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Adrián Marcelo Ferrero | Autores |










Iniciales: solicitudes a mi madre
a María Elena Sanucci, mi madre. Y a mi prima María Julia Sanucci, su sobrina y ahijada


Adrián Marcelo Ferrero




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Madre:
esta noche, ya madrugada
nos hemos confesado.
Tan solo conversando,
hemos deshojado al mate hospitalario,
arrancado la hierba,
escuchado la lluvia,
molido el pan,
llorado al sol,
domado al potro,
cavilado por fin el milagro
de que a dos,
uno brote la simiente.
Hemos sufrido abrazados
compadeciéndonos de nuestro pudor.
Hemos evocado a nuestros muertos,
resoplándoles la vida
con este candil
que todavía sostengo.
Esta noche me has confiado
algunos de tus secretos y tus miedos,
y no seré yo quien los traicione.
Esta noche, madre,
hemos mezclado un poco el barro,
hemos estado otra vez en la mar, los cuatro,
hemos amado a padre cuando parecía tan lejano.
Hemos anidado en el muro
un perfume de violetas.
Hemos cantado el milagro de estar vivos,
celebrando la noche y el día, jubilosos.
Me has contado del pasado,
de otras cosas,
de aquí, de allá,
de todas partes.
He adivinado tus culpas
porque tú misma las castigas.
Te he adorado por dos veces
como corresponde a una dama
de tan noble sangre,
que no teme
al trabajo duro o la intemperie,
la tentación sin haberse jamás tentado,
laborando a brazo partido.
Esta noche, madre,
hemos derrotado a la mismísima muerte
y nos hemos ganado el salario,
por un rato al menos.
Hemos sido perdedores,
porque por eso estamos invictos.
Y me has demostrado,
una vez más,
que eres invencible
frente al tornado, la peste,
la mugre, la blasfemia,
la infamia o el fracaso.
Has visto a tus hijos,
a ambos,
quererse con amor de hermanos,
amor santo si los hay.
Has visto la lealtad
multiplicada en mil espejos,
hasta encandilarte.
Esta noche madre,
has muerto y has resucitado
al menos por tres veces
con tus miedos,
porque has escuchado
las consejas de tu hijo,
increíble pero cierto.
“Perturbador y perfecto”, te dijiste,
“esto de que mi propio hijo
me encomiende a su criterio”.
Esta noche, madre,
has vuelto a aprender el alfabeto,
la noche, el tifón,
el cielo, las estrellas,
la tormenta, el perdón,
la mar,
el mismísimo fin del mundo.
Porque le has podido por fin
decir a tu hijo
de quiénes has sido hija tú,
por qué has tenido tres hermanos,
elocuentes como esferas.
Por qué te has enamorado
de padre y su rumor elegante de poemas.
Muchos se reirán de mí,
ya lo adivino,
por este hablar
tan efusivo de mi madre,
como si fuera un maricón
o un crío.
Eso no cuenta hoy.
Son la noticia de ayer de un diario.
Verdaderamente
los chistes me tienen sin cuidado.
Esta noche, madre,
estoy aquí para llorarte,
para celebrarte en este silencio
de palabras quietas,
antes de que hayas partido,
si bien lo sé inminente.
Descansa en mí por una vez, madre,
por favor te lo ruego y te lo imploro,
por fin descansa,
antes de que te hayan llegado día y hora,
porque es tarde.
Tranquila,
que estaremos bien
cuando te marches.
Debes pensar a cambio,
que serás más poderosa,
y te tendremos aún más cerca,
conociendo el paño
de primera mano.
Esta noche, madre,
estoy aquí para saborear
el vino de los dioses,
el encanto raro de tu conversación,
honesta y limpia.
Esta noche, madre,
en que te has confesado,
en que por fin
te me has encomendado.
Ya era hora.
Estoy aquí para sentir,
el magnífico privilegio
de conocer tus lágrimas.
Esta noche madre, solo decirte,
que estoy aquí,
para hacer más digna tu vejez modesta,
tan luego yo,
que alguna vez,
antaño,
sentiste en tus entrañas,
morar en ellas como un pececito,
hasta manar por fin,
luego de tu industrioso descanso,
en el sagrado mar
de tus rosales.
Estoy aquí, madre.
Te lo recuerdo,
pero es tan frecuente a ti
oírte hablar de verdades como un templo
que me honra tu presencia
en esta madrugada de domingo
Estoy aquí a tu lado, madre.
Créelo.
Tan solo extiende el brazo
y sabrás no juro en vano.
Estoy aquí, madre,
poderoso como una bestia,
solo dándote la mano,
porque las fiebres te carcomen,
y yo me muero de dolor
por tu dolor de sangre.
Estoy aquí, madre,
y no me iré
sino cuando tú te duermas,
como antes.
Como en el principio
¿lo recuerdas?
 

 



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