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P O E S Í A

Sergio Rodríguez Saavedra


.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. A Martín Vargas

LE GRITABAN BORRACHO, MUJERIEGO
UN BUENO PARA NADA

Ahora que sabes como  muerde la galucha herida
y el “Pega martín pega” se ha transformado
en la búsqueda de una pega mal asalariada.

Ahora que duelen tus nudillos cuando llovizna
y ese automóvil flamante
es un hueso quebrado en la memoria:
recuerdos que tiran la toalla
y caen derrotados en este rincón.

Ahora, mientras los perfectos pómulos de una Miss
han ocupado el lugar de tus cicatrices en la pantalla
descubres que esos colores de la Virgen de Lourdes
no pueden, ni podrán, rayar las pintas de ningún tigre.

Sí, ahora tienes razón: la vida es un puñetazo.

( De Suscrito en la Niebla, 1995)

 

 

RITUAL DE LA RESURRECCIÓN

Escogeremos el calendario viejo
para iniciar nuestra memoria.

Escribiremos para que otro sentido herede la voz:
un atrapa niebla de palabras ausentes
ahogadas en el río ligero del olvido.

Y cuando este pueblo baje óvulo su invierno
a buscar nuevos hijos para la arruga
nuestro silabear será la lluvia jugando
con dibujos que un niño traza en la ventana.

Dejemos que estas redes
sean remendadas por los muertos,
un hombre envejece
sólo cuando olvida su primer sueño.
Es hora de conversar y beber con mis parientes.
Están alrededor de la mesa:
el tío que ha de morir bajo las patas
de un caballo loco y la abuela que conocí
a través de la altiva tristeza de mi madre.
No tenemos medallas para este siglo.
Somos destino y sucesión:
el tiempo suficiente
de la oruga en su arrastre
de la sílaba en su tierra
del amor en su preñez.
Estamos bebidos hasta las sienes
pero recogeremos el canto, porque
si algo perece estas manos sabrán forjar
nuevamente su tierra
y cuando para uva sea, entonces
su cielo.

 

BOCETO DE BAHÍA PARA HOMERO

Escribo memoria en este embarcadero
cuando sus redes traen más frío
del que podemos recordar.
Queda sólo el tejido de las barcas,
el grito de Ulises llamando en vano
este perro ahogado en otro siglo.
Rostros que hace tiempo parecen
condición del pasado
observan sospechando que trafique
el vino amargo de los naufragios.
He cambiado sandalias al ausente
dejándoles sumidos
en nombres que ya nadie intenta evocar.
Tal vez la pregunta sea devolverse,
abandonar nuestros candados a la bruma
dejando que entre el padre a contar
otro día como peces dispuestos para cebar,
coger esos libros que jamás leyó,
acariciar sus lomos preguntando cuál es la tarea,
cerrar los ojos pensando si ha crecido la casa
o es el mar quien camina más cerca,
comenzar amando los días
porque se han ido tantos años
y se cree escuchar ladridos
donde revientan estos huesos
ya salados por la espuma.

 

A VECES, ÍTACA

Seré la tumba de mi padre algún día.
Navegaré esos pasillos de la casa natal
gritando entre su niebla
un nombre que nadie escucha.
Odiseo convocará estos ausentes
al viaje de la lluvia.
                            Pero la vida
no puede navegar sin tus remeros
- me dice.

 

CORPUS DE MUJER CIMBRANDO EN EL SONIDO

Que es la voz
                                               sino otro silencio
                                               abrazándose a un cuerpo,
                                               el tuyo sin ir más lejos,
                                               con esa mariposa
                                               que me nombra cada día
                                               y sale a volar
                                               siempre a ciegas
                                               como una culpa torpe
                                               escondiéndose en cada rincón
                                               de la casa.
                                               Insecto o rocío
                                               después del beso,
                                               ozono la lengua,
                                               cigarra este pálpito,
                                               larva la mirada que nos reconoce
                                               y nos vigila dos veces ángel
                                               en su demonio de querer decir.
                                               por eso no me hablas
                                               del capullo
                                               y su paso salival en la garganta,
                                               libélula sobre charco
                                               cada sonido
                                               al otro lado del sol,
                                               temblor de labio
                                               su frío escondite,
                                               camino por tu voz
                                               como sólo el poema
                                               puede crecer del silencio.

