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Aníbal Ricci Anduaga | Autores |








NOTICIA FALSA


Por Aníbal Ricci Anduaga


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Estoy sentado en The Perfect Match, el café de la esquina de mi casa. Espero a una novia de la juventud, ella se casó hace años y ahora es viuda. Ha trabajado duro durante toda su vida y tenemos algo en común: no tenemos hijos, sea por la razón que sea, miedo a heredar genes con trastornos mentales, no querer sufrir durante el embarazo, problemas económicos o quizás lo contrario, dinero para divertirse y un niño es un asunto demasiado serio. Voy a escucharla y abrazarla, debió ser duro perder a su compañero de viaje. Patricia trabajó en Codelco y durante años residió en Shanghái. La polución es horrible en la ciudad más poblada de China, problemas con los condimentos de las comidas, caída del cabello, todo está contaminado, la calidad del agua un tema aparte.

–¿Te acuerdas cuando fuimos a El Quisco?
–Juntos a todas partes –me hizo recordar.
–O las incursiones al Paseo de Las Palmas.
–Sentados en el Coppelia tomando helados.
–Tienes buena memoria –me reí.
–Pasas al ron.
–¿Jugamos a las adivinanzas?
–Tu sabor favorito.  

Cuando apareció en la entrada me levanté y la invité a sentarse. Nos miramos como viejos amigos. Patricia no es tímida, pero esta vez desvió la mirada. Pidió un café cortado y yo un espresso.

–A veces paso un mes encerrado en el departamento.
–Yo salgo del trabajo –comenta– y me acuesto temprano.
–Deberías distraerte para no estar sola –un consejo que también me sería útil.
–Los lugares me traen recuerdos.
–¿Buenos recuerdos?
–Son los peores.
–Fue lindo hablar contigo por celular –no converso con nadie.
–Mi papá tiene alzhéimer.
–¿Te conté que mi madre está en un hogar? –es complicado el tema.
–Maldita enfermedad.
–Salgo con ella dos veces por semana.
–¿Cómo se llama el lugar?
–Nuevas brisas.
–Mi papá me reconoce –un silencio incómodo.
–Le doy besos a mi madre, está bien perdida, pero ahora es cariñosa.
–Debe sentirse sola.
–En dos tardes nos leemos un libro entero.
–Me hace mal leer por estos días –sus ojos tristes.
–Pone atención a mi voz, estoy seguro de que forma imágenes en su cabeza, aunque se le olviden de inmediato, sé que es un momento que disfruta.
–¿Cómo está tu señora?
–Nos separamos el año pasado.

Le regalo un ejemplar del último libro, sé que Patricia me quiere y leerme a veces le hace daño. Le gustaría que cambiara los finales, que asome más esperanza en mis libros. Es difícil escribir de cosas positivas, me encanta la vida, no se malentienda, pero venimos a este mundo a equivocarnos. Puedes tener una buena racha, pero tarde o temprano la vida te molerá a palos.

–Estas dos semanas me he juntado con amigos.
–No quiero ver a nadie –me confiesa.
–El alcohol y las drogas me tuvieron entre las cuerdas.
–Bebo sola en la terraza, son tantos recuerdos.
–Pero vas a ver a tu papá.
–Tenemos que internarlo en un lugar.
–Es peligroso para tu madre, cualquier descuido.
–Qué rico verte –le tomo una mano– aunque no lo creas hablo de madrugada a Barcelona, Jordi, un amigo con quien compartimos el gusto por el cine.
–Me ha tocado una vida muy dura.

La veo triste, le diría que escribir es una buena terapia, permite tener un propósito, levantarte en las mañanas. Mejor hablamos de otra cosa.

