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Carta a un religioso:
LECTURA DE SIMONE WEIL.



por Claudio Bertoni

LA solapa del libro (Carta a un religioso, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000, 79 páginas) tiene la palabra: S.W. nació en París en 1909 y murió en Inglaterra en 1943. Se crió en el seno de una familia judía y estudió en la Sorbonne junto a Simone de Beauvoir. En 1937, su apasionado interés en el sufrimiento de los otros la llevó a trabajar un año en las fábricas de Francia y a viajar a España para luchar del lado de los anarquistas en la Guerra Civil. Cinco años después huyó a los Estados Unidos junto a sus padres, pero sólo ante la promesa de que volvería a Inglaterra para unirse a las tropas de De Gaulle. Ya enferma de tuberculosis, empeoraba día a día porque se negaba a comer más de las raciones que Hitler permitía a sus congéneres en la Francia ocupada.

... Este libro es la suma de los pensamientos que habitan en mí (S.W.) desde hace años - al menos algunos- y que constituyen un obstáculo entre la Iglesia y yo. Quiere saber si el religioso receptor de la carta le rehusaría el bautismo (o la absolución) de sostener tal o cual opinión. ...

No voy a discutir - con qué ropa- la teológica histórica doctrinaria verdad o verosimilitud de lo que aquí se dice. Simpatizo eso sí con cada duda, pero o pensamiento que cuestiona el comportamiento de la Iglesia a través del tiempo. Lo mismo digo del Antiguo Testamento y de su Dios de los ejércitos: Iahvéh. Si se toma un momento de la historia anterior a Cristo y suficientemente alejado de El - por ejemplo, a cinco siglos de distancia- y se hace abstracción de lo que sigue, en ese momento Israel está más lejos de Dios y de las verdades divinas que muchos de los pueblos que lo rodean (India, Egipto, Grecia, China). Pues la verdad esencial con relación a Dios es que El es bueno. Creer que Dios puede ordenar a los hombres actos atroces de crueldad e injusticia es el error más grande que puede cometerse a su respecto. Curiosamente la misma S.W. en su obra La gravedad y la gracia, nos dice: La necesidad inflexible, la miseria, la angustia, el peso abrumador de la necesidad y del trabajo que agota, la crueldad, las torturas, la muerte violenta, la sujeción, el terror, las enfermedades: todo eso es el amor divino. De ser así el Pulento, los curas y el Papa, tienen todos la razón: Dios ES amor..

... S.W. pasa de unas palabras de Arquímedes: Sol occasum nesciens - stella semper rutilans- semper clara a un cuento de los indios americanos en que el Sol enamorado de la hija del jefe que ha rechazado a todos los pretendientes, baja a la tierra como un muchacho enfermo, casi ciego. Enhebra estos hilos en un solo tapiz...

... A veces suena como Borges. Sólo que S.W. no inventa nada. O inventa - en el fondo- mucho más seria y deseosamente que J. L. B. .....

El libro termina con un diluvio de dudas y conjeturas misteriosas. Acerca de lo que habrían o no dicho y hecho: Orígenes, Porfirio, Dionisios, el Dios Osiris, Nonnos, Heródoto, la Runa de Odín, los Antoninos, la leyenda del Graal, Licurgo, Clemente de Alejandría, el obispo Melito, José de Arimatea, Marco Aurelio, varios otros romanos, San Pablo, los pitagóricos, y uno que otro evangelista. ...

De la ineficacia de los milagros para probar que Cristo es el hijo de Dios. Hitler podría haber muerto y resucitado 50 veces, y yo no lo consideraría el hijo de Dios. Yo tampoco. ¡Pero qué susto! ...

La sola cruz me basta. Eso me deja mudo. Y si el Evangelio omitiera toda mención a la Resurrección de Cristo la fe me sería más fácil. La sola cruz me basta. (bis) ...

La concepción tomista de la fe implica un totalitarismo tan asfixiante o más que el de Hitler. /If you say so. ...

Palabras tan estremecedoras como incomprensibles: La idea de una búsqueda del hombre por Dios es de un esplendor y una profundidad insondables. Hay una decadencia cuando se la reemplaza por la idea de una búsqueda de Dios por el hombre. ...

Cierro el libro. Boquiabierto. ¡Tremendo ni qué cerebrito! ...

Los cristianos no han dicho nunca, que yo sepa, por qué la castidad (y especialmente la virginidad) tiene un valor espiritual. Es una grave laguna que aleja de Cristo a muchas almas. /A este servidor, sin ir más lejos. (Es broma. No se trata - en mi caso al menos- exclusivamente de eso). Entre otras cosas supone que los apóstoles comprendieron mal las órdenes de Cristo. Y da pruebas por supuesto. ¿Cuáles? Compre el libro. ...

Lea este libro si está cansado. Cansado de comulgar con ruedas de carreta. (Y uno que otro anillo de Saturno). ...

Dios personal e impersonal: Como en Occidente la palabra Dios, en el sentido usual, designa una Persona, hombres cuya atención, fe y amor se dirigen casi exclusivamente al aspecto impersonal de Dios pueden creerse y decirse ateos, aunque el amor sobrenatural habite en su alma. Se salvarán seguramente. Y más adelante: Los que poseen perfectamente esas dos virtudes (amor al prójimo y aceptación del orden del mundo), aun si viven y mueren ateos, son santos.
¡Qué saludable ausencia de dogma y fana, tismo! ...

Suma y sigue: Antes del cristianismo, un número indeterminado de hombres, dentro y fuera de Israel, fueron quizá tan lejos como los santos cristianos en el amor y conocimiento de Dios. Lo mismo, después de Cristo, para la porción de la humanidad situada fuera de la Iglesia católica (infieles, herejes, incrédulos). Y, aun con mayor generalidad, es dudoso que haya habido después de Cristo más amor y conocimiento de Dios en la cristiandad que en ciertos países no cristianos, tales como la India. ...

Fin del comentario. (Citatorio más bien). ...




El Mercurio Enero 2001.

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