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PASO DEL NORTE:
Poesía contemporánea de Atacama;
(Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo).

Selección: Arturo Volantines


Grabado del poeta visual Guillermo Deisler

 

Este panorama de la poesía atacameña (Norte de Chile) es un complemento del artículo denominado "Canon de la poesía en el Norte de Chile, un mapa a completar". Se incluyen preferentemente a poetas residentes y otros que vivieron largamente en el Norte y profesan, con hechos literarios, su devoción, y a los cuales se les pudo pedir autorización.

 

OLIVER WELDEN,
Arica-Tennessee, USA.

Reincidencia
A Rupert Robeson y Graciela Gajardo

Hubo en mi casa espectáculos poco afortunados.
Mi abuelo cumplía entonces 18 años
y a la mesa llegaba un padrastro que ocupaba
la cabecera; en el dormitorio
agonizaba la hermana, a solas, escuchando
el ruido de la cuchara en el plato, del tenedor
en la carne y el silencio de mi abuelo.
Después del funeral
y del decoro respectivo, vino la guerra
y mi abuelo que si iba con los ojos cerrados
en un carro de tercera.
Demasiadas personas opinaron flagrantes en contra
de sus 18 años, palabras plenas de pacifismo
y lógicamente engarzadas hacia un bien común familiar:
en primer lugar las del padrastro,
consecuentes todas con justicia, etc.
Vitry, Verdún, Aix-la-Chapelle, Versalles en 1919
y regresó para conocer a mi abuela:
mi abuela tuvo a mi madre, mi madre me tuvo a mí.
Yo comencé a esperar sentado a que me llamasen, luego
me puse de pie, ahora
voy hacia allá pero no encuentro a nadie.

 

 

LUIS ARAYA NOVOA
Arica, 1938.

El páramo

El Norte es una tierra que es de piedra
trabajada por soles que no cambian,
mientras los años pasan, y la arena
siempre amanece igual que en los comienzos.
El tiempo tiene en él su pesebrera.
Sus paisajes calcados, los planetas.
El sueño, su alimento de países
vacíos o poblados de fantasmas.
La vida es mineral, de polvo duro
juntado por los siglos, hechos cerros
que, de pronto, domados por el viento,
sueltan los más purísimos relinchos.
Porque silbos y gritos de silencio
y colores y curvas, puntas, filos,
tienen esta tierra en llamas, de espejismos
que a ratos se confunden con ensueños.
Y pueblos suspendidos, casa huecas,
máquinas oxidadas, gallinazos,
que hacen del día rojo de la pampa
piel de la soledad, voz del misterio.
Su habitante es el sol, ave en picada,
el sol, única lluvia del desierto,
el sol que empolla lentas a las horas
y pone huevos de oro entre los huesos.
Su noche, siempre oscura, es un mar quieto
de estrellas que tiritan con el frío.
Un gong que nunca suena, pero rueda
en su luna, que alumbra las distancias.
Hacia arriba, su cielo, lumbre helada
página de heroísmos que se fueron.
Hacia abajo, filón de la leyenda
que comienza en las huellas del minero.
El salitre es recuerdo, camanchaca
derretida por fuegos seminales,
pastizal congelado, cal reseca,
lava blanca, volcán, espinas, llagas.
La tierra que es estéril se hace fuente
de ruidos, de cantos de clamores,
y se oye en pleno páramo la risa
de desaparecidos calicheros.
Hacia adentro la noche es más que sombra,
porque es grito con ayes de los fierros.
Hacia fuera no es más que el estallido
del salar que se enfría bajo cero.

 

 

JOSÉ MARTÍNEZ FERNÁNDEZ
Arica, 1949.

Poesía en función

Hay que hacer la luz.
De alguna manera
hay que abrir una ventana
................................... una puerta
a la luz.
Yo sé que vendrá.
Usted lo sabe.
Y, sin embargo, desesperamos.
Pero abramos las puertas
..................................y las ventanas
y lo más importante el corazón de los hombres
y entrará la luz.

 

 

ERNA AROS PENSA
Arica, 1953.

Ochenta y vejez

No quiero tener ochenta y vejez
cuando llegue al sur del sur
para beber hielo de ventisqueros.
Quiero a mi madurez galopante:
llegues a mí
a provocar deshielos.

No quiero
arrastrar alma y pies
como cadenas de olvidos.

