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LOS BLOGS DEL DESASOSIEGO

Por Alberto Fuguet
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 18 de febrero de 2007



Acabo de sacar un libro. En papel. No creo —aún— en las novelas digitales. Pero publicar "a la antigua" no implica estar ciego o estar en contra o no querer o poder entender lo que está pasando ahora. Y están ocurriendo cosas: nunca el "yo" se ha sentido más seguro de sí mismo incluso cuando tiembla y duda. El blog, a estas alturas, es quizás una forma de ver la vida, de vivir en sí y, si se quiere, un medio para informarse o para matar el tiempo, pero ¿es algo literario? ¿Puede un blog ser literatura?

Pues bien: yo tengo unos blogs, no tengo claro por qué (quizás porque son más fáciles de utilizar/mantener, y más baratos también, que una página web), pero aun así no me siento un bloguero o un bloguista. No escribo cuentos ni libros ni creo que pensamientos y, Dios me proteja, tampoco mis estados de ánimos. No son ese tipo de blogs. No creo que lo que blogueo sea literatura. Quizás lo sea. No sé. No creo. Quería tener una bitácora de todo lo que leo o veo, pero nunca tengo la energía para trasladar eso al computador. Me gusta colocar frases y trozos de otros, eso sí, algo así como un DJ literario.

¿Es eso literatura? Puede ser.

Se me ocurre que un blog-blog, uno con mayúsculas, requiere dedicación, compromiso, rigor y una cierta periodicidad (mucha). Aunque esto es relativo, porque muchos de los blogs a los que uno entra (a los que entro) no son, quizás, blogs ciento por ciento destilados, pues están más cercanos a, uno, el tradicional, pudoroso y reiterativo diario de vida o, dos, una suerte de medio de comunicación alternativo.

Un blog es un blog y, por definición, es lo que el autor quiere que sea. Está en la red y, por lo tanto, al nacer de la libertad más absoluta, puede ser amorfo, a tu medida o sin medida, arbitrario, excesivo, minimalista, con fotos o links a YouTube o lo que alguien está tramando en la red en este preciso instante. Dicho de otra manera: hay tantos blogs como personas. Uno podría decir, y se ha dicho, que hay tantos libros como autores. No me queda tan claro. Hay quizás más libertad (aunque menos calidad) en los blogs que en aquello que denominamos "el mundo literario". En la estratosfera de los blogs, la gente simplemente quiere ser, no contar. Quieren mostrarse. Algunos de manera sutil; otros patéticamente; otros muestran más de lo que deberían o de lo que uno quisiera ver. Pero hay una cosa libre, desordenada, que conmueve. Y que deja claro que incluso aquellos que no leen o no desean hacerlo a veces necesitan expresar por escrito. Sin duda que el narcisismo está detrás de todo esto (como si no lo estuviera detrás de la literatura), pero más que nada es un deseo de comunicar. De expresarse. De contar cosas o de mostrarlas. De compartirlas.

Que era como comenzó, alguna vez, antes de que se corporizara la literatura. La blogosfera no es un arte y ojalá nunca lo sea. Quizás hay párrafos o momentos que rozan el arte, pero en los blogs, o al menos en la mayoría, lo que está detrás no es el prestigio, el poder ni el dinero.

Nadie se define como un bloguero. Nadie anda por la vida bloqueando o, si lo hacen, lo hacen para callado, como un secreto o un hobbie. Nadie espera ganarse la vida ni obtener una beca o dictar un taller de blogs.

Hay tantos blogs como narradores de blogs. Porque un blog, aunque sea de no-ficción (y la mayoría lo son), tiene mucho más que ver con el tema del blog que del que escribe el blog. Hay muchos blogs donde no está claro quién es el autor, pero todos, incluso los malos, tienen un autor y, a veces, una voz. Así, un tipo puede inventarse varias personalidades o nicks para crear distintas voces y, a la vez, distintos blogs.

Antes de seguir, volvamos al mundo literario en papel. Fernando Pessoa sería un blogger perfecto. Quizás fue el primero con su timidez patológica, sus heterónimos, entre sicóticos y tripolares, y su fatal falta de vida social. Pessoa en El libro del desasosiego: «El mundo entero reducido a fragmentos que no conforman un verdadero todo, apenas texto sobre texto sobre texto".

Hoy, quizás, diría post en vez en texto. Quizás.

Uno relee El libro del desasosiego y capta que no es un diario de vida. ¿Cómo podría serlo si el tipo no tenía vida? Son textos, pensamientos, dudas, meditaciones, apuntes. No me cabe duda que si Kafka o Pavese escribieran hoy, quizás tendrían un blog. Creo que deben haber muchísimos blogs con los nuevos Kafka y Pavese y que, sin duda, tal como sucedió con ellos, deben tener pocos hits. Es decir, serían poco visitados. En ese sentido, los blogs se parecen muchísimo a los libros y al mundo general. He navegado al azar y me he topado con blogs donde se nota que hay una voz detrás y a uno le queda claro que casi nadie ha visitado el sitio, tienen cero comments y donde, se deduce, que el autor es probablemente alguien con serios problemas de comunicación. Quizás por eso escribe. Quizás por eso tiene un blog privado pero, a la vez, público.

La diferencia, al final, es ésta: ingresar a los diarios de Kafka antes que Brod los hiciera públicos era imposible; ingresar al blog de Alejandro de Alejandría es fácil, pero nadie lo hace porque nadie sabe que existe. Alejandro de Alejandría no es el único blogger del planeta. Tampoco es el único escritor ni el único habitante, pero lo fascinante es que él o ella sienten que sí lo son. Y quizás por eso, en medio de la noche digital, escriben tan bien y con tanta verdad.

 

 

 

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