locura de la locura de la

N . . . . .. . . . . . .

(Purgatorio 59).

En la primera línea N = 1, juega con la idea del yo, la primera variable de la ecuación sería: N = 1 (uno), uno mismo, es decir el yo, que es Zurita; esta variable se engarza con la locura de su obra, que se vuelve a personalizar pues dice “…de mi obra”, luego en la siguiente líneas N es igual al desvarío del lenguaje que deviene caótico y entrecortado. Todo termina en N que indica la totalidad, una totalidad infinitamente vacía. La locura parece ser una salida, pero finalmente se queda en el desvarío, es decir queda excluida.

El último texto de la sección “Mi amor de Dios”, es la exposición de 5 planos cartesianos, bajo el título: “La llanuras del dolor”. En el lenguaje de las matemáticas los planos cartesianos (como los que se observan en el texto de Zurita) están formados por dos rectas numéricas perpendiculares, una horizontal y otra vertical que se cortan en un punto. La recta horizontal es llamada eje de las abscisas o de las equis (x), y la vertical, eje de las ordenadas o de la ye,  (y); la finalidad de estos planos es describir la posición de puntos, los cuales se representan por sus coordenadas o pares ordenados.

Las llanuras a las que hace referencia el poema se ubican en diversas coordenadas espacio temporales, puede ser la geografía que se dinamiza para expresar la tragedia, también representaría un espacio psíquico e incluso una reflexión más global acerca del dolor universal.

Los dos primeros planos contienen, justo en el punto cero o de origen, la palabra eli, denominación en arameo que se traduce como: “mi dios”. Se entronca esta cita con la de “Áreas Verdes”: “Eli Eli / Lamma sabachthani”, palabras de Cristo en la cruz: “Padre Padre porqué me has abandonado”, con la cual se representa el momento más desesperanzado de su pasión, el momento de la duda. Estas llanuras del dolor parecen invocar a Eli con la misma intención expresiva en el texto, se retrata así el abandono, que no sólo es territorial sino que se enlaza con la idea del padecimiento y la duda acerca del sentido de ciertas acciones humanas. Los demás planos están vacíos en una secuencia que va desde el lenguaje imprecativo que nombra a Eli, hasta la expresión total del territorio despoblado.

En esta relación ciencia y poesía conviene repasar algunos comentarios de Lyotard en La condición postmoderna (2000) acerca de la ciencia y el conocimiento. Allí afirma que el saber ya no se reduce a la ciencia y ni siquiera al conocimiento. El conocimiento sería el conjunto de los enunciados que denotan o describen objetos y en ese plano la ciencia sería un subconjunto de conocimientos hecha de enunciados denotativos que impondría dos condiciones suplementarias para su aceptabilidad: que los objetos a los que se refiere sean accesibles y en las condiciones de observación explícita se pueda decidir si estos enunciados pertenecen o no al lenguaje de los expertos.

También es preciso señalar que el saber no sólo se comprende por lo denotativo, se mezclan el saber-hacer, saber-vivir, saber-oír, etc., para Lyotard el saber es la capacidad de emitir “buenos” enunciados denotativos y también “buenos” enunciados prescriptivos y valorativos.

En este sentido, sea cual sea el argumento que se propone para dramatizar y comprender la separación entre el estado consuetudinario del saber y el que es propio de la edad de las ciencias, siempre se requerirá la presencia de la forma narrativa del saber tradicional. El relato es la forma por excelencia de ese saber, por cierto en ese terreno se inscribe la literatura y la poesía.

Los relatos populares cuentan lo que se pueden llamar formaciones positivas o negativas (éxitos o fracasos de las tentativas de los héroes). Legitiman a instituciones de la sociedad (los mitos). Representan modelos positivos o negativos (héroes felices o desgraciados) de integración en las instituciones establecidas (leyendas, cuentos) y, quizás lo más relevante, la forma narrativa admite siempre una pluralidad de juegos de lenguaje.

Otro aspecto a considerar es que el saber narrativo incide sobre el tiempo, contiene un ritmo que es la síntesis de un metro que hace latir el tiempo en períodos regulares y de un acento que modifica la amplitud o longitud de algunos de ellos.

En comparación con el saber narrativo, el saber científico se desprende de una concepción clásica: el juego de la investigación y el de la enseñanza. Un destinador se supone que dice la verdad a propósito de un referente (Copérnico y su teoría de la trayectoria circular de los planetas), en este sentido el destinatario puede validar o negar el enunciado, por lo que el argumento será sometido así a la misma doble exigencia de demostrar o refutar.

