.................. ......ALFONSO ALCALDE


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Todos los Libros, todos los oficios
Entrevista a Alfonso Alcalde
realizada por Antonio de la Fuente



Con 26 libros publicados -traducido a diez idioma-, Alfonso Alcalde hace periodismo, compone sonetos, recoge materiales de entre la cultura popular con un trabajo que tiene mucho de etnógrafo, cranez -y concreta- obras de teatro, guiones de cine, reportajes descomunales y novelas definitivas.

Desde Balada para la ciudad muerta (1974), su primer libro de poemas, hasta los últimos borradores de Con el agua al cuello, Alcalde, trágico y festivo, desmesurado y medido al mismo tiempo, funda su obra en la cultura del pueblo, para volver a tomar desde ella, devuelta, su propia fuerza.

De regreso por Chile el último septiembre, esperamos a tenerlo instalado entre nosotros -todo lo instalado que permite su precariedad material y la aspereza del ambiente-, para mostrar esta conversa y compartirla.

EL CHISTE SE HACE CON LA VIDA

Cuando a los trece años leí El auriga Tristán Cardenilla, alguien -sospecho de mi ángel de la guarda- me avisó que el autor de esos relatos se "fue cuando chico con el circo". ¿Hay algo de cierto en eso?
Esta historia del circo nació cuando yo trabajaba en el puerto de San Vicente como ayudante de remitente. Remitente es un oficio muy curioso, ellos compran pescado barato y lo venden caro, un extraño oficio, una forma bastante dramática de la explotación a los pescadores. Ahí, alguien que ya murió me contó esta historia: Un circo en plena decadencia llega al puerto y quiebra. No hay público, les toca una huelga muy larga de los mineros y entonces se produce la fusión del circo con la caleta... Venden la carpa para hacer velas, las graderías para hacer botes, venden los leones -dos leones malacatosos- parece que la mujer de goma se enredó con el alcalde del puerto, y los payasos se incorporaron a las factorías conserveras.
Parte de mi trabajo es sobre el circo, pero no ocurre dentro del circo. No están los payasos haciendo su número, ni la mujer de goma el suyo, mi obra empieza cuando el circo termina. Porque el circo entronca con una simbología de la vida, no hay acrobacias ni chistes de payasos, el chiste lo hacen con la vida.

Al regresar usted a Chile, hace ocho meses, una periodista -Luisa Ulibarri- se aventuró a describir su narrativa como "una suerte de picaresca del subdesarrollo", ¿le calza, le resulta apropiada la definición?
Correcto. Nosotros nos instalamos en un sector popular como era el subproletariado: los marginados, los aurigas, los cesantes, los payasos pobres y yo viví buena parte de mi vida entre ellos.

¿Cuándo usted dice "nosotros", dónde se incluye, en un grupo, en una generación?
Te digo nosotros porque hay un grupo: José Miguel Varas (Porái, Cahuín), Franklin Quevedo (Todos seremos rosados), cada uno con características un poco distintas. No somos generación, yo creo que nos unía un común denominador ideológico.
Luego en Europa nos dimos cuenta que la nuestra era una literatura marginal dentro de Chile. Más claro: éramos escritores regionales, medio aldeanos, subdesarrollados, en un marco tan distinto al que se mueven Jorge Edwards, José Donoso, porque ellos trabajan con personajes de una gran certeza ubicados en una clase decadente, pero que, en alguna medida, tienen universalidad. Nosotros empezamos a trabajar con elementos muy precarios, muy desposeídos, casi sin cabida dentro de un proceso cultural y nos inscribimos en la marginalidad con nuestros propios personajes.

Eso es muy claro en relación a su narrativa. De acuerdo a ello, en su poesía cabría esperar un trabajo en alguna medida paralelo al de Parra. En cambio, por temas y por forma, remite más bien a una poesía, digamos..."clásica", ¿cómo es esa dicotomía?
No es tanto así... Nosotros siempre pensamos que la prosa era una posibilidad más concreta, por las características del precario desarrollo de la cultura chilena. Ahora, por razones que -como diría Cortázar- el tejo estaba muy pasado en la poesía chilena: hubo aquí un pequeño Siglo de Oro , la poesía tenía otra normativa, presentaba un desafío, un ámbito distinto, que motivaba a una posición más seria. Pero nuestro planteamiento poético - cien mil versos en El Panorama ante nosotros- cayó en el vacío. Entonces, más que esa dicotomía, hay un desconocimiento de nuestra obra.