Para poder refrescarme en aromas
de pinos y calafates,
quiero hoy,
tenerte en mi almohada
oliendo el amor.

 

 

MARKOS QUISBERT
Arica, 1980.

El televisor

(…)tanto, que permaneció desnudo
atado por sus pies suspendido
desde el cielo. Rodeado de feligreses
solo se atenía a cantar temas de
alabanza y a pedir que alguien
apagara su televisor.

 

 

ALBERTO CARRIZO
Iquique, 1935.

A propósito

Canto al salitral y su coágulo infinito.
Para cantar
apegaré mi oído a las murallas:
allí habitó el llanto
y en él, pureza humana.
De tanto gastar algunas voces
el pasado me encomienda voces nuevas;
para decir mañana, relato; al terminar
regresan los cateadores y los changos,
las "chinas" cocinando en los adobes,
los pirquineros jóvenes: maduros naranjales,
los sacerdote que a rebato hicieron
de cada campana una paloma,
los que desarmaron la sabiduría del cristal
y su misterio inmaculado;
regresan muchos de roja condición
asalariada;
regresa
la mujer que si no ha muerto
recuerda al que dejó sepulto en el desierto
con su único pulmón, un poncho viejo;
regresan tantos
que a ratos se me pierde el calendario.
Pero no importa:
sólo quiero enterrar las noches del flagelo
y anunciar la voz de la creciente aurora
sin olvidar los muertos.
La vida no debe fugarse
nuevamente.

 

 

GUILLERMO ROSS-MURRAY
Iquique, 1944.

Eclipse

Noche: un puente
cada vez más difícil
de cruzar
..........................en soledad.
También, a veces,
naufragan las nubes.

 

 

JUAN MALEBRÁN
Alto Hospicio, 1979.

Diez poemas

III

Podría usté enseñarme los secretos del amor?
y ella abría un cajón de su cómoda y
sacaba de su interior una botella de coñac;
Podría usté enseñarme los secretos del amor?
y ella abría una cajita musical y
sacaba de su interior un frasquito con coca.

 

 

LUIS MORENO POZO
Tocopilla.

Nortegrande

Grande ruge el ancla del cerro de Antofagasta
cuando se habla de nortegrande;
grande y terrible es hablar con agallas de pescado
y no ser pescador, como hasta ahora
se ha hablado; grande me duele esta ciudad
y sus costados -la ciudad de mis costillas-
el molo,
y el mar como un vino agrio lamiendo las arenas.

Yo descubro todo un norte diminuto
empolvado de hambre y sombra y silencio,
gimiendo con olor a perros:
no reconozco tu nombre en inglés, Chuquicamata;
Tocopilla paralizada en su puerto de grúas blancas;
y Calama, doloroso prostíbulo abierto night and day.

Pero aquí donde yo termino
comienza recién la muerte del nortegrande abandonado.

 

 

EDUARDO DÍAZ ESPINOZA
Antofagasta, 1937.

Desesperado

No me digas que no lo intento todo,
harto de lamentos, hambre y sed,
deja la puerta medio entreabierta
para volver de noche
y sin velos sea posible hacerlo todo
hasta vomitar el alma.

 

 

NELLY LEMUS
Antofagasta, 1938.

Descripciones

Era la tierra dura,
una sombra de rocas caídas bajo el sol
contra la empuñadura firme de las olas.
Era la tierra-madre,
desprovista de los aretes vegetales
y faldas de árboles,
una simple mujer con el desnudo cuerpo
bebiendo soles en vasos de metales.
Era una gigantesca embarcación de tierra
con una suave embarcación de vientos,
era dulce tierra transformada en cuna,
la dulce amiga… transformada en lecho.
Era como el graznido audaz de las gaviotas
o el lento caminar de los mineros,
era una red abierta a los caminos,
un pescador, un ancla, una barquilla,
un estruendo, el amor y un pensamiento.
Era la tierra mía un amplio suelo,
un… escondrijo triste
y una hilera de heridas metidas en los cerros.
Era como la reunión frente a una mesa
donde se junta el pan con las hormigas,
donde el hambre se bate entre platos
y la inquietud detiene la fatiga.
Era mi tierra fuerte como un lecho,
donde el cuerpo se duerme entre sollozos
y se olvida el olvido entre los besos.
Era mi tierra fuerte como una aula,
limpia, tranquila, acogedora, quieta,
con una mansedumbre hecha de años
y con un despertar escrito en piedra,
allí precisamente donde al hombre
le entregan hambre a cambio de riquezas
y él da metales por trueque de miserias.
Era mi tierra dura una bandera,
sujeta por el mástil de mil brazos,
y una rabiosa esperanza como estrella.

