Proyecto Patrimonio - 2004 | index | Arturo Volantines | Autores |


ARTURO VOLANTINES GUARDAIRE DE COPIAPÓ

Por Virginia Vidal



LO QUE LA TIERRA ECHA A VOLAR EN PÁJAROS (bajo el sello, Ediciones Universitarias U. Católica del Norte, 2003), de Arturo Volantines, es una selecta conjunción de poesía iluminada por las reproducciones de los óleos y tapices de Graciela Ramos Ramírez. Volantines resume en su escogido apellido primaveral un alma de niño dispuesto a alcanzar un cielo sin cortapisas para su libertad. También se siente quisco de su Copiapó natal, capaz de desafiar la sequía. Está impregnado del desgarrado paisaje, de la humanidad bravía que arranca tesoros a la tierra. Nos llama la atención que recoja el padrenuestro de los vestigios de la lengua prohibida de la que perviven escasos vestigios, la lengua kunza de los atacameños. Poderosa es la presencia de Gabriela Mistral, madre de la matria. Un personaje importante que se mantiene vivo en su rica imaginaria es el Padre Negro, por eso evoca en un caligrama a ese sacerdote afro-colombiano que legó a los copiapinos su bondad, humor y amor por los más desamparados. Entre metáforas brotan las dulces onomatopeyas, el bullicio de los bebedores de cerveza, la picardía y el desbordado erotismo de los minero, los sueños de los cateadores y pirquineros. La riqueza de sus símbolos contiene mucha ternura y violencia y va desde el mundo religioso: la Candelaria y sus diabladas a los misterios de la tierra mineral: el color del desierto florido, la reciedumbre de algarrobos y chañares, pasando por la heroica tradición histórica de donde surge la sombra viva de los antepasados Acuña: el galope de las tropas de los constituyentes de Pedro León Gallo en la revolución de 1859, el coraje de esas tropas que en 1879 cruzaron el desierto y murieron o sobrevivieron sin entender a cabalidad su destino, acaso sin más dulce compañía que la de una cantinera que bien pudo ser Filomena Valenzuela Goyenechea.

Entre sus imágenes y metáforas nos sorprenden algunas enclavadas en la tradición, la historia, la cultura de esa región minera, como el aríbalo: cuenco de la cerámica diaguita con cuello alargado o aflautado; parece una mujer estilizada. "...Y yo,/ guardaire de Copiapó,/ me quedo allí, ahí, desaparecido/ para no oler la furia de los huesos/ adentro de la niebla/ cuando el óxido/ abriga a las campanas dormidas/ en los vientos de Copiapó": con esta paráfrasis del guardavía, ya que se crió en la Estación de Copiapó, donde llegó el primer ferrocarril de Sudamérica, hace referencia al fin de ese suceso, pues "ahora sólo por allí danzan el aire y la sombra de los legendarios de tantas hazañas". De la chupilca del diablo, "todavía, dicen que dicen, se bebe en los reductos mineros agua ardiente con pólvora, pero pareciera que fue fundamental en el espíritu de los civiles de Atacama en la Guerra del Pacífico. También se relaciona con otros tragos fuertes y con mineros embravecidos". Nos llama la atención el apodo de esa mujer de la noche, la "Máquina de Follar", que, según Volantines, bien pudiera ser una alusión directa al libro de Charles Bukowski, aunque pervive en el inconsciente de la región junto con la "María Galleta", en Copiapó; en La Serena fueron famosas "Las Motores".

Quien haya viajado a La Serena y subido a los altos de la Recova, conoce la Librería "Macondo" y, de seguro, ha gozado de una taza de café y de la hospitalidad de su anfitrión, Arturo Volantines. Este poeta nacido en Copiapó en 1955, tiene además como razón de vida exaltar el hacer de sus cofrades nortinos. En el prólogo de la "Antología de la Poesía del Valle del Elqui" (mismo sello, 2002) escribe un enjundioso prólogo cuyo protagonista no es un humano sino un punto de encuentro en plena dictadura: el Café Tito's, de La Serena:
"El Titos's nos seguía reuniendo, en medio de la niebla patria, como un campo recién regado".

Allí creció la tertulia que dio vida a muchas revistas y publicaciones en un período muy duro:
"Después del 73, la actividad cultural del Elqui se volvió casi nula: una breve brizna cultural parpadeaba en la ciudad, sostenida por algunos ceramistas, por el Cículo Literario Carlos Mondaca y por jóvenes militantes de los DDHH, especialmente en la parroquia Santa Ana de la Compañía Baja. Cerca del 80 surgen propiamente las peñas, los "retiros" y los trovadores, donde los textos, las canciones con "contenido" y el "vino navegao" dan cauce a mayores audacias, culminando éstas generalmente con protestas callejeras y barricadas". De los poetas que animaron esas tertulias surgió la poesía que se albergó en hojas volanderas como la "Servilleta de la Poesía", en trípticos y revistas: "Periferia", "Antena", "Ventolera", "Invasión de los Mínimos", "La Pilar", "Suburbios", "Buitrón", "A muro descubierto", siendo las de mayor vida y más largo aliento "Añañuca" y "Lapislázuli". Volantines no sólo se esmera en dar a conocer su propia obra sino también pone énfasis en recuperar la memoria y destacar la creación de sus conterráneos.


 

 


Proyecto Patrimonio— Año 2004 
A Página Principal
| A Archivo Arturo Volantines | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Arturo Volantines: Guardaire de Copiapó,
por Virginia Vidal.
Noviembre de 2004.