Usted hizo y editó un periodismo bien peculiar, fundamentalmente en la serie Nosotros los Chilenos, y luego en el trabajo con Crisis, en Buenos Aires, ¿cómo lo definiría?
Nosotros postulábamos la existencia de un Chile sumergido. Y de un periodismo cómodo, de redacción. Había que salir entonces, usando el testimonio directo, al encuentro de Chile. El proyecto quedó bastante incompleto.

Y la veta del periodismo, ¿se quedó ahí detenida?
No. Acabo de hacer un libro sobre el fútbol, se llama El fútbol nuestro de cada día. Quiero hacer un libro sobre Gildemaister. Estoy haciendo reportajes para La Tercera.

NUESTRA DESESPERADA MANERA DE DECIR LAS COSAS

Alcalde, usted viene llegando de un largo periódo por el extranjero. La situación de nuestros escritores en el exilio, ¿cómo es, cómo lo calificaría?
Muchos escritores han continuado escribiendo. Parece una ironía, y sin embargo, cuesta decir esto. Obviamente que aparecen de inmediato cantidad de problemas. Imagínate a mis Salustios y mis Trúbicos en el desierto de Sinaí, entrando a una sinagoga en la ciudad vieja de Jerusalén, caminando por las calles de Suecia o hablando con los obreros ingleses... nada que ver. Cierto que existen los Trúbicos ingleses o rumanos, cierto que existe una gran panorámica popular, pero la están haciendo quienes tienen que hacerla.
Luego está el problema del lenguaje. No setrata sólo de aprender un idioma, sino los idiomas que hay dentro del idioma, el lenguaje literario. Cierto que puedes encontrar sinónimos, pero de ahí a acertar en sus connotaciones, es decir, al lenguaje incorporado a los usos y costumbres, al lenguaje como elemento vivencial, la cosa no tiene solución.
Y el contraste de esas culturas con nuestra marginalidad, con nuestra intuición, con nuestra desesperada manera de decir las cosas, es tremendo. Toda la densidad de una cultura en pleno desarrollo -o ya en decadencia- frente a nuestra desnutrida posibilidad...

Parece no caber otra alternativa para los Salustios y los Trúbicos que volver a Chile...
Obviamente. Si nosotrso estábamos dando la batalla por tener un hueco en la cultura nacional, cómo solucionas el problema en términos más universales. El salto regional-universal es imposible sin la etapa intermedia: ser un escritor nacional.
Además, esta tontera de ir a ver los museos, o los paisajes y los pájaros, o los idiomas y las guerras, puede resultar abrumadora... porque ningún país comienza cuando tú llegas. Natural que también te encuentras con sorpresas, cuando ves por ejemplo eas gigantescas obras de teatro... dan ganas de ponerse a llorar frente al candor que uno tenía en ciertos planteamientos de como la condición humana puede desarrollarse... pero en realidad, no eres alemán ni rumano.
Estos países produjeron -como se produce el arte, que no es un hecho fortuito- toda una serie de elementos para que surgiera un escritor de esa clase. Bien. Entonces, qué... ¿escribo como Günter Grass? No, pero es probable que los que aprendí de él, las lecturas, los ensayos, los congresos, las peloteras que tuvimos a grito pelado, obliguen a mejorar la perspectiva, te diría eso humildemente.
Porque hay un acopio. Si estás con un campesino andaluz analfabeto... te caga, nació ahí, las piedras tienen un sentido, el arado, la forma como hizo su muro, como come, como azota su caballo. La densidad que tiene la cultura, ya no como información, sino por el hecho de nacer en un lugar.

