Oscar Bustamante

 
 

 

 

Explicación de todos mis tropiezos

(texto escogido)

 

Desde la pensión

No sé como empezar esta carta, primo. Es sumamente embarazoso solicitarte que vengas a rescatarme de este antro maloliente, aunque rescatar no es del todo la palabra adecuada, porque yo podría retirarme de esta pocilga sin que tú tengas que venir a mediar. Bastaría con un documento que lleve mi firma para que en condiciones normales yo abandone este lugar como corresponde a un caballero, pero desgraciadamente estoy sometido a la humillación de una notificación de carabineros por lo que esta madame estima que le adeudo... Es una barbaridad, por eso estas líneas destilan desánimo.
..... Comprendo que cada cual tiene sus problemas, pero se trata de una situación extrema, end of the road, primo. Te explico. Mira, esta madame, mejor dicho, esta mujer ordinaria me ha echado de su casa, de esta porquería. Alega que consumo demasiada agua caliente. Y, ¿qué quiere, que no me bañe? Que utilizo mucho el teléfono, ¡fíjate! Supondrá que todos tenemos que ser como ella, desconectados del mundo. Que como mucha mantequilla, y, ¿mantequilla llama a esa porquería? En fin, una serie de nimiedades que me impiden concentrarme en los asuntos que verdaderamente interesan: leer, escribir, conversar. Primo, he decidido que no puedo pasarme la vida lidiando contra personajes insignificantes que gastan el día persiguiéndote por asuntos menores y como no estoy para desagrados, simplemente preparo mis bártulos y me voy. Ya le comuniqué que no permanecería ni un día más en su chiquero, pero como te explicaba, resulta que ella me impide retirar mis cosas si no cancelo lo que adeudo. Francisco, mi eterna ingenuidad. Vas a creer que firmé un documento en el que me comprometo a cancelar por adelantado durante los cinco primeros días del mes y si me atraso, abonar intereses, aparte de hacerme cargo de desperfectos en las instalaciones, si las hubiese. Y claro, ¿cómo no va a haberlas en un vejestorio como éste? ¿Te das cuenta? En resumen, adeudo dos meses y un "califont" del tiempo de los dinosaurios que se fundió justo cuando estaba bañándome. Y no es mucho, si le sacas punta al lápiz, pero comprenderás que mi situación, por razones que los dos conocemos, es sumamente precaria, aparte que no quiero perder mis otras cositas, la máquina de escribir, por ejemplo. ¿Con qué voy a escribirte? Ni la lámpara a gas y la cocinilla. ¿La recuerdas? Plegable y compacta. Aquí la tengo guardada. Yo a la cordillera no subo sin ella, aunque a la cordillera no subo desde hace casi diez años.
..... Los zapatos no me importan tanto, salvo los que me regalaste hace cosa de un par de años. Los ingleses, que entre paréntesis están impecables. Pasta importada todos los días y te diré que no fue fácil dar con esa pasta. Finalmente encontré una caja en un supermercado del barrio alto. Y el terno Harris Tweed que me prestaste el año pasado para presentarme como corresponde a un gentleman a la entrevista con tu amigo empresario de las telecomunicaciones, también tengo que rescatarlo. Es mi tenida de invierno preferida. Vieras cómo lo cuido. Lo saco al sol cada cierto tiempo para defenderlo de las polillas y la humedad. Aquí está, en el lugar preferencial del ropero. Qué corte, primo, y cómo me cae. Un "artículo" muy difícil de reponer, como tú sabes.