 

 

DORIS ARAYA
Calama, 1949.

Tata iu, Tata iu

Por qué lloras?
Acaso te han herido las guerras,
las palabras
o la inocencia mancillada de la pampa.
Mi abuelo desfloró la Pacha Mama
y en el éxtasis de ese encuentro trascendente
su aliento
se hizo
Fumarolas
en El Tatio.

 

 

VALERIA VARAS
María Elena-San Juan, Costa Rica.

De pronto

Un día amanecí
con ojos de víbora
............cuerpo de víbora
............rostro de víbora

el día antes
el viento era fresco
y yo tenía casa
acera
y un largo apellido

Hoy solo esqueleto y carne
afirmando una y otra vez
el abandono

 

 

WILFREDO SANTORO
Mejillones, 1961.

Amanecer

Puede iniciar este día
retratado

o recolectando dinero
en las aceras

pegando carteles oficiales
de propaganda

escondiéndole el lápiz
a mi conciencia.

 

 

MANUEL TAPIA
Mejillones, 1981.

Amanecer

Lentamente
los sollozos de la camanchaca
huyen
tras la perla nocturna
buscando néctar galáctico
entre la espuma arenosa.

Lentamente
comienzan a brotar
dedos
brazos
y mejillas de la tierra
de la pampa
con sus oficinas silenciosas
rodeadas de sal
olvido
y huesos.

Lentamente
la ampolleta explota
y se expande
por la piel
por los dedos
y las mejillas
de una niña
sin tiempo
generosa
y milenaria…

Explosión de la raíz del cosmos
hija morena de los ojos de la tierra.

 

 

OMAR MONROY
Chañaral, 1954.

Minero

Deambuló por llanuras
y sierras solitarias.
Escupió sol y viento
por sus pulmones secos.
Conoció el abrazo
gélido de la noche
que congeló sus huesos.
El desierto le enseñó
su soledad y silencio.
También sus secretos.
Sintió en sus sienes
el veneno de la puna.
Supo del lío de cerros
que lo enloqueció de sed
en su alfombra de fuego.
El sol del crepúsculo
le ofreció compasivo
un espejismo de agua.
Pero ya era tarde,
la muerte revoleteaba
en las alturas.

 

 

S. J. VILLALOBOS
1975, Copiapó.

Éxodo
.........A los emigrantes forzados a lo
..................................desconocido.

..........Díganse
polvo en los bolsillos, o sean Pasado
y sí Futuro y renovación
de lo mismo: Ah, hijos del páramo
-Potrerillos se llamó el mío-
y no me arde hartarme un día ceniza
de teatro efigie a dos mil ochocientos
metros ni de hospital disperso, heme
semita a algunas ruinas de donde nací.
Testigo presencial la infancia
quién otra es la tierra prometida
atrás dejando aguas del ser y no estar.

 

 

JUAN GARCIA RO
Vallenar, 1945

Sonando un amor

Por la calle
que era pan del silencio,
la niña trocaba su carne
y dignidad por monedas.

Los árboles
por desnudas sonrisas,
se avergonzaban en las sombras.
El viento acariciaba obsceno
a las hojas caídas.

-Te amo- me dijo con una pena
colgando de sus ojos
y tomados de la mano
su soledad y la soledad mía,
nos fuimos a fabricar un amor
bajo un techo de telarañas.

 

 

JORGE EDUARDO ZAMBRA
La Serena, 1939.

Garra de león
(Inédito)

... Pasan sin rugir leones púrpuras.
Por Totoral cruzan encendidos,
por Carrizal van con el viento.
Merodean las quebradas
garras escarlatas.
Dejan marcada la tierra
muelles manos.
No falta la liebre
a su carrera, el guanaco
a la manada,
ni el zorro a la mirada avizora,
la culebra a la línea ondulante.
De estos leones
no hay huellas de sangre,
sino pétalos rojos.
Pudiera su guarida
sumirse entre las piedras
o bajo el sol, en fiera
vecindad de quiscos.
Pero estos leones
no entregan su secreto.
Tal vez se escabullen
entre las polvaredas.
Cazadores, por más que busquen su rastro
nunca hallarán a estos felinos,
sólo su roja florescencia.

