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Canto ceremonial para Cisneros


Por José Ángel Leyva
La Jornada, México, Diciembre 4, 2005


La poesía de Antonio Cisneros es un referente obligado en el conocimiento de la literatura iberoamericana. Sobre todo a partir de Canto ceremonial para un oso hormiguero, escrito en 1968, la trayectoria de este escritor peruano es motivo de admiración y de polémica entre autores y críticos de su país por el lugar cimero que ocupa en la República de la Letras del Perú, y de América Latina. Cisneros no sólo es un poeta con originalidad y fuerza, es también un prosista sorprendente, un gran traductor y un viajero contumaz. La agilidad mental del poeta es un acontecimiento en los contextos gastronómicos y tabernarios donde emergen las conversaciones futboleras y los duelos verbales con sus contertulios. Fue en uno de esos encuentros que tuve la oportunidad de constatar las afirmaciones pugilísticas que en esta breve entrevista ofrece el personaje y el autor. El humor y la agudeza son dos constantes en la esgrima que Antonio Cisneros festeja con estridencia y calidez, con picardía e inteligencia.

-Partamos de tu relación con la palabra en un ambiente como el de Lima. ¿Cómo influye tu ciudad en el origen y desarrollo de tu obra poética? ¿Qué representa en esa búsqueda?
-Soy limeño, hijo de limeños, y la relación con mi ciudad es una relación de amor y odio. Sin embargo, me entiendo de maravillas con su mar.

-¿Fuiste un niño de libros, heredero de una tradición familiar por la palabra y el pensamiento, o un muchacho que descubre por sí solo el camino de la poesía? ¿Cómo es tu encuentro con el Antonio Cisneros poeta?
-Yo aprendí a caminar entre rumas de libros. Mi padre, sin ser precisamente un intelectual, era un gran lector. Tuve tíos pintores, dibujantes, periodistas. Un abuelo escultor, un tío abuelo y un tío bisabuelo poetas. Hay un gran malecón que lleva el nombre de Luis Benjamín Cisneros, poeta coronado por la ciudad de Lima a mediados del siglo XIX.

-¿Qué esperabas y qué esperas al ser identificado como escritor y como poeta por los demás y por ti mismo?
-De muchacho, esperaba el oro y el moro. Aunque desde hace mucho tiempo ya no espero nada. Al fin y al cabo, poeta es el que los demás dicen que es poeta.

-En la revista de poesía Alforja, en México, publicamos una entrevista llena de humor, gozosa, en la que tú te refieres al quehacer poético como algo que no te quita el sueño y que prefieres un partido de futbol y una cervecería ante la solemnidad de los escritores. En verdad la celebré y la festejo aún. Pero me queda un extraño sabor, y no precisamente de cerveza, que también disfruto, sino de duda. ¿Se puso de moda que los intelectuales entreveren un humor futbolero con la sapiencia y la erudición? Es decir, filosofan en la cancha.
-A mí me gusta el futbol simple y llanamente (y también la cerveza).

-Tú eres académico, doctor en letras, has dirigido publicaciones y has trabajado como columnista. ¿Cómo se nutre la poesía de estas dos actividades intelectuales y laborales y qué reciben éstas de los libros y los premios literarios?

-El periodismo es el periodismo, la cátedra es la cátedra y los premios de poesía no alimentan a la poesía sino al poeta.

-Como traductor del portugués y del inglés, ¿con qué te quedarías de estas dos lenguas y qué deseas compartir con los lectores?
-Para mí es imposible escoger entre T.S. Eliot y Fernando Pessoa.

-Los premios y los reconocimientos. ¿Llegan o se va a ellos?
-Llegan cuando llegan.

-¿Cuál es el reconocimiento literario que más valoras?
-El que no me boten a patadas cuando me registro en un hotel como poeta.

