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“Cómo arderá la Niebla” de Sara Medina, poeta española

por Silvia Rodríguez Bravo



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En el poemario “Como arderá la Niebla” de la poeta española Sara Medina Alvarez, habitan profundos soplos poéticos.  Bien se podría decir que es una brisa inesperada que se levanta, reconforta y se evapora dejando a su paso ensueños y nostalgia. 

El ritmo reposado y melodioso de los poemas denota profundidad.  Estampa en el lector unos segundos de silencio para re-leer el poema y sentir nuevamente aquella mágica sensación que se escurre a flor de piel.

MARIPOSA NEGRA

Las larvas y las crisálidas
sienten que es fácil
que un gigante las pise.
La misma mejilla se ofrece,
una y otra vez:
porque una isla, al fin y al cabo,
flota aislada.
Porque la mirada sabe
que los ríos fluyen encarnados
y no quedan puentes por donde cruzarlos.
Si van a ser arrancados,
los ojos comprenden lo inútil
y mantienen su quiescencia.
¿Hacia dónde mirar
si ya se ha muerto?

En la poética de Sara habla no hay remembranzas de un pasado, ni anhelo por un mejor devenir.  Todo suceso de la palabra se da en un continuo presente, en tono pensativo el hablante entrelaza, metáforas y emociones.  Solo en los últimos versos se comprende cabalmente el mensaje del poema.

En Atalaya el hablante se dirige al amado, quien, desde un lugar privilegiado para observar el mundo, la lleva al deseo.

ATALAYA

Tu mirada me abre su puerta
y un bosque que arde
remonta hasta mis mejillas.
Lo que digo es una trenza de humo,
una estela de crines que se marchita al trote.
No importa el recuerdo del eco,
esa bruma de lo que narras a tientas,
mientras silabean tus labios.
Lo que digo ¿te hace terremoto de nieve?
Lo de menos es que permanezcas noche sin olas,
muy negra, y yo te mire en espera menguante;
y no importa que aún no seamos una escultura blanda
con las piernas y los brazos enredados
y las bocas compartidas y las manos, buitres rojos.
Y que no me lleves, justo ahora, de la mano;
serás faro, con los ojos me detienes.
Me llevas en tu barca de luz
a mi sitio en el océano.
Con un ojo divisas el paisaje:
las montañas de tierra azul, ballenas al paso,
a lomos sobre el horizonte.
El otro ojo se lo dedicas al deseo.

El infortunio por una pérdida, que no se sabe si es amorosa, se convierte en lamento que se eleva a orillas de la playa.  Se espera que el mar entregue a la persona que ha arrebatado.  Ante la solicitud de que el mar retroceda su oleaje para que todo se invierta, surge el siguiente verso “Porque la arena también pide al revés del tiempo / que la devuelva a la piedra”.  Como se puede apreciar, la observación de diminutas realidades se eleva con una extraordinaria capacidad creativa.

ABRIR EL CIELO

Pareciera que esta playa es la única capaz de seducir al mar.
Atraer sus infinitas voces:
tus palabras, aquellas notas que destilaron lo andrajoso.
Encapotarse, una y otra vez, sin tregua.
Es aquí la espera, bajo un norte de grandes gritos,
que se silencian entre las ranuras del acantilado,
como susurros de lo insoportable.
Sólo se intuye que el último destello del sol
es lo que más hechiza,
y que, por tanto, tu pérdida es la pura abundancia.
Y mientras, mis dedos se conforman con trazar en la ceniza
la alegoría de la derrota.
Porque la arena también pide al revés del tiempo
que la devuelva a la piedra.
Resta insistir al mar, asimismo,
que retroceda su oleaje y te devuelva por fin a nuestra riba,
como si él contuviese en su enigma algún poder sobre tu deseo.
Presiento que la eternidad se ama
justo cuando se desvanece.

Sara Medina tiene la capacidad de presentar diversas escenas y envolver el poema en una nube de interrogación, que a veces no es fácil de interpretar.

PERDERSE EN EL FRÍO
I.
Escribir a oscuras y a tientas, si se vive en
penumbra. ¿Acaso soy otra cosa que mi
nombre?; la voz es tos; el perfume, glaciar de la
Antártida. Las pértigas tiritan y se doblan. Hay de
todo, pero las cuentas aún no salen: demasiados
caminos, encrucijadas y parpadeos. Materia
oscura también, junto al prado y al bosque. Y
temblores de manos. Pavor, helarse, perderse
en...

II.
…tantas cosas. Rotos en la tela, lo viejo
está en el corazón de lo nuevo. Los abanicos
enferman y dejan de abrirse. ¿Qué significa tener
nombre? ¿Es cáscara tal vez? Pero mis recuerdos
tienen fiebre; los puse en cuarentena, y preparé,
con mis ventanas rotas, un escudo de cristal.

III.
¿Tengo ya traje de baño de viuda?
Pero entonces ¿qué? ¿Hay que bañarse en el mar
desnuda, quizá, si se han dejado de oír las olas y
el viento ya no acaricia como antes?

En la poética de Sara podemos encontrar diversos sentires hablados desde un no-cuerpo, es como si la memoria inmediata fuera quien describe sus emociones, su filosofía y percepción del universo, donde temáticas como el amor, des-amor, dolor y ausencias se van entretejiendo entre verso y poema.

COMPÁS A LA LLUVIA

Desde el punto muerto,
la flecha va a dar,
como un callejón sin salida,
en el blanco.
Mientras, su pata roza el folio
en un trazo de lápiz.
De las piernas de agua
surge, ortopédica,
una brújula.
Se confunden las pinzas
con las gotas afiladas en el
dibujo de un reloj,
diptap, siplap,
y, las piernas detenidas,
confían en que el círculo se cierre.
Esperan.
No llueve aún sobre el mensaje
de las palabras.
No está tan lejos como dicen del impasse
su redondez de mentira perfecta.


Sara Medina, poeta española.  También ha explorado en la dramaturgia, al escribir y dirigir dos obras con textos poéticos de su autoría.  Becada para Fundamentals of Poetry (Programa Grundwitg Ministerio de Educación y Cultura 2012.  Obtiene primera mención honrosa del concurso La flor del almendro.  Fue incluida en la XXVI selección de Voces Nuevas el año 2013, como también en importantes revistas y antologías de España.


 

 

 

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