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Artículos.

Adolfo Couve en la Literatura.

En los primeros cincuenta años de este siglo la novela ha experimentado una evolución continua, orientada hacia el análisis del medio natural y social circundante. Los escritores, influidos por el realismo naturalista de Zolá, se preocupan de la pintura detallada, y a veces descarnada de la realidad (Eduardo Barrios, Manuel Rojas, José Santos Gonzalez Vera, Oscar Castro...). El conocimiento de Dostoiesvsky y Tolstoi induce a la preocupación por los problemas sociales y las injsticias que se producen en una sociedad en formación y desarrollo, surgiendo el grupo denominado los tolstoyanos. Los novelistas buscan un conocimiento casi experimental de la realidad que convertirán en ficción literaria.

Respecto de este perido, en Historia y Antología de la literatura chilena de Montes y Orlandi, se dice lo siguiente: "Consciente o inconscientemente, con toda la producción o con parte de ella, la generación de 1900 participa en la búsqueda de lo que caracteríza y distingue a la raza chilena, desbrozándola antes de los vicios que obstaculizan la visión. Esta afán inquisitorio la lleva a redescubrir la ciudad, a discurrir por los barrios suburbanos en que abunda lo infrahumano, a incorporar el campo a la literatura del país. Viaja a lo ancho y a lo largo del territorio nacional. Baja a las minas, se adentra en el mar, sube a las montañas. A esta actitud realista, indagadora de la idiosincracia nacinal y su ambiente geográfico, diversificada en la pluralidad de los elementos integradores del ambiente social y natural, suele llamarsele "criollismo".

Junto a estas actitudes artísticas coexiste una posición distinta, como consecuencia de la presencia de Rubén Darío en Chile. Esta posición evita los problemas y la realidad presente; tiene una especie de rechazo a lo regional (mundonovismo americano prefiriendo lo exótico o universal), lo que podemos observar, por ejemplo, en Pedro Prado ("Un Juez Rural" y "Alsino").

En suma, se puede señalar que la novela chilena de la primera mitad de este siglo queda incluida en lo que los críticos han denominado "la era modernista-realista-naturista" de la novela hispanoamericana y que en nuestro país se va dando con matices diferenciadores.

En este marco general, aparecen hacia el final del medio siglo, las obras de María Luisa Bombal (1910-1981) y de Manuel Rojas (1896-1973), quienes, influidos por el surrealismo se interesan por el mndo interior del hombre, su vida psíquica y los problemas de la existencia humana y, a la vez, aportan nuevas técnicas que vienen a modificar la estructura tradicional de la novela.

"La Ultima Niebla" publicada en 1935 ha sido considerada el comienzo de la novela contemporanea en nuestro país.

"Hijo de Ladrón" (1951) de Manuel Rojas, a pesar que muestra el realismo característico de la novela moderna, en la medida que presenta la vida cotidiana y sus formas, incorpora al relato técnicas propias de la novela contemporánea como el montaje, el monólogo interior, la letra en cursiva para presentar la narración retrospectiva, etc.

Las nuevas formas de novelar cobraron plena vigencia en algunos escritores de la llamada generación del cincuenta (Edwards, Cassigoli, Lihn, etc.) destacándose entre ellos José Donoso (1925) con sus obras "Coronación" y "El obsceno pájaro de la noche". En éstas las nuevas técnicas están acorde con el planteamiento de situaciones nuevas en la obra, que si bien es cierto apuntan al espacio chileno, su proyección es mucho mas amplia que una mera descripción de un suceso particular.

Con posterioridad, Cristián Huneeus ("El rincón de los niños") e Isabel Allende ("La casa de los espíritus") introducen formas renovadas a la literatura chilena, en parte influidos por la literatura latinoamericana contemporánea.

En las circunstancias antes descritas aparece la obra de Adolfo Couve con una visón absolutamente divergente, planteando una concepción de la literatura que, como obra de arte está al margen de su época, adoptando la forma tradicional del relato lineal con un lenguaje depurado, sobrio y sencillo, donde la meta que se persigue es alcanzar la belleza. Esta situación, contradictoria con las formas de literatura dominante, que utilizan técnicas de escritura que procuran recrear el mundo contemporáneo, hace que la obra de Couve sea distinta.

Sin embargo, la concepción de la vida y del arte del autor está plenamente presente y desarrollada en su obra, pues la trama y exposición de la misma relatan la autoafirmación de un artista que, para el autor, sólo es portador de un don que inexorablemente se desarrollará.

Carmen Alonso Borda , José Araus J.

Santiago 1988

 

 

 


 

 

 

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