proyecto patrimonio

 

 

EDUARDO ANGUITA
( El Poliedro y el Mar)

Poesía

III

Sacerdote : - ¡Hermanos! No tomen esta vida más que como un tránsito.
Esta vida sólo es un pacto. Lo que crean encontrar en ella es ilusión.
No se engañen. No se apeguen. No apetezcan las cosas
del mundo más que en la justa medida en que sirvan de instrumento,
un signo para la otra vida.

Mira :
Las flores no tienen color,
El mar es blanco,
La música es blanca,
El aire está vacío,
La aurora no ha comenzado,
Los frutos no tienen peso.
Y yo todavía no estoy.

En toda voz hay un gran hueco.
¿Qué las reviste? ¿Qué las dora?
Una promesa mantiene la situación :
El espacio no es más que una reserva.
¡Oh! el mundo es dos labios distantes.
¡Oh, hermanos míos : el mundo no es un beso!

¿Cuál es la causa?, me preguntarán ustedes. ¿Por qué la vida terrena es imperfecta y falaz, vanidad de vanidades, como dijo el Predicador?

Hemos hecho una gran herida.
El mundo es una llaga. No hay substancia.
La Misericordia ha permitido reservar la órbita.
Vengo de existir.
Ahora vengo de no existir.
Asómbrate con lo que hay y con lo que no hay.
¡Cuán bellas hendiduras las de esa porcelana!
¡O las estrías de la fresadora!
Si el espacio fuera abierto, fuera nada más que vacío,
Ellas no serían posibles.
Y si fuera cerrado como compacta substancia,
¿Dónde se abriría la rosa? ¿Dónde nosotros?
Nosotros no estamos engrosados.
¡Estamos cavados!

Los invito a meditar en esta existencia efímera, en este mundo menguado, materia porosa como las esponjas, carne roída por los días. Y los invito, también, a comparar la inconsistencia de la materia y la eternidad del espíritu.

El ojo es ilusorio. La mirada, verdadera.
El beso es sólido. Los labios, de vapor.
Las lágrimas son blandas. El llanto es duro.
La manoes una nube. Cae en cada caricia.
Lo real no es la voz. Es el verbo.
El objeto desaparece. El hombre queda.
Tú todavía no estás. Yo todavía no estoy.
¡Ay! ¡Cuando estaremos!
Pero la promesa ha sido hecha :
"Yo soy el Camino, la Verdad
y la Vida",
Sí, hermanos: por El,
Alguna vez llegaremos,
Alguna vez seremos,
Alguna vez viviremos.

Así sea.

IV

Arrojé al mar el poliedro : y el mar,
soberbio, lo arrastró.


Mas, ¿qué eres tú?
Tus olas de miseria, tus harapos coléricos,
tus salones desiertos donde muere la luz,
¿qué son?... Tan irreales que una y otra vez los sacudes
como queriendo expulsar la inmóvil oquedad.
Tus conos transparentes son hilos dados vueltas,
en donde un ciego mismo se adelgazaría;
y las llanuras que derramas con sal y con estrépito
sólo son un espejo de alternados vacíos:
y el tiempo desmenuzado en gotas jamás se junta:
cada instante maldito al mar incomunica.
Más solos, más despojados son tus abismos que las planicies duras
del poliedro embustero que quieres despreciar.

La campana instantánea bate en la soledad,
y cuando sobre la arista efímera de las olas
ruedan tus multitudes de agua ausente,
ya nada existe sino estremecimiento
vasto, de pavor azulado por la inasible infinitud.
¡Vanidad de vanidades, eres el mar!

Suspensión de hilos huecos, rápidamente urdidos.
Sal que cose y cose
nada,
rebanadas de órbitas, ámbitos sin substancia ni cuenco:
puro perfil: ¡tú no me engañas!
Tus coronas, tus lenguas, tus destellos convulsos,
llagas son de infinita, tormentosa distancia.
Tus frenéticos filos, tus delirantes actos de inmodestia
¿qué son? ¡Menguadas líneas!
Y lo que nos ahoga no es el agua, es el vacío
que en ti acecha gota a gota
entre ola y ola
( la línea nada y nada, conjugando incesante,
verbo incansable sin persona que lo hable).

¿Por qué extremas tu convulsión, tu cólera?
¿Acaso no comprendes?
El beso es firme. Los labios, de vapor.
La mano es una nube. Muere en cada caricia.
Las lágrimas son blandas. El llanto es duro.
¡Delgado el aire y sólidos los días!

Hay noches en que creo oírte llorar,
hay días en que creo oírte reír.
¡Ilusión! La risa y el llanto vagan sobre ti
como una idea brumosa sin poder posarse
en el rostro de un demente.
Tus lágrimas no se juntan con el llanto;
tus dientes no alcanzan la risa:
¡Oh, mar inacabado!

Contigo quiero cruzar el Aqueronte
( ¡tú, mar, llevado
sobre otras aguas! )
¡Rostro sin rostro, vamos!
También el hueco ardiente del sol
espera al sol.
No temas: la culpa es nuestra.
El mundo es dos labios distantes.
¡Nunca nadie ha besado!

Imagen del hombre, imagen desierta,
mar, tú como yo, aún no tienes nada.
¿En dónde estás, Nada rugiente?
¡Mar: haces falta!

Soy como tú: lugar inhabitado
Soy como tú: lesión horrible.
Tú, como yo, qué loca lejanía.
Tú como yo, con la mitad al otro lado,
y en tu pauta vacía, la música posible.

Tú como yo, tal vez, por fin, seremos.
¿Recobraremos el Verdadero Rostro?
¿Rescataremos la Realidad perdida?

Te lo prometo, mar.
¡Pero no volveremos!

 





[ A Página Principal ] [ A Archivo Anguita ] [ A Pagina Anterior ]

letras.s5.com ; proyecto patrimonio ; Poesía : Eduardo Anguita

mail : oso301@hotmail.com