Entrevista

proyecto patrimonio
 

 



Miguel Arteche-Roberto Flores


¿Chile, País de Poetas?

Roberto Flores es un joven poeta que todos los días recita sus versos en los vagones del metro; una suerte de juglar moderno, encargado de despertar del adormecimiento citadino a los parcos transeúntes de esta gran metrópolis. Miguel Arteche obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1996, ha publicado más de veinticinco libros, destacando principalmente su producción poética; su obra concentra la libertad, el asombro y la interioridad del verso humano.
El Contracara de esta semana enfrenta el presente y el pasado de nuestra poesía, a propósito de un encuentro mundial que se realizará en marzo próximo en Santiago. Esta conversación es un espejo lírico, donde intentaremos reflejar el momento actual de nuestros poetas; artistas acostumbrados a interpretar sus sentimientos a través de las metáforas.

por Gustavo del Canto



- Todo poeta tiene un comienzo, un génesis donde se gesta su pasión por el verso escrito. Ayer pudo ser el modernismo de Darío; hoy la antipoesía parriana. ¿Cuándo descubren Uds. la poesía? ¿Cuales son sus influencias?
Miguel Arteche (A): Yo nací en el sur, en uno de los años más lluviosos del siglo. Fue la música del cielo, por lo tanto, la que siempre me cantó poesía. Después, cuando era ya joven, me transformé en poeta. Todos partimos de algún lugar, tenemos un ombligo literario. Ese poeta que uno admira y que hace que los primeros años como creadores, suframos un proceso de imitación.
Escribimos como quien admiramos, la mayoría de las veces en forma inconsciente. Este proceso puede durar años, hasta que comenzamos a alejarnos de nuestro modelo. Es en este instante, cuando descubrimos nuestro propio lenguaje, lo que nosotros tenemos que decir. En mi caso fue Luis Cernuda, poeta español de la generación del 27', quien me influyó ostensiblemente. El otro fue un narrador norteamericano llamado Thomas Wolfe. Pero, en la medida que me alejé y comencé a escribir mi propia poesía, esas influencias fueron desapareciendo.
Roberto Flores (F): Yo empecé a escribir por envidia. En el colegio me sentaba en todos los bancos del curso, aunque estaba prohibido. Un día con éste, otro día con aquél. Lo pasábamos súper bien con los típicos juegos de niños: dibujar en las mesas, hacer billetes falsos, bachilleratos. Yo era un cabro chico completo, feliz, no había nada que pudiera envidiar. Hasta que una vez me senté junto a un compañero y me di cuenta que este tipo escribía todo el día en su cuaderno. Inventaba, historias, personajes, conflictos. Yo no hacía eso. En aquel instante comencé a copiarle, a inventar mis propios cuentos.
Después leí a Manuel Rojas y su "Vaso de Leche". Al tiempo vino "Gracia y el Forastero". Huidobro y su libertad a través de la palabra. Así comencé a escribir y esas son mis primeras influencias.

- Una vez que han encontrado su independencia poética, ¿cuáles han sido los motivos literarios que definen su identidad como creadores líricos?
A: El paso del tiempo y la nostalgia producida por aquello que hemos perdido. Esto en el campo humano, no en el espacio abstracto. Esencialmente, estos son los motivos centrales de los primeros poemas que empiezo a escribir a través de mi propia voz literaria. Es lo que tú encuentras en mis creaciones maduras, en las que se dice son mis mejores obras.
F: En general, mi poesía habla sobre la muerte, la mentira y el amor. También escribo sobre mi vida, pero que no se entienda que soy un ególatra. Creo que es imposible que un artista le cante sólo a lo que le rodea, a lo externo. Siempre está su subjetividad de por medio. Yo escribo desde lo que veo: mis amigos, mi barrio, mis sentimientos, mis opiniones, etc. Las temáticas de mis poesías responden a lo que siento y vivo.