–Nos juntamos con Luz e Igor.
–Amigos que no conozco.
–Igor estaba recién operado y fuimos a su casa.
–Otro día podrías venir a mi departamento –me invita Patricia.
–He visto tanto cine en mi vida.
–En el colegio eras bicicleta y películas.
–Recuerdo que me regalaste un pase de prensa –la miro a los ojos.
–Estabas contento como un cachorro.
–Iba siempre al Normandie y al Biógrafo.
–Nunca andabas con dinero –me recordó esos tiempos.
–Igor es comunista, más bien lo fue hace años –le explico– pero las ideas no lo abandonan.
–Insisten con esa forma de ver el mundo.
–Igor es un amigo bien leal.
–En España se aliaron con Pablo Iglesias y sus secuaces.
–Son como el Frente Amplio acá en Chile, unos progresistas bastante turbios.
–Desaparecieron en España.
–Igor nos habló de aviones militares, le gusta el tema del armamento.
–¿Partidario de Putin y sus planes expansionistas?
–El tema eran las fake news, Igor hablaba de que a Rusia le costaba mucho menos dólares construir un avión de combate.
–¿Por qué ese tema? –me dijo Patricia.
–Los gringos mienten, están llenos de mentiras y noticias falsas, era su argumento.
–¿Cuál noticia falsa?
–Con Luz le rebatimos, le dijimos que muy pocas personas en Chile están preocupadas por la diferencia de armamento ruso versus el estadounidense.
–¿No se veían hace tiempo?
–Ese es el tema. La fake news era algo tan rebuscado como el costo de los aviones.
–Creo que tu amigo está un poco pegado en el pasado.
–¿Dónde habrá leído el artículo?
–Existen noticias falsas, pero no es necesario leerlas –mi amiga entendió altiro– ni tampoco enganchar con ellas.
–Por eso me gusta el cine. Eliges películas de acuerdo a tu intuición.
–¿Tus directores favoritos?
–Los guionistas, aprendes a reconocer al autor de una partitura.
–Mis papás no me dejaban acompañarte –recordó Patricia.
–Las funciones de trasnoche.
–Siempre leías los volantes con las críticas.
–Me devolvía en bus mirando la ciudad por la ventana.
–Por internet –al igual que a través del cine dijo Patricia– viaja mucho contenido dudoso.
–Siempre han existido fake news, de hecho, hay muchas guerras provocadas por operaciones de bandera falsa.
–Los estados poderosos imponen sus mentiras –concluyó Patricia.
–Da lo mismo sean orientales u occidentales.
–Me encantaba cuando comentabas las películas –ella no se distrajo–: explicabas cosas que yo no veía.
–Los directores de antaño eran todos unos cinéfilos.
–Te gustaba David Lynch.
–Me daba cuenta de que un director chino hablando en el campo tocaba los mismos temas de uno citadino en Nueva York.
–Conectados por el inconsciente colectivo de Carl Jung –Patricia siempre fue una mujer intuitiva.
–Es como un árbol de la sabiduría.
–¿Sigues meditando? –ella también fue alumna de Energía Universal.
–Detona mis deseos de consumir, por eso lo dejé hace rato.
–Existen personas que vibran a otro nivel.
–Ese es el tema, siempre han existido artistas, científicos, filósofos que ven más allá, adelantados a estos tiempos violentos y ellos piensan y no están atados a la vorágine de estupideces que navegan por la red.
–La llama de una vela –dice Patricia.
–Qué lúcida metáfora.
–Una sola partícula de luz ilumina toda una habitación.
–Basta que unos pocos sean conscientes de la realidad –nos pusimos profundos.
–¿Te refieres al cine de autor?
–Los directores hablan entre ellos al interpretar a los escritores.
–Pero es imposible ver todas las películas.
–El instinto cinéfilo es un sexto sentido.
–¿En qué sentido? –Pregunta Patricia.
–Comento tantas películas que el algoritmo de internet me bombardea con propuestas.
–Pero no puedes verlas todas.
–Sé perfectamente qué deseo ver –le digo– qué tema me interesa.
–Nunca comentas malas películas.
–Sólo las veo para desintoxicarme del buen cine.
–Son como las noticias falsas.
–Las mentes lúcidas –esos científicos de excepción– sabrán separar la paja del trigo.
–Solucionarán el problema del cambio climático.
–Y le sacarán provecho económico.
–¿Qué hay de malo en ello? –concluye Patricia.
–Igor no piensa así –estoy seguro–, está preocupado por los aviones de guerra y las fake news.
–¿El mundo se cae a pedazos?
–Ideas conspirativas de que el capitalismo es el demonio.
–Cuando perturba tanto una noticia falsa y vez todo negro…
–…estoy sintonizando en baja frecuencia –leo la mente de Patricia.
–Con los amigos es lo mismo, una evoluciona en la vida.
–No recuerdo a la gente que me hizo daño –coincido plenamente.
–¿Otro café?
–La soda que nos sirven para limpiar el paladar.
–Otro cortado por favor –pide Patricia– ¿Otro espresso?
–Ver cine, leer, escribir, varias cosas al mismo tiempo.
–Todo tiene sentido.
–Si quiero ver una mala película –le aseguro– lo hago a propósito.
–El bien y el mal siempre presente.
–Las fake news son para divertirme, para burlarme un rato de Igor.

