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"EL PRIMER LIBRO” Soledad Fariña

de la columna Mi primera vez, con Angela Barraza Risso
Revista LDDS
http://ldds.tk




 

 

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Bueno, esta “entrevista” se explica sola, pues jamás pensé que la Sole fuera a partir escribiendo con la conversación que sostuvimos por chat y, entonces, ya me ahorra la explicación y el desarrollo del texto es demasiado hermoso.

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Angela: sole querida,   necesito pedirte un favor monstruoso
00:59 mira, estamos montando una revista on line   estás??
 Yo: sí
01:01 Angela: sole, como te decía, estamos levantando una revista y tengo una sección   que es onda "mi primera vez, con Angela Barraza" jajajja
01:02 la idea es que los autores escriban a modo de crónica o relato, lo más entrete que se pueda  su primera experiencia de publicación
 Yo: yaaa....?
01:03 Angela: la idea es que cuentes qué edad tenías, cuáles eran tus expectativas, en qué pará estabas, con quién fue, en qué situación, y que reflexiones sobre el tema. creo que sería súper interesante que pudieras hablar de eso
 Yo: quieres que yo haga eso?
 Angela: siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii   estaría de lujo,  puedes?
01:04 Yo: pero yo soy super seria, el primer libro lo publiqué en plena dictadura, todo bajo circunstancias muuuyyy ... extrañas... por decirlo de algún modo
01:05 Angela: pero eso es fantástico, con que sea entretenido no me refiero a que sea chistoso, sino a que sea lúdico me entiendes??   que sea apasionado, que emitas juicios del tiempo histórico en que tuviste que publicar
 Yo: ahora puedo andar relativamente tranquila por la vida, pero no te imaginas cómo eran esas circunstancias
01:06 Angela: que nos cuentes de qué te sirvió y en qué te perjudicó, que hagas un relato o crónica
 Yo: silencio, metáforas en vez de lenguaje directo
01:07 el año 85, el de mi publicación primera , tal vez fue uno de los peores de mi vida: separación de mi pareja, luego el terremoto de marzo, luego el evento de los degollados en el colegio de mis hijos, y muchos otros etc. de los que no quiero ni acordarme. 
Angela: sole, de verdad estaría de lujo que pudieses escribir sobre eso.

Bueno, lo intentaré. Empezaré por la gestación del libro, que se llama, como sabes, “El Primer Libro”. Es mi primer libro publicado.  Yo tenía mucho escrito,  ya desde chica me asombraba  esta incógnita que es la palabra, claro que no me lo planteaba así, eran juegos, nombres, letras, sonidos.  En los años más fructíferos, se supone, entre los 18 y veintitantos, yo estaba trabajando en la Endesa y estudiando Ciencias Políticas en la Chile. Eran  los 60’,  época  de tomas y  reforma universitaria en donde mi escuela llevaba el parangón. De ahí a la militancia, el compromiso con la izquierda y luego con la UP. Para mí fue imposible escribir esos años de acción en la universidad, en la oficina, que era donde yo militaba: los tanques del 29 de junio pasaron debajo de mi ventana en San Isidro y ese día supe que, como militantes, no íbamos a poder defender lo que creíamos tener… Cómo escribir eso, si ni siquiera había tiempo para elaborarlo. Luego del 11, la persecución, la salida del país con dos hijos, el exilio.

Al llegar a Suecia  ya tenía casi 30 años y aún aprendiendo otro idioma, y aprendiendo a sobrevivir, tuve más tiempo para leer, escribir, y sobre todo más lejanía  para poder pensar.  Luego, la vuelta temprana a un país absolutamente distinto. Todo lo que habíamos sido, pensado, actuado, no estaba, es más, todo eso era causa de persecución. Así, las palabras, la sintaxis que teníamos guardadas quizá desde cuándo, no coincidían con la realidad brutal  que vivíamos. Cómo nombrar lo que pasaba. De ahí  el silencio y la mudez, las contorsiones de la escritura para expresar lo que sucedía.