-Vamos a tu abundantísima obra poética. Partamos de Canto ceremonial contra un oso hormiguero (Premio Casa de las Américas 1968). Ya desde el título sugiere un cierto regusto surrealista, pero su tono conversacional y narrativo no atiende a esa escuela, aun cuando fulguran imágenes insólitas que rompen con la secuencia lógica y temporal de los versos y provocan el desconcierto. ¿Cómo concebiste su estructura y cómo determinaste la voz que nos mantiene atentos a la lectura en sus diversos capítulos o cantos?
-El Canto ceremonial contra un oso hormiguero fue la respuesta de mis veinte y tantos años en Europa (en Londres para ser preciso). Ese nuevo universo necesitaba, supongo, una nueva manera de decir las cosas.

-Durante un festival de poesía en Chile expresaste que peruanos y chilenos compartían un humor semejante y los mismos chismes, además de la rivalidad entre Vallejo y Neruda. Hubiese pensado que nombrarías a Huidobro, de quien te siento más cerca, y al Vallejo de Trilce. Acerca de lo primero, no he leído mucha literatura chilena con tu humor, por ejemplo, y sobre lo segundo, no te percibo muy nerudiano.
-No creas, conozco a muchos chilenos muy chistosos. Por lo demás, a Vallejo lo que es de Vallejo, a Neruda lo que es de Neruda, a Huidobro lo que es de Huidobro.

-Con excepción de poemas como "Los funerales de Atuahualpa" (de Las inmensas preguntas celestes, 1992), observo que pones distancia de los referentes incaicos y de los anhelos indigenistas de José María Arguedas. Entonces juegas más con los Comentarios Reales, del Inca Garcilazo, haciendo los tuyos (Comentarios Reales de Antonio Cisneros -Premio Nacional de Poesía, 1964) y elaboras una poesía con aspiraciones más cosmopolitas. ¿Cuánta reflexión hay sobre este tema?
-El movimiento indigenista (al que no creo que pertenezca Arguedas) fue un fenómeno urbano, con pretensiones rurales, que se plasmó entre los años treinta y cincuenta. Yo no tengo por qué poner distancias o no. Los diversos intereses de mi obra corresponden, simplemente, a mis diversas vidas vividas.

-¿Qué significa Emilio Westphalen en tu vida y en tu obra?
-Westphalen fue un amigo, un padre y un maestro. Su obra poética es una de las más importantes del idioma.

-A menudo echas mano del reino animal para caricaturizar la realidad y para acercarte a ésta: "Entonces en las aguas de Conchán ancló una gran ballena./ era azul cuando el cielo azulaba y negra con la niebla./ Y era azul". Aparece también "Un perro negro" (de Las inmensas preguntas celestes), y ese chancho devorador de caca, en Como ligera en un campo de golf -por cierto, éste no sé por qué me da la impresión de que lo pensaste para canción. ¿Será porque los animales no poseen la palabra?
-Me imagino que todo eso se debe a una latente zoofobia. Si no, mírame nomás cómo me aterro ante la presencia de un gato o de un can. Por otro lado, no temo a los tigres ni a los leones.

-Al parecer tus viajes a Europa, en especial tu estancia en Inglaterra, están presentes en tu trabajo. ¿Cómo se te revela el peruano que llevas dentro con el hombre que escribe en un cuaderno de viaje desde cualquier estación de trenes, aeropuertos, calles o paisajes de otras latitudes?
-Un peruano, por más viajero que sea, no deja de ser peruano. Un amigo mío, el Gordo Vargas, suele decir: El Perú no es un país, es un trauma. No puedes evitarlo.

-Has escrito textos cinematográficos. ¿Qué relación descubres entre la poesía y el cine?
-Los textos que he escrito para el cine han sido para ganarme los frijoles. Francamente, no les veo ninguna relación con la insobornable poesía.

-Por último, en un artículo publicado en varios países, "Los poetas vivos y los más vivos del Perú", firmado por Pedro Granados, que no deja títere con cabeza, te menciona como el Pavarotti de los sesenta y como cacique de la actualidad. No veo tal caciquismo, como el mexicano, en tu país, pero quizás tú podrías decirme algo sobre la estratificación de los poetas y su estado de salud en el Perú.
-¿Quién es Pedro Granados?

 
 

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Canto ceremonial para Cisneros.
Por José Ángel Leyva.
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Diciembre 4 de 2005.