(de Memorial del Confín de la Tierra, 2003)


YA NO LEO A MARX NI MATEO

Me limito simplemente a pensar
si el polvo tañe en las campanas o estos caminos
han regresado alguna vez al mar: si en sus lenguas
y lenguajes a todos cantaremos: si salivales
limpiamos aquel idioma empantanado en la ribera
y construimos risa la choza del ausente
o arroyo visitaremos niebla poblando
de musgo y gusano el destino de la casa natal:
Ya sé que pasar la edad de Cristo es entrar
al territorio de la muerte y la taberna: quizás
cuando la barca no sea su madera
estaré para remero descalzo
o cansado al fin de míseros tratos con la nada
plagiaré como tantos la voz ahogada
que ronda a quienes dejaron de nadar
contra la corriente:
                            Es hora de abandonar
la biblioteca a su candado porque no fuimos
ni el libro ni su llave: lo dijo el ángel
- anda sólo: yo tengo alas –
tal vez sea momento de guardar
para otros más veloces esa palabra ligera: mientras
un viento de todos los siglos tañe cada vez más fuerte
el polvo que nos empieza a llamar.

 

INBUNCHES 1
(la metamorfosis)

Y si poseo
tanta tristeza
como un extraño insecto
de Kafka

              tal vez
              ha llegado el momento
              que me llamen Sr. Samsa

              y cierren
              de una vez por todas
                       esa maldita puerta.

 

CANTAR DE MARÍA DEVOTA

Si tengo lengua, pues lamo miel
y si dientes, entonces loba soy a tu sexo.

Aunque estés dentro del bosque
siguiendo huellas donde tienes mi caricia.

Soy María Devota, desde los quince
el cuerpo que arquea en tus manos.

La madre de algunos que vagan por el viento
jugando a ser gotas, pulsando la guitarra
como quien pulsa el destino, riendo cretinos
cuando pasan por hendijas llenas de sudor.

Soy tu bruja, ni se te olvide Comandante de la
Tierra, traerme una flor extraña, una rama ensortijada
una mariposa que anide el horizonte
que veré en tus ojos.

No te olvides bajarme la ganas
cuando vuelvas esta noche.

 


LA HORA DEL FIN SEGÚN EFRAÍN IMELCOY

He apreciado una piedra.
No tiene esa majestuosidad del roquerío
ante la zarza de las olas
tampoco velocidad en la cruza del lobo
pero da forma al rigor del ángel
que deja luceros
como quien olvida otra mentira
sobre la mesa del bar.
He pulsado su clavija
tensando el alma de aquellos abandonados
y era su tacto un corazón fósil
su roce un beso mojado por la angustia
este siglo otro marino cansado de secar
las barbas
bajo un cielo perdido en las rutas del sud.

He apreciado esta piedra.
De ella entonces nuestras lápidas.

(de Tractatus y Mariposa, 2006)

 

CANCIÓN DEL REGRESADO
                                               a Pedro Lastra

Siembro trigo en los ojos de los muertos
pero nadie retorna entre las espigas

y quizás sea mejor

hay pasos que deben perderse en la lluvia
como siluetas que reconocemos desde lejos
cuando se agita el mar

y estas semillas serán apenas su ilusión
unas cuantas palabras regadas en los oídos
de los viajeros más antiguos que recuerde

sólo puedo esmerarme en ciertos sueños
digo-  mientras la casa natal pasa de largo
mezclada en el humo de otra tarde hecha hueso

siembro trigo en los ojos de los muertos
y sobre sus espigas tañen las campanas
la canción de nuestros nombres.