Qué fabulosa esta conversación, ahora somos amigos, me acuerdo cuando salíamos y escuchaba todas mis tonterías, trasmitía todo el día con Charly García y me la pasaba cantando. No tenía edad para conducir y el auto de mi padre venía sin radio, iba en bicicleta a ver a Patricia, tampoco contrató una línea telefónica, hablaba desde el teléfono público de Las Lanzas.

–Desde la pandemia casi no voy al cine, veo todo a través del streaming.
–¿Cuándo fuiste por última vez?
–Durante el verano, fui al Normandie en febrero.
–Casi nadie va a los cines antiguos –acotó Patricia.
–Ahora está en calle Tarapacá.
–Antes quedaba en la Alameda, cambió de nombre y se quemó para el estallido.
–Vi una de Antonioni.
–Salía al cine sólo contigo –me confesó.
–La Notte.
–¿La noche?
–Siempre hay desesperanza con Antonioni.
–¿De qué trataba?
–Un matrimonio destruido por la rutina.
–Mejor la rutina que la muerte –Patricia entristeció.
–Mi señora, a veces la echo de menos.
–Te quería un montón.
–Recuerdo que conversaron harto cuando la conociste.
–Tú desapareciste.
–Fui a dar una vuelta.
–Pero estaba lloviendo –recordó Patricia.
–Bajé al auto a drogarme luego del whisky que nos serviste.
–¿Por qué te haces daño?
–Ahora estoy solo y no converso con nadie.
–¿Cómo terminaba la película?
–Mastroianni y Moreau flirteaban con otras personas en una fiesta.
–¿De noche, supongo?
–Llovía, la escena de Lidia en el auto es muy hermosa.
–Tus ojos resplandecen cuando hablas de cine.
–Moreau no lo engaña, pero desea morirse.
–¿Ya no lo ama?
–Es duro cuando dejan de amarte.
–Me duró poco el marido –de nuevo toqué una tecla sensible.
–¿Lo echas de menos?
–Tengo pena, la vida ha sido injusta.
–Hay que aprender a estar solo.
–¿Recuerdas que estaba enamorada?
–Nos besamos en el tren.
–En el viaje de estudios –recordó Patricia.
–No había celulares ni redes sociales.
–Tú no tenías teléfono.
–El sillón de tu casa... –río maliciosamente.
–Acordábamos el día anterior.
–La imaginación volaba y nuestros ímpetus.
–Nada de mensajes de texto –respondió Patricia.
–Las noticias durante la dictadura eran una sola.
–Ahora hay miles de fuentes –su hermana es periodista.
–¿Fake news?
–En esa época todas las noticias eran falsas.

Pedimos la cuenta y vamos rumbo al estacionamiento. Abrazo a Patricia un largo rato, fue muy lindo reencontrarnos. Sube a su auto, la misma 4x4 que maneja mi ex señora. La veo alejarse y subo al departamento. La conversación estuvo entretenida y estoy recordando cada palabra, nada de noticias falsas, ahora somos como Giovanni y Lidia, ellos siguen casados con su rutina y nosotros viejos amigos con historias difíciles.



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