Alberto Rubio
 
 


"La Greda Vasija", de Alberto Rubio


por Alone

..... Juzgar el primer libro de un autor nuevo exige, en cierta medida, dones proféticos: la incógnita del porvenir pesa demasiado sobre el presente y lo desequilibra. Se está en un mirador, se otea el horizonte. ¿Qué camino seguirá? ¿Y habrá camino? ¿O este paso inicial será el último? Sí, como ocurre, entre criticado y crítico median varias generaciones, las distancias por salvar se tornan más difíciles y no sorprenderán las resistencias y las reticencias. La palabra queda. Mañana pasado mañana, éste, ahora en agraz, puede crecer hasta el techo y, desde arriba, inclinarse a pedir cuentas, sonreír. Misterio, otro mundo.
..... Pero hay que ir al otro mundo.
..... Hay que dejar atrás los claros clarines, desoír los que, en otro tiempo, fueron aires suaves de pausados giros y abriendo con resolución un diminuto libro leer valientemente:

Apretada la tierra en la greda vasija,
ha tiempo que parió el esbelto cactus.
Cada día le veo de mañana.
le llamo: -Fiel amigo, amigo infatigable.
Entonces me obedece el cactus Verde,
se adelgaza, se esbelta, infatigable,
y yo le digo: -Amigo, amigo verde.
En las tardes parece que envejece.
Pero en cada mañana me lo dice:
-Yo soy verde y esbelto, infatigable,
leal amigo, reciente madrugador, delgado.
Le vuelvo a llamar fiel y él permanece
en la huida de los días.
Anulador de días, -digo entonces.
Y él me junta los días, los engarza
en su esencia delgada.

..... Como muestra, un cactus.
..... Esto no sólo es preciso leerlo, copiarlo y comentarlo, además, porque no se comprende sino lo que se ama, hay que experimentar por él, amor, sentir con su lectura un deleite.
..... ¿Con estos quiscos, con estas espinas? Con estas espinas y estos quiscos.
..... Lo admirable es que se le consigue.
..... Parece que cambiar de gustos fuera más arduo que cambiar de ideas: porque una idea extermina a otra; pero ¿qué hacer con los placeres? Pues, habituarse. Poco a poco se pierden de tanto mecerse en brazos de la divina Eulalia, el mecido vagamente suspira por nuevos estremecimientos, sueña otra cosa.
..... Y es así como las escuelas literarias evolucionan y se dice que la literatura progresa. Cada cual trae algo nuevo, un detalle, un matiz, una expresión de fisonomía distinta, contribuye al reflorecimiento.
..... En La Greda Vasija de Alberto Rubio encontramos, junto a la inhabilidad natural, no exenta de gracia, propia de la extrema juventud, una especie de curioso aplomo y certidumbre, el paso bien apoyado, la mirada directa. Pasa, naturalmente, por donde otros pasaron, y trae ecos de éste y aquél; pero su cactus no se confunde fácilmente en el cerro ni en la ventana, que son los sitios naturales del cactus. Acercándosele sin temor, se le siente una musiquita agria, ingenua, fresca, con audacias que ella misma ignora, provista de seducciones rústicas.
..... Al primer impulso de rechazo causado por la extrañeza, por ese ostensible propósito de llamar la atención de La Greda Vasija puesta en vez de "Vasija de Greda", suceden la curiosidad, luego el interés, por último, arma de doble filo, interviene la maravillosa costumbre que, así como nos priva de nuestros placeres, nos priva también de nuestros dolores y acaba devolviéndonos, cambiado el disfrutar.
..... Dejan de sorprender las asperezas, no chocan tanto los desentonos y se concluye saboreando el desabrimiento.
..... El cactus, sea dicho en descargo del autor, lo contiene en mayor que sus demás poesías. En otras hay, incluso, ingenio, casi greguería, como aquel trolo que viene "con las nalgas sentadas" en una página típica de mal humor. O juegos de palabras barajadas, como en "Sandial": "Por un hondo camino me aproximo a la historia -que en la honda sandía me sangra frescamente". Alberto Rubio tiende con facilidad a convertirse en el paisaje, en su circunstancia, panteísticamente: "Después de beber vino, durmiendo junto al río -me quedé; y el sueño me corría vena a vena- y el vino, vena a vena me soñaba".
..... Así, dejémosle, un tanto ebrio de juventud y novedad, rememorando, creciendo confusamente hacia el misterio.

 

El Mercurio 28 de diciembre de 1952.


en Revista de Libros de El Mercurio. 3 de marzo de 2001.

 

 

 
 

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