 

EJERCICIO BIOGRÁFICO EN HONOR A PABLO NERUDA

              invierno, 12 de julio, 1904, la tuberculosis come del cuerpo de una madre joven, la muerte y sus caballos adyacentes, temuco bajando del trigo en un vapor por el río toltén, ricardo, tren viajado de humo llegando como brisa hasta los ojos,
                                                                                  eliezer, los mapuches buscan esa llave que cuelga en la calle estación para indicar candados, la mano coge ese lápiz, esa mariposa imperceptible sale a volar desde el silencio, creciendo como hueso, basoalto, esqueleto: acompaña en tus alas sus palabras,
             lenguas besan desesperadamente el cuerpo arenoso de chile, acto de amor de una naturaleza a flor de piel y, no es que
haya oscurecido, pablo, sólo queda poco sol para ver el horizonte con manos acariciadas por una mujer, además, sitiado el océano cualquier mar comienza a morir,
                                                 neruda, isla negra está bajo arresto, las caracolas traen sonidos extraños, de noche, de metralla, más bien estertores del gran sueño, entonces nada queda por escuchar y ya has amado tanto palabras,
            es hora del funeral vigilado, ángeles disfrazan niños, lágrimas con barbas mojadas, colores que toma la tristeza en nuestro catálogo de fin de invierno,
                                                   el resto sabemos, una composición escolar, ese pez levitando en los puntos cardinales y un poco de arena,
    pero nosotros queríamos el mundo.

 


Y PREGUNTAS QUIÉN SOY

el mismo que se desviste y descalza
cada noche para amarte
que anuncia su llegada con el correo perdido
ése que tiene muchas cicatrices en el cuerpo
y algo de sangre en el alma
el que enseña a leer y escribir
con mensajes de agua
el que sólo aprende los rostros que quiere
guardándose los odios para otro día
que gusta del fútbol y los libros
la mesa servida para los ausentes
que no te habla mucho porque siempre
quiere escuchar como rompes el silencio
un hombre formal
yo, rodríguez saavedra, sergio

(de Militancia Personal, 2008)

 

GEISHA

encojo los hombros
y soy un gallo anunciando el río

flexiono mis rodillas
para demostrar la existencia
de la casa del sol naciente
pero me rasgas
doblas en dos en cuatro partes
y una punta que parece boj

entre tus manos
soy un ejercicio de origami
sobre una cama de papel


AUTORRETRATO

trazo delgadas líneas en la tela
y una cicatriz alumbra mi rostro

espumo el cabello con pinceles
de brocha gorda
pero una mancha roja se apoza a mis pies

intento un claroscuro
a la manera del maese rembrant
mientras esta sombra ocupa la cama

firmo el lienzo terminado
con restos de una mano
blanca como la muerte

(de Brevario, Antología Premio Eduardo Anguita, 2008)

 

 

Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago, 1963). Fue subdirector revista de literatura chilena Rayentrú (2000 – 2005) y editor de reseñas del periódico cultural Carajo (2005-2007), además de colaborar con publicaciones como Francachela, El Siglo, y revista Pluma y Pincel. Su trabajo ha sido reconocido en diversos certámenes entre los que figuran la Beca de Creación  que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999 y 2004), el Festival de todas las Artes Víctor Jara (2° lugar en 1998 y 1er lugar el 2002), 3er lugar concurso nacional Eusebio Lillo (2005), 2° lugar Juegos Florales de Vicuña (2005), 2° lugar concurso nacional Stella Corvalán (2006), Primera Mención Premio Nacional Eduardo Anguita (2007) entre otros. Ha publicado Suscrito en la niebla (1995); Ciudad Poniente (2000 - 2002); Memorial del Confín de la Tierra (2003); Homenaje a Pablo Neruda en sus 100 años (antología oral de 25 poetas chilenos grabados en Cd (2004); Antología Poética de Maipú (2005); Tractatus y Mariposa (2006); y Militancia Personal (2008). Su trabajo se encuentra en gran cantidad de revistas del país, movimiento que animó durante los años 80, y muestras poéticas generacionales como la Antología del Valle de Elqui (Arturo Volantines, La Serena, 2003); Antología de los Juegos y el Deporte (Floridor Pérez, Santiago, 2004), la muestra antológica hispanoamericana Como ángeles ardiendo (Lima, 2004) y Antología de Poesía Chilena: Periodo 80-2000 (Santiago, 2005) y Antología panorámica de la poesía de Maipú (Julián Gutiérrez, Santiago, 2006).

 

 

 

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POESÍA: Sergio Rodríguez Saavedra.