Cuando te digo esto parece cliché pero, volviendo al año 85, el mismo año que se publica  El Primer libro, sucede el evento tal vez más horrible de todos los años de represión. Por lo menos el más público, el secuestro y degollamiento de un profesor y un apoderado del colegio donde estudiaban mis hijos. La crudeza de ese acto nos hizo dudar incluso de lo que llamamos “sentido común”. Cuando nos reunimos los apoderados en el colegio la noche del secuestro, todos decíamos que por sentido común no les podían hacer nada, ya que había sido a pleno día en una calle del barrio alto. Era viernes. Imagínate el sábado cuando aparecen, qué les podías decir a tus hijos, dos personas tan cercanas que no han muerto en un accidente, ni en una guerra, ni en una escaramuza,  ni siquiera han sido fusilados, sino ¡degollados! Escarmiento no sólo para “quienes andábamos metidos en problemas”, sino también para los niños, en un colegio.

Cómo relatas algo así, cómo escribes algo así. Ese es el contexto, el  ambiente vivido, la realidad. Cómo inventar un lenguaje que dé cuenta a la vez de tus pulsiones internas, de tu relación histórico- literaria con la palabra y que a la vez “escriba” ese sin sentido que te está tocando vivir.

Qué escribir en ese primer libro, que no es en realidad un primer libro, es un libro que tiene acumulada la no-escritura de los pocos años en que tratamos con todas nuestras fuerzas de cambiar, muy a contrapelo,  las condiciones injustas de una sociedad. Como se ha demostrado en los archivos desclasificados de la CIA, -con las que la artista visual Voluspa Jarpa ha hecho una propuesta estética directa, las ha convertido en libro en 2010-  teníamos muy pocas probabilidades de cambiarlas.

Está también en ese primer libro, la reflexión sobre nuestra llamada latinoamericanidad de los 60 vista desde fuera, desde la distancia de un país nórdico y desde otra lengua. Pensar en otra lengua, desde esa lejanía, te hace ver con más lucidez tus diferencias, las que destacas y quieres.  Luego, la vuelta y la aridez, las calles vacías, el miedo, el silencio, la retirada violenta, escandalosa de todos los valores en que has crecido y por los que has optado: una cultura laica, humanista, sobria, y, en contrapartida,  la arremetida de lo superfluo. Pero también, la retirada del humor. Y la búsqueda de tus pares, de los que vas aprendiendo a decir no-diciendo. El uso de la metáfora fuerte, cruel, de la imagen, la fotografía, el video-arte, también las acciones de arte que reemplazan “el sentido común” de la palabra.

De quiénes aprendí. De mi pareja de entonces, el poeta Gonzalo Muñoz. De Juan Luis Martínez, a quien tuve la felicidad y el privilegio de visitar cada semana a principio de los 80. Juan Luis nos presentó  –a Gonzalo y  a mí- a Raúl Zurita y Diamela, aprendí mucho de  ellos,  también de Lotty Rosenfeld, Diego Maquieira, Juan Castillo.

En esos años se fue gestando el libro, mientras también hacía fotografía, video-arte, asistía al Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ingeniería, conocía a Enrique Lihn, Adriana Valdés, Patricio Marchant y muchas otras personas que estaban pensando y creando en ese tiempo. Mis interlocutores fueron ellos, y el primer lector de los manuscritos fue Pablo Oyarzún, el día que yo cumplía 40 años. Luego lo leyeron Juan Luis, Raúl, Diamela.

La gestación del libro es rara, pero el poema mismo va contando esa gestación. Había que escribir, “pintar” un primer libro, después de todo lo vivido, pero qué escribir, cómo escribir. Lo que está a mi alrededor, incluyendo el lenguaje vivo de esos días  no  sirve, dónde volcarse, entonces.  Para no mentir. Hay que decir algo no-dicho, pero no sólo desde la violencia de esos días, sino también, desde la precariedad del lenguaje. Buscar un referente en esta tierra, en los colores de esta tierra, esos no discursean, no mienten.  La interlocución elegida fue con el Popol Vuh, el libro de la creación maya-quiché, el primer libro escrito-pintado en “esta tierra”. Parafrasear,  imitar su sintaxis. Pero la escritura discurre y  hay que fijar una imagen eje, pues he elegido sustituir o minimizar la voz del/a hablante lírico.