LAS CONDICIONES DEL ESCRITOR POPULAR

¿De qué manera estos ocho meses en Chile han cambiado los proyectos con que llegó?
Honestamente, he tenido que cambiar todo. La obra de teatro que tenía craneada, la he rehecho por completo. Y he utilizado una fórmula simple como el agua: con la grabadora he hecho decenas de entrevistas. Te leo unos títulos:
-Los que se van de la cas, una encuesta a los cabros chilenos.
Los últimos pequeneros.
Peque ¿qué?
Pequeneros, el pequén es una empanada que hay...
-Cómo hacen el amor los chilenos.
-La virginidad al archivo.
-Comiendo mariscos nacen más hijos varones. Es la tesis de un biologo inglés, hice 22 entrevistas.
-La pintoresca fauna chilensis: los picados de la araña, los que cortan el queso, los cuenteros del tío.
-Picadas con nombres y apellidos, al margen de los registros oficiales: el guata amarilla, el poroto que regresó, el pocas pero buenas, el pestaña de vitumen, el salame de gato, el lenguado Saavedra, donde mueren los valientes, el hijo del pescado muerto, los puchos lacios...
He salido otra vez a encontar al pueblo, sintiendo una fuerza natural para incorporarme a él: es una de las condiciones para un escritor popular.
Ese es el planteamiento nuestro, pretendemos interpretar a ciertos sectores populares por estar dentro, no como una curiosidad.

Alcalde, usted traía un libro de poesía inédito. Desmentido recíproco...
Claro también lo rehíce. Y le agregué otro libro que se llama Con el agua al cuello.

¿Y quésentido tiene esa revisión de su poesía al regresar?
Nosotros vivimos una gran desolación insertos en la cultura europea. La soledad del hombre tocó nuestra propia soledad. Ese debe ser el libro, más amargo que he escrito. Creo que habíamos idealizado ciertas situaciones de orden teórico y fue difícil aceptar la realidad. Ahí parece que tocamos fondo, inevitablemente. Será otro libro, no más que los otros, pero es un libro desolador. Y esto se vio agravado porque vivimos en la isla de Ibiza, en las Baleares, que es el resumidero de la gran decadencia de Occidente y ahí entre grupos de hippies, entre grandes buscadores de la verdad, exorcistas, sacerdotes de las religiones más curiosas, vivimos también nuestra pequeña desolación, vimos al hombre sin destino.

Y volver a Chile, ¿en qué sentido cambia esa óptica?
A la antítesis. Esa gente, cuatro millones de turistas lanzados a la aventura más feroz, a la búsqueda del placer y de la muerte. Imagínalos frente a cualquier pregunta... ¿qué placer, qué muerte? Buscan la muerte como un deporte... Y aquí, ¿a la muerte cómo se llega?. Esta es la antítesis.

¿Qué está haciendo, Alcalde, ahora?
Estoy trabajando en el segundo tomo de La consagración de la pobreza, -obra para teatro, de 12 horas-. En ella me pregunto quién es el culpable de tanta degradación, de esa vejación cotidiana, infinita en posibilidades... Desde llevar a un hijo a enterrar envuelto en papel de diario, a la humillación constante... La frustración popular llega a límites insospechados. Y esto vamos a tratar con un lenguaje teatral.
Bueno, y aquí están terminados El árbol de la palabra -antología de los treinta poemas que más me han impresionado-; Cupido a mansalva, poemas; Ojo por ojo, epigramas; el segundo tomo (serán 3) de la Historia de Salustio y el Trúbico ; Poemas para recitar cuando llegan las visitas, sonetos; El peregrino del golfo y Las aventuras de la pulga Micaela, cuentos para niños. Y estoy preparando Con mis propios ojos, novela autobiográfica que va a ser una gran síntesis de lo que ha sido nuestra existencia, con testimonios, hechos históricos...

¿Cómo trabaja para juntar todo este material?
Con mucha alegría. Vivimos con mucha dificultad, hemos tenido ocho hijos, ya están naciendo los nietos, y sigo teniendo mucha dificultad para sobrevivir, pero trabajo con mucha alegría. Y si hubiera tenido tiempo, habría escrito más. Y con esto te estoy contando un chiste.

Y la cultura chilena, ¿qué dice?
...

Pero...
Aún así vale la pena estar de vuelta en Chile.



en LA BICICLETA, julio- agosto de 1980.





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