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   APARECE LIBRO FUNDACIONAL DEL POETA PERUANO
MIGUEL ANGEL ZAPATA

  
Una ventana hacia dentro: Un pino me habla de la lluvia (Lima, El Nocedal, 2007)
de Miguel Ángel Zapata

Por Andrea Cabel

  
  Esta nueva y última entrega del poeta Miguel Ángel Zapata, consta de cinco partes y un ritual. El ritual es el transcurso de los versos, los cuales, a través de la voz poética, contemplan el mundo. Y sin embargo, el ritual también es escribir luego del libro, respuestas a un lector atento. Son pocos los poemarios que concluyen con un diálogo entre poeta y lector. Este diálogo por un lado, descubre al autor de la obra y por otro lado, funciona también a modo de juego interpretativo, puesto que aun las respuestas del autor, nunca son definitivas.
  
  La lluvia, las mujeres, una ventana y el amor. Los paisajes que aíslan y configuran a esta voz poética llegan desde las ciudades, hasta los bosques, el mar e incluso, se dirigen hacia localidades con nombre propio, tales como Island Trees. Estamos pues, ante un escape y ante un reencuentro -como el autor mismo reclama a las ventanas-  uno hacia el hogar del que se partió, hacia la madre y hacia las calles y barrios urbanos por los que el poeta transita. Sin embargo, este escape pretende abordar las distintas realidades e incluirlas en un mismo, amplio y profundo espacio. Esta reconciliación espacial es importante para la poética del libro; Lima, Island Trees, Buenos Aires, Central Park, no están en distintos lugares, el poeta los une con el mar y con los brazos. Pretende lograr entre ellos un puente por el cual el deseo y la soledad puedan caminar sin prisa y al ritmo mismo de la vida o de las rosas.
  
  Para lograr esta armonía entre los espacios, el poeta permite que aparezcan los recuerdos y algunos personajes de éstos: un loro que cantaba –“mi loro era un pedazo de cielo en este mundo de miedo”-, un can – “…No había nadie. Regresé a casa y monté en mi bicicleta para salir a buscarlo. En ese momento pensé en las ventanas del mundo y quise abrazarlas a todas…” - las rosas, la madre (la naturaleza), los gansos y las bicicletas en los paisajes. La sensibilidad del autor logra traducirse desde ellos y los logra converger en un punto esperanzador, un punto en el que la fusión de éstos celebra al mundo, dice al respecto, “…ahora estamos aquí mirando el crisantemo, el lirio que no llora ni se lamenta…”.
  
  La tercera parte, “Mis preseas”, es el acápite dedicado, sobretodo, a las ventanas. Ellas son un momento especial de la realidad que existe para el poeta -“…la puerta nos dice algo en secreto, su cerradura se abre ante nuestra mirada, y las ventanas esperan ser abiertas para dejar salir la sombra.”- “Mi antigua ventana”, las “Ventanas”, y la “Variedad de ventanas” demuestran las maneras de mirar y ser mirado, por el otro y por uno mismo.  Desde ellas libera al cielo –“…los edificios sin ventanas son una cárcel cerca del cielo…”- y humaniza a la ciudad cargada de muros y límites, “…comenzaron a levantar un muro en la frontera para suplir el hondo vacío de las torres…” Desde ellas también abraza los bordes y  atrapa las palabras, la humedad de los aguaceros; como él mismo diría: “la ventana es el lugar donde sucede lo imposible”.  Además, es desde ellas, desde donde el poeta nos deja ver su cotidianidad, el espacio en el que se desenvuelve su poesía, sus recuerdos, y  sobretodo, su presente.   “Mi cuadra”, es un poema en el que se describe el otoño desde un paseo: “Miren mi cuadra: está llena de árboles enormes, patios…” En “Mis preseas” la poesía nace de los árboles, como un fruto, el lenguaje y la naturaleza fundidos, permiten el sosiego de la nostalgia. Dice en “Un poema”, “un poema sale de un árbol en una ciudad adormecida/…Un poema sale de otro poema…/el poema está aquí en el árbol de tu casa…”
  
  Un pino me habla de la lluvia es un intento de volver a todos lados, de llenar los espacios de ventanas y romper con ellas las barreras de tiempo y lugar. Las ciudades se hacen canciones y mujeres, ritos de soledad y celebración. El poeta nos sitúa en el momento en el que la certeza desplaza a la duda y la noche no teme la mañana.

 

 

 

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"Un pino me habla de la lluvia", Poesía de Miguel Angel Zapata.
Por Andrea Cabel.