El vehículo era una especie de ventrículo de corazón. Conducir de noche por las carreteras una sensación de paz infinita. El viaje al norte por los parajes del desierto, la música de Pink Floyd intuía esa otra música del silencio. De vez en cuando los faros de otro auto interrumpían el viaje hacia San Pedro de Atacama. Doblando en la esquina de Holanda esa hembra enigmática, a veces una mujer sobre los cuarenta, otras veces una joven travesti, la oportunidad de elegir entre el hotel Huelén y el Mar del Plata. Los viajes al cajón del Maipo se sucedieron a menudo. Serpenteando el angosto camino al embalse del yeso, ese año nuevo alcoholizado esperando el amanecer. Los moteles hacia Concón y los viajes al sur desnudo sobre el capot. Me interno por la parte norte del balneario y desde allí, entronco con la carretera a Buenos Aires. Evito las salidas lógicas: la costa y la rotonda principal. Mi destino a más del doble si me voy por la costa. A 120 kilómetros por hora retiro el casete de Fito Páez. Su música juega con la realidad o al menos con la mía. Las líneas del camino ya no dan cuenta de la velocidad. Las veces que planificamos la mejor ruta por las comunas del sur. Acelero por sobre la velocidad permitida. A orillas del lago Panguipulli escucho las canciones de Mecano. Pienso que ya no me importa lo que digan. Me siento de buen humor y hasta me río de los que me han estado siguiendo. Me hacen sentir importante. Pero ahora que miro por el espejo retrovisor no veo a nadie. Voy flotando por la oscuridad. Como un cohete en medio del espacio. Los latidos me hacen sentir vivo. La euforia me envuelve, esa magnífica sensación al conducir de noche. Vivía en Alto Hospicio, a unos diez kilómetros de Iquique, me contó que hace días no aparecía por su casa. Hablamos de los típicos temas estúpidos de siempre. Pero los signos, la música y las películas fueron más entretenidos que otras veces. Gritamos a las estrellas, conocía la letra de memoria, avanzando de improviso soñé con esos viajes que no conducían a ningún lado.
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Por Aníbal Ricci Anduaga
