Hace semanas que no salía a la calle. Tiempo de reencontrarse con la soledad y alguna dosis de autocontrol. Debo acompañar a mi padre a realizar unos trámites al banco. Prefiere ir a la sucursal de Ñuble, dice que ahí abrió la cuenta corriente. A estas alturas discutir es una pérdida de tiempo. Abordamos la línea 6 y me confundo de institución financiera. La verdad es que no era Ñuble, queda mucho más allá de la estación Rodrigo de Araya. Quince cuadras en que aprovecho de estirar las piernas. He escrito como loco durante el último mes y he alternado horas de sueño con películas de cine clásico. A Leonor le mando los links que encuentro en la red. Le gustan las divas de antaño, aunque esta vez enganchó con Kim Basinger. Mi amiga es histriónica y disfruto mucho de las historias que publica por Facebook. Le encanta bailar y la verdad es una mujer que se roba las miradas. Contagia a todos con su energía, a pesar de ser profunda admiradora de Morfeo. Reconozco que también duermo bastante, pero a menudo paso de largo escribiendo hasta el amanecer. Después de la taza de café emprendimos este viaje digno de Odiseo. En el Banco del Estado no le dieron solución. Por teléfono hizo un reclamo por cargos indebidos en la tarjeta de crédito y la ejecutiva le explica que no le han hecho ningún depósito y que esas consultas se hacen a través del correo electrónico. Han pasado dos horas y en el camino escogió un regalo para mi madre y encargó unos lentes nuevos. Conversa con todos en cada lugar y en la sucursal de Vicuña Mackenna lo han tratado excelente. Todo el trayecto por la avenida lo sobrellevo bastante bien. La agorafobia de costumbre y los deseos de drogarme no me han acorralado. A no muchas cuadras queda uno de mis moteles favoritos. Veo los taxis y vívidos recuerdos enredan mis pensamientos. Espero junto al cajero automático y sale tan contento que me invita a comer un chacarero en un lugar que acaba de abrir sus puertas. Mardoqueo es una fuente de soda elegante, bien distinta a los restoranes de esa zona llena de universidades. Como precaución he salido sin un peso en mis cuentas. No hay que tentar a la suerte cuando se trata de drogas. Mi padre va a cancelar y de tanto equivocar la clave, bloquea las tarjetas de débito y de crédito. Lo corroboro al acudir al cajero de la estación más cercana. Finalmente gestiono una transferencia y termino pagando la invitación. Retornamos a bordo del tren subterráneo y el monitor de la línea 3 equivoca las estaciones. Justo antes de hacer el cambio de andén, una pasajera nos informa del error en las pantallas. Andábamos sin efectivo y con un solo pasaje en la tarjeta Bip. No dudé en saltarme el torniquete, debido a que estaba seguro de no provocar un estallido de ningún tipo. Hay comunas sin electricidad y el ministro Marcel explica que la inflación aumentó por las alzas en las tarifas. Mundo al revés: suben los precios ante un servicio deficiente, una burla al consumidor. Han pasado horas desde que salimos del departamento y no queda otra alternativa que tomar con humor los contratiempos.
