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Profesión: escritor

Por Alberto Fuguet
Revista de Libros de El Mercurio, domingo 30 de diciembre de 2007

¿Por qué optar por un escritor como héroe en estos tiempos? ¿No será un error? Un escritor puede parecer una figura lejana y atemporal y hasta pasada de moda, una suerte de genio o que poco y nada tiene que ver con el ciudadano común. Pero las cosas han cambiado.


Mis dos escritores favoritos del momento son Hank Moody y Mike Enslin. Los dos han visto tiempos mejores; los dos, alguna vez, fueron respetados y se respetaban. Los dos viven en California, a pasos del mar. Estos dos autores partieron bien, pero algo en el camino los desvió. Hank Moody no es real, como tampoco lo es Mike Enslin. Son personajes, pero me gustaría leer los libros de ambos. Moody (de moody, es decir, cambiante, volátil) es el protagonista de "Californication", la estupenda y adolescentemente adulta serie de Showtime, actualmente al aire por el cable. El actor que lo transforma en un Bukowski para la era digital es David Duchovny, a quien ya no le interesa tanto investigar, como lo hacía su agente Mulder, sino procrastinar. "Californication" no está basada en un libro, pero claramente los creadores de la serie han leído mucho. Moody odia y desprecia "la industria" y quedó asqueado y furioso con la pasteurizada comedia romántica que hicieron de una novela suya tan cínica como erótica. La idea de situar la serie ahí es notable: un escritor que no puede escribir en una ciudad que no lee y que sólo produce películas. Los Angeles no es el mundo literario de Bioy y Borges. Hank quiere escribir, sí, pero no es ni desea ser un intelectual; es más bien un loser y lo sabe. De ahí que el sol cae de manera cáustica, y más que broncear se encarga de dejar todas las pequeñeces y fracasos a la vista y con la peor luz.

¿Por qué optar por un escritor como héroe en estos tiempos? ¿No será un error? Quizás no. Un escritor puede parecer una figura lejana y excéntrica, atemporal y hasta pasada de moda, una suerte de genio o excéntrico que poco y nada tiene que ver con el ciudadano común. Pero las cosas han cambiado: ahora hay millones de personas que pasan solas, escriben, ventilan su vida interior (bloguean) y sufren de una inseguridad crónica. Es cosa de escuchar la radio para entender que ahora todos se sienten narradores. Lo que antes era la excepción, ahora es forma de vida de mucha gente.

Mike Enslin es John Cusack, y sus libros son "investigaciones de no ficción" acerca de sitios "embrujados". Enslin/ Cusack usa camisas, hawaianas y surfea, a pesar de no ir al gimnasio. Tiene éxito, vende, pero tampoco tanto. A sus readings en las librerías llegan tres gatos y una joven fanática de su primera y única novela personal titulada The Long Way Home. Pero eso fue antes, esto es ahora. Algo pasó. En la eficaz y entretenida cinta de terror "1408", el autor sufrió una tragedia. En el notable cuento homónimo de Stephen King (parte de la colección Todo es eventual) simplemente se dejó estar. O le dio miedo fracasar en el intento y decidió arrendarse e irse por lo fácil: al no creer en sí mismo, escribe de casos paranormales en los cuales no cree en absoluto. La cinta es más de terror que sobre el terror de escribir, pero es fácil encontrar el parentesco con Barton Fink, de los ahora premiados y resucitados hermanos Coen. En ambas hay un escritor encerrado en una pieza. En ésta, Cusack se encierra en la 1408 del Hotel Dolphin, no a escribir sino a reportear. Pero así y todo, está solo con sus fantasmas. Y cuando eso sucede, sólo dos cosas pueden pasar: o se escribe o se escapa.

King ha cometido muchos pecados, entre ellos la fama, las ventas y, es cierto, la incontinencia, pero eso no implica que el tipo no sepa escribir. "Había ido a lowa. Había estudiado con Jane Smiley. Una vez había estado en un panel con Stanley Elkin", dice acerca de Enslin. En otro momento se enfrenta al gerente del hotel y ve sus libros en un estante: "Había mucho púrpura en sus tapas. El púrpura es el color que más ayudaba a vender libros de terror".

King ha escrito muchas novelas y cuentos, donde el protagonista es un escritor. A pesar de ser considerado un autor malo y de terror, es bastante más inteligente y tiene mucho más humor que aquellos que nunca lo han leído ni lo leerán. Los escritores de King sufren, sí, pero también viven cosas. Aventuras. Acarrean fantasmas reales, no solamente literarios, y siempre sus escritores deben actuar, moverse, atinar: desde levantar un hacha en El resplandor hasta escapar de una groupie sicótica en Misery, los escritores alter-ego de King no terminan obsesionados con otros libros, sino con otra gente. Los futuros escritores adolescentes de Cuenta conmigo y Apt pupil no se transforman en escritores por leer un libro, sino porque se enfrentaron, cara a cara, con las partes más oscuras y penosas de la vida. Quizás King opta por usar escritores en sus novelas, porque sabe que es una profesión peligrosa, donde las adicciones y ciertos desvíos y tropiezos tienen que ver justamente con la suma de soledad más inseguridad. Una fatal combinación. En Mientras escribo, King dijo: "Escribir es un trabajo solitario. Tener a alguien que cree en ti hace toda la diferencia".

Cierto: es lo que transforma algo aterrador en algo creativo.


 

 

 

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