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“Violines de invierno”
Poesía para tiempos de dictadura
Elba Abello, Editorial Mataquito, 2da. Edición, Curicó, 2025.

“Los dos guerreros más importantes son la paciencia y el tiempo.”
León Tolstoi.


Por Bernardo González Koppmann

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Considero de la mayor importancia para la literatura maulina la reedición de “Violines de invierno”, después de 40 años de su primera publicación, donde la poeta y profesora Elba Abello Orellana (Curicó, 1958) nos describe y canta —desde una mirada de mujer lúcida, valiente y comprometida— las duras experiencias vividas durante la opresión de la dictadura cívico-militar ejecutada por Pinochet. Al releer esta poesía se provoca inmediatamente la necesaria analogía o paralelismo con la historia reciente, dado que la ultraderecha se ha rearticulado en sus estrategias y prácticas nazis llegando al poder en varios países del orbe occidental, entre ellos nosotros, y comprobamos que hemos retrocedido de frentón a la barbarie o ley de la selva. He ahí el valor de esta poesía, su vigencia, así pase el tiempo inexorablemente; ella —la belleza— estará atenta y vigilante por los siglos de los siglos vinculándonos a lo esencial, lo fundamental, lo trascendente de la dignidad humana que yace en el alma y la consciencia de todo hombre y toda mujer, en cualquier lugar del mundo. Sucede que este auge de la violencia política fundamentalista se da justo cuando el neoliberalismo entra en una crisis terminal y se acercan desde Oriente los jinetes del Apocalipsis.

 

Elba Abello

En un país de papel, como el nuestro, inventado por noticias falsas a imagen y semejanza de un supermercado exhibido profusamente por la caja idiota —estoy pensando en el periodista Rodrigo Sepúlveda, Sepu, de Megavisión, aunque los ejemplos sobran— donde se normaliza el neofascismo posmoderno y se olvidan y tachan los márgenes civilizatorios más elementales; donde el símbolo de los nuevos tiempos es una motosierra; donde se manipula la opinión de las masas trabajólicas atemorizadas por fantasmas —léase religiones, ideologías, cosmovisiones originarias— más buenos que el pan; donde la educación pública se jibariza, tanto en su financiamiento como en su currículum, eliminando contenidos fundamentales para una formación integral —léase artes, filosofía, historia y educación cívica—; donde el contexto planetario da señales de un cambio de eje hegemónico, transformándose los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, más nuevos miembros como Irán y Arabia Saudita) en potencias irrebatibles del nuevo orden mundial, con un crecimiento macroeconómico espectacular. Y es en este escenario, precisamente, en el cual gana la última elección presidencial, aquí en Chile, José Antonio Kast, un candidato con antepasados nazi, admirador del general golpista y enemigo acérrimo del progresismo, el feminismo, los pueblos indígenas, las diversidades y todo lo que haga ruido a un moralismo ultramontano alejado visceralmente de la doctrina social de la Iglesia, además, declarado admirador, socio y cómplice de Milei, quién muy suelto de cuerpo ofendió al papa Francisco tratándolo de “imbécil y representante del maligno en la tierra”.

Bueno, ante este oscuro panorama la poeta Elba Abello audazmente reedita “Violines de invierno”, un libro de poemas publicado en su primera versión en 1985, en plena “dictadura liberal”, oxímoron perfecto por donde se le mire, financiada por USA y los grandes empresarios criollos, instigada, insisto, por la misma ultraderecha que hoy calza y viste, regresando al poder a través de la vía electoral sin haber hecho el más mínimo atisbo de mea culpa por todos sus crímenes de lesa humanidad cometidos desde hace 50 años a la fecha.

Las generaciones pasan, la poesía queda. Al releer “Violines de invierno” volvemos a percibir las espeluznantes sensaciones que vivimos en carne propia es esa época de terrorismo de Estado, que tantos traumas dejó en nuestros compatriotas per secula seculorom. El libro lo componen 27 poemas, donde la hablante asume una voz de denuncia desde el mismo 11 de septiembre de 1973 hasta las horas previas al retorno a una democracia dirigida. El lenguaje es directo, sencillo, cotidiano, no exento de imágenes bien logradas, donde se observa un certero manejo del lenguaje, como fiel representante de la Generación del Roneo o NN. El leitmotiv, por supuesto, es la barbarie de las fuerzas armadas de Chile, azuzadas por intereses empresariales e imperialistas, en el marco de la guerra fría, donde destituyen a sangre y fuego el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el presidente mártir Salvador Allende, valorado y reconocido como demócrata consecuente en toda la faz de la tierra, y construyen sobre sus ruinas —que nunca dejaron de doler— un modelo mercantil, autoritario y posmoderno sustentado por un neoliberalismo a ultranza que, actualmente, vive una crisis terminal ante el asombroso desarrollo de las potencias del este y sudoeste asiático.

