Eduardo Anguita


 
 


 

Dos de Nuestros Defectos

Por Eduardo Anguita

..... Dos defectos, que indican un mismo rasgo en su anverso y su reverso, han advertido desde mucho tiempo nuestros escritores y sociólogos en el medio literario chileno, por no decir en todo el ámbito de convivencia y desavenencia. En el prólogo al libro Diez, de Juan Emar (en su segunda edición, de la Editorial Universitaria, 1971), Pablo Neruda se refiere a las rencillas entre nuestros escritores y a la habitual malevolencia y envidia: "... falta dignidad a la colmena". La verdad es que Juan Emar no entró en ese juego. Hasta 1964, año de su muerte, publicó sus libros sin hacer nada por sobresalir, Neruda afirma - y sé que tiene razón- que Alvaro Yañez (Juan Emar en la literatura) no tuvo amigos; o que los que él creía que eran sus amigos, no lo eran. Es posible. Sin embargo, algunos, entre los que contábamos con veinte y tantos años menos que Emar, lo apreciamos y quisimos. Sus libros Miltín 1934, Ayer y Un Año (ambos de 1934) despertaron nuestra absoluta admiración. Braulio Arenas, Teófilo Cid y el que escribe lo estimamos siempre de un cerebro de contornos geniales. Ni más ni menos. Muchos años después, el joven crítico José Miguel Ibañez, alrededor de 1971 ó 72, escribió con certeza excepcional sobre el libro Diez y, luego, sobre los otros dos libros, que muy pocos poseemos. Expresó su elogio crítico sin reserva. Una editorial argentina adquirió de la familia todos los derechos sobre la obra publicada y la que aún permanece inédita. ¿Y qué pasaba aquí, fuera de esas excepciones? Los chilenos no conocián la obra de Juan Emar, y aun conociéndola, no supieron valorarla. El propio Prólogo de Neruda es un error de punta a cabo. Nada tiene que hacer Emar con Kafka. J. M. Ibáñez lo compara con Michaux. Yo lo comparo al mejor Marcel Jouhandeau: al de "Monsieur Godeau Intime". Estamos muy cerca, creo, de entenderlo mejor que Neruda. Huidobro era amigo de Juan Emar desde la infancia. Que se me perdone la indiscreción; pero cada vez que hablaba de los libros de "Pilo" (como lo llamaban sus familiares y amigos), nos decía invariablemente: "Escribe con las patas". Muy de Vicente su expresión. No mal intencionada. Respondo. Simplemente desaprensiva; poco generosa. En cuanto a las polémicas de Neruda, Huidobro y De Rokha, hicieron historia. Los denominé, en su época (1935), "los 3 antimosqueteros: uno contra todos, todos contra uno".

..... Viniendo al tema de este artículo, ésta es mi observación. El chileno presenta una curiosa conducta, que se muestra en dos formas opuestas y contradictorias. Darían para un ensayo antropológico.

..... Una: Todo lo chileno es extraordnario; hay que rechazar lo extranjero. Un ejemplo: un crítico santiaguino (que ya no vive) reprochó reiteradamente un ciclo de conferencias -y todas muy inteligentes- que se efectuó, durante dos o tres semanas, en conmemoración del Dante. "Mejor hay que preocuparse y estudiar a nuestros autores", comentó.

..... La otra actitud: Un poeta chileno ha terminado una obra de poesía; le confía a un amigo bastante inteligente: "Esto podría firmarlo Rilke". Respuesta: una sonrisilla compasiva. ¡Cómo va a ser posible que éste, éste, que yo veo casi todos los días, que estudió conmigo en la Universidad...!, etc. No. Imposible. Yo lo veo casi a diario.

..... Se necesitó que los chilenos supieran que Huidobro fue decisivo en el movimiento de vanguardia europeo para que comenzara a considerársele. Por su parte, la Mistral no perdonó jamás a sus compatriotas el no reconocerla, aunque fuese con el Premio Nacional. El Premio Nobel debe de haberle sabido a hiel, por todo esto. ¿Y Neruda? A lo mejor, sin consagación en el extranjero, pocos chilenos hoy lo estimarían. And so on...

