ALBERTO RUBIO
 
 

ALBERTO RUBIO

LA GREDA VASIJA
SANTIAGO DE CHILE
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* * *

 

AUTORRETRATO RETROSPECTIVO
HASTA BOSQUE

..... Un bosque de eucaliptos me recuerda,
un olor de eucaliptos me hace aire;
me recuerdo y me olvido hacia mi infancia.

..... Soy un niño y también soy el estero
que corre por el fondo.
Yo también me hago estero cuando niño.

..... Rumoreo entre piedras.
De claro que me vuelvo,
en mí guardo los sauces,
y los sauces me llevan en corriente.

..... Y luego bajo el bosque
me tiendo hacia los sueños.
Voy durmiendo en raíces de los árboles,
voy subiendo soñando por los troncos,
con abiertas pupilas,
me hago fronda en la fronda de los árboles,
me briso entre las ramas,
me hago hojas, rumoreo,
y azuleo de cielo.

..... Un olor de eucaliptos me denuncia.
De pronto me hago el bosque entero.

* * *

MESA DEL ALBA

..... La mesa en la mañana me espera con su silla,
mas se sienta la ausencia familiar a la mesa.
La mesa en la mañana hasta mis ojos brilla,
cuando estoy frente a ella con mi sola cabeza.
..... Es una gota parda que brilla su rocío,
entre sillas que esperan todo el día pacientes.
Como un rayo de sol a calentar el frío,
un hombre al desayuno se lanza con sus dientes.

..... Sobre el pardo rocío que desayuno alienta,
es pájaro la lengua de este hombre sentado.
Y conversa con otro que a su lado se sienta,
y también como un rayo de sol sentado al lado.

..... Y así nace el gorjeo matinal de la casa.
¡A donde brilla un sol que es comedor brillante,
de la cocina vino la vaporosa taza,
desde el mismo horizonte con su día fragante!

* * *

EL CACTUS

..... Apretada la tierra en la greda vasija
ha tiempo que parió al esbelto cactus.

..... Cada día lo veo de mañana,
le llamo: -Fiel amigo, esbelto infatigable.

..... Entonces me obedece el cactus verde,
se adelgaza, se esbelta infatigable,
y yo le digo: -Amigo, amigo verde.

..... En las tardes parece que envejece.
Pero en cada mañana me lo dice:
-Yo soy verde y esbelto, esbelto infatigable,
leal amigo, reciente, madrugador, delgado.

..... Le vuelvo a llamar fiel, y él permanece
en la huída de los días.
-¡Anudador de días!- digo entonces.

..... Y él me junta los días, los engarza
en su esencia delgada.

..... Así yo tengo el tiempo vuelto cactus:
delgado, fiel amigo, esbelto infatigable,
madrugador, reciente, el joven siempre verde.

* * *

EL ALMUERZO

..... El almuerzo zapallo nos denuncia.
Su esencia nos traspasa, y en éxtasis quedamos.
Heridos y dorados los zapallos,
abren su corazón a un zapallo apetito.
Sus brazos son vapores aromados
desplegándose al aire.
Los zapallos invitan, heridos y dorados.
El aire se derrite de apetito.
Infinito me vuelvo, denunciado
de esencia zapallera, almorzador zapallo.

* * *

SEÑORIALES SEÑORAS

..... ¡Alto departamento que brilla allá en los cielos!
Los balcones se asoman, silenciosos y solos,
y más adentro de ellos las señoras conversan,
sentadas mutuamente, señoriales y altas.

..... Un silencio de alfombras se cierne en los balcones.
Las señoras conversan, delgadas y peinadas,
en el alto salón del departamento alto.
Un silencio de felpa se pega en las murallas.

..... Las sillas son delgadas, y altos los respaldos,
los peinados son largos, débiles y aristocráticos.
Una criada entra con blandas zapatillas,
y sube cafetera fragante entre las damas.

..... Un silencio de alfombra se cierne en los balcones.
Las murallas de felpa crecen altamente,
y en el alto salón del departamento alto
las señoras conversan cambiando felpas altas.

* * *

EL CAMINO

..... Es el mismo camino que condujo mi infancia.
Aquí está el mismo cerco, allí las zarzamoras
llenándose de polvo, allí la piedra agreste,
y un niño fantasmal que eternamente sigue.

..... Y el cabello camino verdea con el sauce,
cayendo en hondonada sobre el pecho.

..... Es el mismo camino. Allí está el horizonte
viviendo de crepúsculo, siguiendo al mismo niño.
Allí la zarzamora cubriéndose de polvo,
mientras miran los álamos testigos en el cerco.

..... Es el mismo crepúsculo adonde marcha el niño.
Y más allá, la historia que comienza ahora...

* * *

LA ABUELA

..... Se puso tan mañosa al alba fría,
la cerrada de puertas, la absoluta de espaldas,
cosiéndose un pañuelo que nadie conocía.

..... Se bajó bien los parpados. Con infnita llave
los cerró para siempre. Unos negros marinos
vinieron a embarcarla en una negra nave.

..... Y la nave, de mástiles de espermas y de velas
de coronas moradas de flores, era el barco
que lleva a extraños puertos a las hondas abuelas.

..... No hizo caso a nadie: ni a la hija mayor,
ni a su eterno rosario: tan mañosa se puso,
tan abuela recóndita metióse en su labor.

..... Ni el oleaje de rostros, ni la llántea resaca
pueden ahora atraer su nave hasta esta costa:
¡ni nadie de su extraño pañuelo ahora la saca!


 

 

 

 

 
 

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letras.s5.com , proyecto patrimonio, ALBERTO RUBIO: La Greda Vasija. 1952

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