- ¿Qué elementos creen Uds. se han ido diluyendo en las temáticas de la poesía contemporánea?
A: Fundamentalmente lo íntimo. Pero lo íntimo no contaminado por la llamada antipoesía. El poema lírico se ha ido diluyendo. La poesía chilena, posterior a mi generación, es una obra donde lo coloquial -sobre todo por la influencia parriana- está siempre presente, situación que desde mi punto de vista, no ha creado nada importante. La irrupción muy burda del chiste chileno, de la cosa ingeniosa de nuestro país, ha contaminado bastante la poesía. Se ha perdido, por lo tanto, lo lírico e íntimo. Y esto no quiere decir que debamos subirnos al Olimpo para hacer este tipo de poesía. Los poetas no suben ni bajan del cielo. Los poetas sólo escriben buenos o malos versos. Yo creo que de alguna manera los jóvenes creadores van a recuperar la poesía interior.
F: Yo creo que lo que se ha ido diluyendo, más que ciertas temáticas poéticas, son los medios de difusión de este arte. La poesía está muy intelectual, se ha ido de las calles. Yo formo parte de un colectivo que se llama "Los Juglares del Mapocho". Recitamos poemas en el metro, las micros, los parques, en cualquier rincón de la ciudad. Y la gente al principio se impresiona, pero después te lo agradecen. Creo que la oralidad de la poesía se ha esfumado. Se lee para callado. Como si la poesía sólo existiera escrita. Los juglares queremos recuperar el verso pronunciado, la música de la palabra.

- Se dice que la sociedad actual cada vez se vuelve más materialista e individualista, racional en su forma de concebir la vida. ¿Creen Uds. que esta situación ha influido en la poesía de estos últimos tiempos?
A: No. Los poetas auténticos sienten un rechazo hacia este tipo de sociedad. Esa visión materialista e individualista está completamente agotada, es un ser agónico. Yo creo que es muy posible que la poesía que se escriba durante el siglo XXI sea puramente metafísica. No metafísica porque sea una cosa abstracta, sino en el ámbito de lo humano.
F: Nosotros reflejamos la esquizofrenia social. Ya no existe el consciente colectivo social. Es una realidad. Yo vivo aquí y ahora. Aunque no me guste. Pero es nuestro trabajo, nuestro deber es reflejar lo que ocurre. El poeta no puede de dejar de ser serio, crítico. Como decía Huidobro, somos "pasajeros del destino". Y, por lo tanto, tenemos la suerte de que el destino nos propicie reflejar esta esquizofrenia. Ahora, como ser humano, me parece lamentable lo que está ocurriendo.

- ¿Cómo ven Uds. el fomento gubernamental hacia el desarrollo de la cultura? ¿Existen políticas concretas al respecto?
A: Yo prefiero creer que existe ese interés, pero me parece muy difícil apreciarlo en el ámbito político. Por desgracia, siempre están preocupados de ganar votos. Aunque no dudo que existan políticos que vayan por el sentido correcto. Ahora, a nivel gubernamental, el fomento hacia la cultura se va a dilucidar una vez que tengamos algunos kilómetros de recorrido. Por ejemplo, para el mes de marzo se está organizando un encuentro de poetas chilenos y extranjeros. Eso me parece muy positivo. Aunque, por otro lado, depender sólo de las iniciativas fiscales puede volverse peligroso. Los privados también deben entregar su aporte. ¿Cuál es la importancia de fomentar la poesía? Yo creo que los poetas son la única fuerza garante de la República (risas).
F: Antes hablaba de la esquizofrenia social. El Estado forma parte de esa realidad, por lo tanto, sus políticas son producto de esa enfermedad. ¿Cómo voy a esperar algo de eso? Ellos están preocupados de que en los diarios salga lo que hacen. Jamás voy a leer poesía en los periódicos. Esa sería una política concreta. Yo me fomento de la calle, de la gente, del borracho y del mendigo. No espero nada de los otros. Simplemente, no les creo.

-¿Chile país de poetas?
A: Chile es un país de poetas. México es un país de poetas. Nicaragua es un país de poetas. Ecuador es un país de poetas. Todos son países de poetas. El problema es que esa expresión la hemos trasformado en un lugar común. Es cierto que en Chile se han forjado grandes poetas, pero también en otros lugares. Ahora, la perspectiva del tiempo es muy importante. Hoy Neruda es considerado lo más grande, pero quizás mañana lo sea un joven desconocido. Nada puede ser categórico, todas las opiniones -incluso la mía- son relativas.
F: Yo creo que sí. Vemos a diario imágenes horrendas y la gente tiene que ser poeta para no matarse. Yo trabajo mucho en la calle. Recito poemas e invito a la gente para que lo haga. Muchas personas han recitado. Por ejemplo, una señora muy anciana se puso una vez a decir un poema de la Gabriela Mistral en un vagón del metro. Toda la gente la aplaudió. Muchos no se querían bajar. Eso me demuestra que somos un país de poetas, aunque la mayoría del tiempo lo olvidamos.




Fuente: PrimeraLínea-Año2000

 

 

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