En El Mercurio. 7 de agosto de 1977


 

 

La Mente en Blanco

Por Eduardo Anguita

..... Aquellos que gustan, con fines "trascendentales", poner la mente en blanco, recomiendan encerrarse en una habitación sin muebles ni objeto alguno y en posición de flor de loto evitar todo pensamiento y esperar la "revelación". Dejando a un lado la supuesta revelación, yo aconsejo colocar, en el centro de la pieza, un huevo. Sólo un huevo.

..... La "Canción del huevo y del infinito", de Huidobro, me ha enseñado algo: "En cada hora del día cae un huevo diferente / Cae un huevo de luz y una luz de huevo / un huevo blanco / un huevo azul / un huevo verde / un huevo rojo / un huevo alegre / un huevo triste / un huevo negro / un huevo huevo". He llegado al silencio del huevo sin atributos salve ser él mismo. El huevo, despojado de todo objetivo, ha logrado su pura mismidad. Y nosotros caemos a un vacío en blanco y a un blanco en vacío. Es el milagro del "huevo huevo".

..... Otro modo del tema. Repitamos cualquier palabra, diez, 100, 300 veces... Nube, nube, nube, nube, nube... ¡Ha perdido todo significado! Y es que el lenguaje no es sólo una o más palabras. Es un sistema de signos interrelacionados: afinidades, oposiciones, valores. Una palabra sola no dice nada, no la reconocemos.

..... Me ha ocurrido, a veces, tal vez por cansancio mental, un fenómeno raro y desagradable. Comienzo a leer. Por ejemplo, una frase simple: "De modo que si no se prescinde de la atención que uno presta a ...", etc. y no entiendo. Me incomodo, me sobresalto. Empiezo a retroceder dentro de la frase, intentando desentrañar el sentido de cada palabra; así, de final a comienzo: "presta a "... "la atención"... "que si no se prescinde"... "de modo que". Y repito "De modo que". Las emprendo aisladamente con esta locución adverbial: "de modo que". Imposible arrancarle significación; tampoco se la extraigo a "De", a "modo", a "que". Abro un libro del Dr. Armando Roa y me hallo con que un paciente confiesa dificultades semejantes. No reconoce las palabras, le parecen "duras", no las puede penetrar. Lo mismo que a veces me sucede a mí. Siento "duras" las palabras, como cerradas, como sin interior. Moraleja: ¡No hay que leer palabra por palabra! ¡Ni por nada clavarse en una sola! Nos arrojará a la demencia. "Si se va al fondo -escribió Valéry-, no existe ni una sola palabra capaz de ser entendida" Y añadía: "Quien se apresura, ese ha comprendido" (citado por Sartre en "La Imaginación").

..... En el libro Ayer, de Juan Emar, al fracasar el autor en la captación de la realidad de un "gordo" sentado junto a él en una sala de espera, y después de análisis tras análisis, llega a igual conclusión: "¡Barriga y barrigón! Estaís allí hechos realidad porque no me fijo en vosotros, porque os rozo nada más. Como que os palpe para cogeros, os desvanecéis". (...) "Si quiero que todas las cosas, y sobre todo los gordos, me sean concretas, no me queda otro remedio que seguir siempre distraído, recibiendo vagas percepciones de un lado y otro"...

..... Una cosa sola, un tornillo desprendido de su máquina, un huevo solo, una palabra sola, son como la nada. El mismo Juan Emar, a pocas líneas de las transcritas, escribe: "Del hecho que, al querer hacerlo" (observarlo, delimitarlo, saberlo), "el barrigón se me diluye, pierde sus contornos junto con hacérseme hermético, y me sumerge en el mismo estupor que hace tiempo me sumió, una tarde distraída, al mirar y darme cuenta que allí estaba, fijo, inmóvil, solo, un interruptor eléctrico pegado a la pared". Y cuando Juan Emar quiso cerciorarse de su realidad, el interruptor se le aisló del mundo y, por breves instantes, "no comprendí más nada de esta vida ni de la otra". ¡Nada! Quedó estupefacto. Atónito. ¡El cero mental!