“Fue un amanecer / de violines de invierno. // El viento traía / una huella de sangre / en su mirada inquietante” p. 9. Con estos versos del poema “Primer acorde del amanecer” la poeta da inicio a una travesía literaria por la cruenta realidad a la que nos sometió la tiranía, introspección emotiva que irá revelando diversos tópicos de la tragedia, página tras página. Así irán apareciendo como en un álbum títulos reveladores de una civilidad que se cae a pedazos, a saber, “Bombardeo a La Moneda” (“La arquitectura del horror / se alzó / como un oscuro monumento”) p. 14; “Código del terror” (“Las niñas / tuvimos que alargar las faldas / y hacernos viejas de improviso”) p. 15; “Toque de queda” (“Un silencio de perro agazapado, / un silencio que gruñe sin voz, / un filo tenso, / se percibía”) p.17; “Allanamiento” (“Dejaban una casa convulsionada / agonizando en el terror”) p. 19; “Estadio Nacional” (“Sobre las graderías / el aliento frío de la muerte / rozó los labios ensangrentados / de tantos detenidos”) p.20; “Helicóptero” (“Tapado con una capucha negra / bajaba el Judas servil / para señalar a los elegidos”)p.21;“Las joyas”(“Las esposas, con el oro del pueblo al cuello, / alzaban copas / sobre las cenizas de la patria”) p.25;“Apagón cultural” (“Los libros / cerraron sus pupilas / de papel // Las artes / enmudecidas / por el estruendo seco / del fusil, / sostuvieron el vuelo de sobrevivencia / a duras penas”) p. 27; “Infiltrado” (“Siempre había un infiltrado / por ahí, / merodeando / como serpiente venenosa”)p. 31; “Degollados” (“La sangre / reptó zigzagueante / cual culebrilla lánguida / por la losa fría / de un país / horrorizado”) p. 33; “Torturado” (“Sobrevivió / con los huesos hecho trizas / y, aun así, / el alma le brillaba / como una luciérnaga en la noche más cruel”) p. 40; “Secretos del océano” (“Enredados entre los brazos de las algas / cadáveres envueltos en sacos, / empaquetados, / pegados a rieles, / reposan, mudos e indefensos, / en un refugio de agua / que jamás presintieron”) p. 41; “Memoria” (“Ellos / quieren ser encontrados / Ellos desean desatar / las siniestras amarras / del código que teje el silencio // Romper los muros de sombra / donde el miedo se esconde // Descansar en paz / con sus nombres tatuados / en la memoria del viento // Eso quieren”) p. 44, y “El cuervo” (“Lunas muertas / cuelgan de su pecho // Pronto caerá / y el repudio será su único alfabeto”) p. 45. Poesía que deja mudo. ¿Cómo olvidar? ¿Cómo perdonar si nunca se arrepintieron, si mataron el alma de Chile, tal cual lo expresara proféticamente el Cardenal Raúl Silva Henríquez en el Te Deum del 18 de septiembre de 1973?

Elba Abello ha escrito un libro imprescindible sobre el período más negro de la historia de Chile, que, lamentablemente, según todos los pronósticos, se puede volver a repetir. Aún conmovido por la relectura de “Violines de invierno”, tengo la certeza que el río Mataquito de la región del Maule seguirá dando a Chile voces de la envergadura de Pablo de Rokha, Alejandro Gutiérrez, Augusto Santelices, Isabel Gómez, Rodolfo de los Reyes o Joaquín Rebolledo, quienes no han dejado de crear esa belleza que viene del fondo de la tierra, de las canteras del pueblo, de las catacumbas, porque la poesía es eterna y las dictaduras disfrazadas de demócratas, republicanas o libertarias no pasarán de ser fugaces, insustanciales, inhumanas, salvajes, y rodarán como todo mal recuerdo al fondo del abismo de los tiempos. Como dijera Patricio Manns, “la derrota es siempre breve”. Así sea.

Talca, 21 diciembre 2025.




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