 

 

RICARDO ROZAS
La Serena, 1946.

El muro

Y nuevamente
estoy enfrentado al muro.

Al muro que nunca quise construir
que se fue haciendo solo
con temores acumulados.
Que no tiene la historia,
ni queda tan lejos
como el de los lamentos.
Que no sirve para rogar
ni pedir nada.
En él está la reflexión.

Todos los caminos
los rectos y los sinuosos
me mostraban el horizonte
pero
al andar en ellos
veo que limitan con el muro.

No sé salvarlo
pero
presumo que en el otro lado
está mi salvación.

 

 

SAMUEL NUÑEZ
La Serena, 1953.

P.E.M.

Hombres:
En círculo
como ritual indio
dejan tiempo
para sacar cuenta
de quince en quince.

Mujeres:
Al contrario de las palabras
en un parque interminable
como hojas de otoño
miran al horizonte.

... Y
en estos tiempos
no te extrañes
si de pronto te vez
con una pala.
Preocúpate de pensar
que no estés cavando tu propia tumba.

 

 

RAMÓN RUBINA
Ovalle, 1956.

Once

Si alguna vez amor yo tuve alas,
y a ti me derramé como una lámpara,
fue antes de la muerte y su cosecha.
Antes que el polvo los ojos me comiera.

El tiempo en su alcohólica vendimia
aún no desgarraba las viñas de la furia,
y su racimo ensangrentado no caía
para mancharnos las manos y la boca.

¡Ay! De tanto amor y tantos días,
de tanto beso herido en sus raíces,
del mutilado sol de nuestros lechos
clavado entre el dolor y las cenizas.

Y tanta cicatriz no pasa en vano,
al corazón lo gastan ácidas espumas,
y donde el amor voló como una rosa pura
hoy caen amargos los labios de la ira.

 

 

ANA LEYTON
Illapel, 1959

EDG DOS

Los bares han despertado desde un bolero
Y los navegantes de la noche, bohemios emborrachados,
Soñadores emergentes
Vienen desde el mar de Guayacán,
Los besadores de estrellas
Los saltimbanquis galácticos
Los profetas astrales:
Místicos por dialéctica
Socialistas por utopía
Amigantes por grillos
Y agonizantes por dictadura.

 

 

RODRIGO DURAND
La Serena-París, Francia, 1962.

Fluvial

Todas las sombras
que el río va paseando
desaparecen
en el vestido turquesa del océano
y los labios salados del mar
se tragan el beso solar
en un horizonte lejano.

La vida al borde de la ola
es la tímida espuma
que se aferra a la arena caliente,
más, frágil que es,
en el segundo de la existencia,
ya se ha evaporado.

Si algo debe quedar
de los ríos que nos recorren,
que sea el rocío del verano
sobre las flores que mirarán
aquellos que hemos amado,
porque las lágrimas de sal
solo recuerdan el mar.

 

 

JULIO MIRALLES
Vicuña, 1971.

Reproche

Este mundo cansado de tenerme,
me reprocha siempre
que el sentimiento
sea mutuo.

 

 

GUILLERMO GÁLVEZ
Illapel, 1972.

Sastrería de versos II

Entre dedales y tijeras
..........................el silbido vuela desde el tango al
.......................bolero
se enreda la historia entre hilos y telas
y la puerta del taller observa la calle
el padre de mi padre
..........................hilvanando el destino
.........................................de clientes y trajes
la tiza-regla sujeta versos
que el mudo hilván encadena a los tiempos
las agujas enclavadas al mesón contemplan
.......................................como la historia se trenza
..............................................entre arte y costura
el abuelo silva un bolero
....................................enhebrando agujas
mientras los ojales abrazan botones
y dan por terminado un nuevo capitulo

entre alfileres y dedales… la vida sigue el curso de tradiciones.

 

 

ANDRÉS PULGAR
La Serena, 1982

Dormitorio

Lenguas asfixiándose
En el velador,
Caricias trasnochadas
Que encienden de una vez
La docena de cigarros
Que el aire acaba
De fumarse a gritos,
Mientras yo retraso un año
Todos los relojes de mi alma
Y acurruco milenios
Esperando que llegues
Más o menos a las cuatro y media.

 

 


 

 

 

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