El que sabe (Savant) reúne en potencia las mismas cualidades que el que refuta, por tanto, lo que se debe demostrar es que lo que se enuncia es verdadero, la observación científica consiste en la observación de una doble regla: la primera dialéctica o retórica de tipo judicial (probar, elementos de convicción, debate); la segunda es metafísica: el referente no puede proporcionar una pluralidad de pruebas contradictorias o inconsistentes (Dios no engaña).

La ciencia llama a esto, en el siglo XIX, verificación y en el siglo XX falsificación. La verdad del enunciado y la competencia del que lo enuncia están pues sometidas al asentimiento de la colectividad de iguales en competencia, de ahí la necesidad de hacer escuela, de formar iguales. El instrumento para asegurar la reproducción es la didáctica, en este caso el estudiante no sabe lo que sabe el destinador, pero puede aprender y convertirse en un experto con idéntica competencia que su maestro.

Esta doble exigencia presupone que hay enunciados a propósito de los cuales el intercambio de argumentos y la administración de pruebas se consideran como suficientes y por este hecho deben ser transmitidos tal cual son a título de verdades indiscutibles de la enseñanza, (se enseña lo que se sabe).

Según Lyotard, comparados el saber científico con el saber narrativo se aprecian las siguientes propiedades:

a) El saber científico exige el aislamiento de un juego de lenguaje: el denotativo. Se excluyen los demás. El criterio de aceptabilidad es su valor de verdad.
b) El saber se encuentra aislado de los demás juegos de lenguaje cuya combinación forma el lazo social. Ya no es un componente inmediato y compartido como es el saber narrativo.
c) En el seno del juego de la investigación la competencia se refiere al enunciador. Éste no tiene competencia particular en cuanto destinatario (no se exige más que en la didáctica: el estudiante debe ser inteligente).
d) Un enunciado de ciencia no consigue ninguna validez de lo que informa, no se enseña más que lo que es verificable por medio de la argumentación y el experimento.
e) El juego de la ciencia implica una temporalidad diacrónica: una memoria y un proyecto. El destinador tiene conocimiento de los enunciados precedentes (bibliografía) y sólo propone un enunciado sobre ese mismo tema si difiere de los enunciados precedentes.

No se puede, por tanto, considerar la existencia ni el valor de lo narrativo a partir de lo científico, ni a la inversa, pues el saber narrativo no valora su legitimación, se acredita a sí mismo a través de la pragmática de la transmisión, no recurre a la argumentación y a la administración de pruebas, une a la incomprensión del discurso científico una determinada tolerancia, lo acepta como una verdad dentro de la familia de las culturas narrativas. El científico al contrario, se interroga sobre la validez de los enunciados narrativos y constata que éstos nunca están sometidos a la argumentación y la prueba. Los clasifica en otra mentalidad: salvaje, primitiva, subdesarrollada, alienada, prejuicios, ideologías, ignorancias etc., síntoma de esto sería la historia del imperialismo cultural desde los comienzos de Occidente.

En base a estas argumentaciones, el diálogo entre las matemáticas y la poesía en Purgatorio provoca que los signos propios de cada discurso se aíslen y pierdan su horizonte contextual. De esta manera, el poeta juega con los elementos interdiscursivos como una manera de representar el mundo y al sujeto, en esta desalineación espacial donde convergerían todos los planos que pretende retratar a través de las imágenes. Por consiguiente, el lenguaje de la poesía necesita estos relatos como préstamos para resolver una comunicabilidad que ya no es posible de lograr en los formatos y dispositivos más tradicionales.

Sabía Ud. que ya sin áreas que se intersecten comienzan
a cruzarse todos los símbolos entre sí y que es Ud.
ahora el área blanca que las vacas huyendo dejan a
merced del área del más allá de Ud. verde regida por
los mismo vaqueros locos? (Purgatorio 52).

El discurso interdisciplinario de Purgatorio da respuesta a la dificultad que enfrenta el sujeto para explicar nuevos problemas y encasillarlos. Las llanuras y los desiertos del dolor contienen una realidad imposible de explicar, imposible de traducir con los mecanismos clásicos de la lírica.

III. Esas otras finalmente vienen vagando
desde hace un millón de años
pero no podrán ser nunca vistas por sus vaqueros
pues viven en las geometrías no euclidianas (50).


 

 

 

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El discurso de las Matemáticas en Purgatorio de Raúl Zurita
Por Sergio Ojeda Barías
Escritor, Doctor en Literatura por la Universidad de Chile