El eje del libro se arma, entonces, con la imagen de una mujer que tiene conciencia de ser mujer y de escribir aquí, en este lugar de origen (Chile, Latinoamérica). La mujer está pintándose un libro en el cuerpo con los colores de la tierra. Pero de pronto, al final del primer poema, aparecen unos choroyes que la observan desde lo alto de un avellano (el avellano no aparece en el libro)  observan, dictaminan. La imagen es sólo una imagen-eje, tal vez se diluye, igual que los colores, y lo que va armando los poemas es la palabra entrecortada, no fluida, hiriente, hay huesos, hay sangre, hay animalitos perseguidos y hay un poema que une el alfa con el habla: hay intento de sacar por fin el habla.

Eso, en cuanto a la escritura, pero ¿cómo se concretó su aparición física?

Mi escenario personal había cambiado, mis interlocutores no estaban, los meses transcurrían de una en otra tragedia. El mundo se había vuelto boca abajo o patas arriba. No había explicación posible. Carlos Montes de Oca, poeta y artista visual hace su aparición y se transforma en un nuevo interlocutor, trabajamos juntos. Dado lo truculento del momento real,  hacemos videos truculentos que después, por excesivamente crudos, -por ejemplo, uno en el matadero-  no podemos mostrar. Finalmente hacemos un video más convencional que mostramos en el Instituto Chileno Francés. Luego decidimos, a como diera lugar, editar nuestros libros.

El primer título del mío era Vuelo rasante. Juan Luis me dice: no, ese no es el nombre. Finalmente por costumbre, por nombrarlo tantas veces Primer libro, pasó a convertirse en El Primer libro. El de Carlos se llamaba Bravubara. Teníamos muy poca plata. Alguien nos ayudó y nos imprimió la matriz de los textos. Compramos un papel muy barato, diseñamos las  portadas con letra set (algo que ustedes no conocen). Imprimimos, creo que 100 cada uno. Se lo llevamos a la poeta y crítica Eugenia Brito, quien nos lo presentaría.

¿Y el lugar?  Se estaba abriendo una galería de Arte en Providencia con el nombre de Visuala, su gestora era Michi Donoso. A ella le gustó la idea de esta presentación con proyección, además, de fotos y nuestros videos.

Para qué decir que la Visuala se llenó, se repletó de gente joven, no tan joven, “consagrados/as” y no tanto.  Carlos por esos días de verano usaba shorts y andaba sólo en bicicleta (todavía usa solo ese medio). Yo le pedí que por favor para esa ocasión –mal que mal era mi primer libro- fuera de pantalón largo, me dijo que sí, pero finalmente no lo hizo. Además, una semana antes había ocurrido algo que podría haber afectado la concurrencia de público a nuestro lanzamiento. En la Caja Negra, un centro de arte que quedaba –o queda- en Irarrázaval,  se había realizado un evento de música y arte visual. Un amigo de Carlos era músico, y mientras él tocaba se proyectaban unas diapositivas  de Carlos en la onda romántica retro. Sin embargo, Montes de Oca  nos tenía una sorpresa. Había llevado unos  pollitos, los soltó en el escenario, todos decían ¡qué lindos los pollitos! cuando de repente  saca un cuchillo y empieza a degollar pollos. Fue el caos. Le pegaron, le tiraron los televisores encima. Hasta ahí duró el espectáculo artístico.

Bueno, con ese back round presentábamos nuestros libros una semana más tarde en la Visuala. Sin embargo, y tal vez por lo mismo, llegó mucha gente. En la sala, que era bastante grande, estaban puestos los videos de ambos, yo tenía tres obras y Carlos otras tantas. Mientras leíamos había proyección de diapositivas. Los textos de la Eugenia fueron magníficos. Y los libros empezaron a circular. Por mano, claro, así se hacía en ese tiempo. Carlos había inventado un nombre para la “Editorial”: Amaranto.

Luego, en los noventa, El Primer Libro fue publicado en Buenos Aires en la Editorial Libros de Tierra Firme y lo presentó Diana Bellessi. El año 1999 formó parte de la trilogía La vocal de la tierra, editada por Cuarto Propio, sus presentadores fueron Raquel Olea y Pablo Oyarzún. 

Y algo hermoso y significativo, en el  Bello Barrio al que llega Redolés después de su exilio, también está la infrascrita pintando su  Primer Libro.

Bien, esa es la historia de mi  primera vez, la que por razones históricas, políticas y sociales, me ocurrió ya  bastante mayorcita.



 

 

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