En El Mercurio. 31 de mayo de 1981


 

 

Colores y Palabras

Por Eduardo Anguita

..... Muchas veces me ha ocurrido encontrar gente aficionada y entendida en literatura que desea "cambiar" tal palabra, porque no les gusta. He visto, así, deshacer manuscritos propios con agregados o sustituciones léxicas. Naturalemnte que si se cambia una palabra, todo el edificio se afecta. Y como en los textos literario, donde cada palabra toma su intención y valor, ocurre igual en la pintura.

..... Juan Emar, aquel enigmático escritor chileno de quien fuimos amigos y a quien admiramos, quiso ser pintor. Me contaba un día en Lo Herrera (propiedad rural cercana a Nos, donde él y sus hermanas disfrutaban de un campo magnífico en cuanto a producción agrícola y belleza de sus parajes), me contaba que en París se había dedicado a pintar. Recordaba desde allá una parte del jardín de las casas del fundo, y se puso a la obra de trasladarla al lienzo.

..... Creyó interesante pintar la figura de un monje franciscano y ubicarlo en medio de la vegetación. Preparó un color, cuyo centro de irradiación debía ser un rojo. Sí, pero ¿cuál? Pensó que necesitaba un bermellón, un escarlata o cualquier rojo que fuera vibrante. Pero mientras más pinceladas le echaba en los hombros al pobre monje, menos se veía. Un amigo suyo, el pintor Ortiz de Zárate (que también estaba en París), al mirar el cuadro de Juan Emar, debió acercarse a muy pocos centímetros de la tela, pues el monje no se veía. Se dio cuenta de inmediato que estaban sobrevalorados los valores del entorno; sin embargo, el autor, después de comprar cuantas marcas de óleo había en París, Berlín, Madrid y otras ciudades, había ido haciendo de la figura monástica una especie de bajorrelieve amasado con pintura. Inútil. El monje no se veía. Juan Emar abandonó el cuadro y el arte de la pintura.

..... Cuenta Van Gogh que estando en París, no me acuerdo en que sitio, discutía con otros pintores sobre el color. De lejos los vio Delacroix, que anduvo hacia ellos. "Discutíamos sobre el color", alcanzó a decir Van Gogh. El maestro Delacroix le dijo: "Teneís razón. Mirad esta baldosa sucia. Si yo le hubiera pedido al Veronese que me pintara una mujer rubia cuyo cuerpo fuera blanco, y le hubiera exigido que usara para pintarlo el color de esta baldosa, el Veronese habría puesto este color... y en la tela el cuerpo habría sido blanco".

..... Gran verdad, comprobada cientos de veces por mí, que no siendo pintor no entiendo ni un poco, veo colores (simples, sin mixtura alguna) en los cuadros. Y en la paleta los colores no son tan vivos y elocuentes en su irradación como sí lo son en una buena pintura. He oído hablar de "los blancos" fabulosos de Utrillo, y en 1969, en nuestra Quinta Normal mire un cuadro suyo. Casi intenté hacer lo que hizo Matisse décadas atrás en el Louvre, yendo acompañado de Strawinsky, según cuenta el músico. Admiraban un cuadro de Rembrant. Matisse hablaba poco. De pronto sacó del bolsillo un pañuelo muy blanco, y precipitadamente se acercó al óleo, diciendo con exaltación: ¿Cuál es blanco: este pañuelo o el blanco del cuadro? Ni siquiera la ausencia de color no existe, sino sólo el blanco, o cada blanco y todos los blancos".

..... También las palabras en el diccionario tienen un valor determinado, pero estático de mediana fuerza. Solamente puestas en acción junto a otras palabras tomarán su valor: un valor determinado, diferente y distinto a la palabra inerte del diccionario. En poesía también existe el blanco, uno o más blancos, ¡todos los blancos!

En El Mercurio. 20 junio de 1982



 

 

 
 


[ A PAGINA PRINCIPAL ]
[ A ARCHIVO JUAN EMAR ] [ A ARCHIVO EDUARDO ANGUITA ] [ A ARCHIVO AUTORES ]


mail : letras.s5.com@gmail.com




letras.mysite.com , proyecto patrimonio, EDUARDO ANGUITA: Artículos periodísticos y Juan Emar.

proyecto patrimonio es una página chilena que busca dar a conocer el pensamiento y la creación de escritores y poetas, chilenos y extranjeros, publicados en diarios, revistas y folletos en español

te invitamos a enviar tus sugerencias y comentarios