No está acabado por sus heridas físicas, tampoco por el alcoholismo que arrastra desde hace años, sino que está destruido porque él mismo se ha encargado de convertir su vida en un infierno. Sabe que no vivirá muchos años, pero de todos modos decide no traicionar sus principios. Escribir es y será lo más importante cada día. Narrador de cierto talento, pero que tras el alcohol oculta a un sujeto irreverente que se relaciona con los demás por miedo o admiración. Miedo a que lo desprecien, aunque siente veneración por la lealtad de los amigos. Intelectual al que le incomoda el poder del dinero. Lo utiliza para publicar libros, pero la mayoría lo derrocha en drogas y sexo callejero. Un hombre de moral relajada, pero con consciencia social, la contradicción misma en un solo individuo. Este escritor navegará en solitario por un mundo maniqueísta de buenos y malos. No queda clara la verosimilitud de su relato, debido a que se escuda en la ficción y crea un mito de conductas erráticas. Describe esos episodios abyectos intentando dar coherencia a través de las palabras. No entiende la cronología de sus actos y escribir sobre ellos lo vuelve más humano, como si sus decisiones tuvieran algún sentido. Ha arriesgado su vida muchas veces, ya sean sobredosis o incursiones por lugares peligrosos. Deambula drogado entre callejones angostos donde traza su destino. Pocas veces lo han encerrado en un calabozo, reflejando la incomprensión de las leyes ante su búsqueda incansable de nuevas historias. Relatos breves que son los únicos instantes de reflexión. La causa motivada por el azar sin mucho raciocinio. Actos que provocan un efecto, la creación artística que lo hace más consciente y le permite despertar con una taza de café. Escribir reseñas que constituyen un enjambre de pensamientos que ordenan el transcurso de una biografía. Subrayando los límites de su conducta, el punto exacto en donde el libre albedrío y la libertad es coartado por la sociedad vigilante.