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La higiene en la escritura poética o el fascismo de la forma.

Por Alexis Donoso G.




El discurso clínico define LA HIGIENE básicamente como un conjunto de conocimientos y técnicas que deben aplicar los individuos para el control de los factores que ejercen o pueden ejercer efectos nocivos sobre su salud.

La higiene personal nos dice, es el concepto básico del aseo, limpieza y cuidado del cuerpo.

Al tratar la escritura poética como un cuerpo y la forma que toma en el momento en que se escribe y la relación de responsabilidad, de prolija, meticulosa defensa de lo que se hace y de extremo cuidado que tiene consigo mismo, con su salud, con esa forma que toma, que decide para sí el poseedor de este cuerpo escrito, notamos que el sentido higiénico puede llegar a ser importante y que es valida a su vez, la defensa, el compromiso con una forma ya sea esta desgarrada, del exceso o de la depuración y limpieza en cuanto a escritura poética se refiere. No lo es, imponer esta forma como único estado de sanidad y enrielarnos hacia un totalitarismo escritural cuyo devenir más próximo es el fascismo en el que dicha forma, la que se nos desea imponer, queda inscrita.

La calidad de un texto no se supedita a la coerción de una policía de la limpieza que se autoerige como moral de lo que debe estar y de lo que no debe estar en una escritura, que designa cuál es el buen o mal poema, de igual modo, no se supedita a una economía escritural enfrascada en la cantidad, tampoco al concepto de trabajo definido como una práctica de tiempo dedicado a la limpieza de una escritura, trabajar más o menos tiempo en la limpieza de un texto no asegura la calidad y su brillo, por el contrario, puede conducir a una enfermedad inversa a la de los excesos, que ya no dice relación con la corrección de los desbordes escriturales y el miedo a los riesgos, si no con otros trastornos, obsesiones de carácter compulsivas, negativas, que invocan no al bello delirio si no al temible e infinito animal de la agrafía.

En el diagnostico clínico algunos ejemplos de obsesiones son el miedo a los gérmenes o el miedo a lastimarse. Agregaré aquí el miedo a los vértigos, a recorrer los abismos. Entre las compulsiones se incluye lavarse las manos, contar, revisar una y otra vez las cosas o limpiar. Cuando no se trata, el Trastorno Obsesivo Compulsivo puede dominar la vida de una persona.
  
Algunos escritores o cuerpos que se escriben intentan deliberadamente imponer su manera de hacer a los demás, pasando por encima las múltiples variaciones que nos ofrece la forma, el que es posible estar en lo mismo, pero de otro modo.
                                                           
Ahora, el que se apueste por una forma más o menos policiaca en el sentido de pulir, corregir los desbordes de una escritura o por su opuesto, una escritura a la que se señala repleta de desbordes, excesos y vehemencias, no excluye el carácter insustituible que debe residir por necesidad en una escritura, poema, carácter que por cierto no lo hace “bueno o malo” ni tiene que ver con estas categorías, etiquetas, si no con las de lo peligroso y perturbador que tiene que llegar a ser para quien lo lea, un cuerpo cuando se escribe.

 

 

 

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