No he podido encontrar trabajo. Trabajos hay, pero trabajos que te puedan interesar, esos obviamente escasean. Primo, siempre hay tropiezos, pero sobre todo tipos envidiosos que al verte en desgracia te cierran la puerta en las narices. Me imagino que se dan cuenta de que están frente a un individuo de nivel. Es que la mirada influye. Nuestra mirada es severa, primo. La estatura también los debe impresionar, y que hables dos idiomas y que te defiendas con un tercero -el francés- tiene que inquietarlos. No les debe caber en la cabeza que un caballero como nosotros venga a solicitarles trabajo y que no sea dueño de una empresa parecida a la de ellos, y no te vas a poner a explicarles cuál ha sido el derrotero de tu vida... Te ven y de inmediato puedes oler la desconfianza. Francisco, es desmoralizante perder el tiempo haciendo antesala a fulanos que se regocijan de tu precariedad. Observar la pequeñez humana es terrible. Cuesta sobreponerse, y entonces dices: Voy a olvidar lo insignificante, voy a concentrarme en mis quehaceres, en la literatura, la filosofía, en inquietudes superiores, pero el fragor de la vida invariablemente termina postergándolas y te encuentras de pronto mirando por sobre tu hombro los años malgastados.
..... Desde que volví de California que he andado como picaflor, gastando el tiempo en tonteras, acumulando experiencias dolorosas que ahora me pesan sobra las espaldas. Cada día me cuesta más ponerme una coraza frente a lo cotidiano, y aquí, en este anfiteatro de lo intrascendente y rodeado de gentuza, se me hace aún más difícil. Figúrate que te estoy molestando para que me alivies con algo de dinero. ¿Y a quién más puedo recurrir sino a ti? Discúlpame, Francisco, pero necesito un lugar digno donde pueda retomar el hilo de mis cosas y donde me sienta más correspondido en lo social. Es que aquí la ralea de gente es de bajísimo estrato. Muy bajo, comenzando por la regenta, especie rarísima de cabrona mojigata, que anda apagando la tele y las luces a las nueve de la noche, husmeando en las habitaciones para ver si alguien introdujo compañía a la pieza y llamándote la atención si haces ruido. ¿Qué tiene ella para andar de madre superiora? Es un desagrado que nada lo puede compensar, aparte que tiene a todos los pensionistas en un estado de nervios trizados. Y a mí que no me venga con lecciones de moral porque tiene tejado de vidrio. Tiene un mino. Un tipo de mirada de soslayo y peluca que le queda como bacinica. Así de burda. El tipejo amanece con una bata de levantarse china, imitación, naturalmente. Una porquería de plástico granate. Horrorosa. Llega los viernes y se va el domingo después de la siesta, siempre con un tabloide bajo el brazo, y, ¿por qué será que los cafiches leen diarios vespertinos? Siempre me ha llamado la atención. Anda a saber tú qué hacen esos dos en la pieza durante días completos. Es gente ya mayor, digamos setenta años. No le encuentro gracia.
..... El resto de mis vecinos es gente sumamente modesta, aunque me hice de un amigo que arrienda la habitación contigua. Buena persona, prescindiendo de sus defectos, hablador de más y algo pegajoso, pero nos hacemos compañía. Vendedor de libros de medicina, casado y con hijos ya mayores que se enamoró de una liceana hija de un vecino por la que dejío todo botado, y como le gusta repetir: "Compadre. La cabra me desordenó completamente el escritorio. Le daba un carajo que yo tuviera cuarenta años y tres cabros grandes. Me decía, Jesús -entre paréntesis qué nombrecito- ponte las pilas y echémosle para adelante hasta donde dé el carrete... Y le di. Le di con todo. Nos fuimos una semana a Temuco. Termas de Antumalal, compadre. Endeudado hasta la mierda, pero renaciendo. Renaciendo, compadre..."
..... Pero no se logró reponer de sus cargos de conciencia y se quedó sin pan ni pedazo. La liceana un buen día desapareció sin más prolegómenos que una nota en la almohada que decía: "Huevón. No atinaste. Chao..." Ahora no tiene casa donde llegar, los hijos lo miran con odio, para qué decir su mujer, a la que dice que sigue queriendo a pesar de su mala leche... "Puta, compadre, ¡Sabes lo que es ver a tu mujer pariendo y sacándose la cresta por tus críos y por vos desde las seis de la mañana hasta que dan las doce de la noche...?"
..... La liceana perdió el aliento inicial con tanto remordimiento y Jesús no la culpa. "No era problema de falta de "miembro", compadre. Por ahí no falló la relación. Es que ella se dio cuenta de que yo no estaba a fondo. Mucho lastre, compadre. Hijos, mujer. Dolor, compadre... Por ahí cagó el asunto..."
..... Con Jesús arreglamos el mundo según sea el "mosto" que haya sobre la mesa, aunque no se parezca ni remotamente al que tú pones sobre la tuya. Qué quieres que te diga, Franciso, echo de menos los almuerzos en tu casa, esas horas bien conversadas, bien regadas también. Otros tiempos, ¿no es verdad? Si es un hecho que todo el tiempo pasado fue mejor. Perdona mi sentimentalismo. Es que estamos pasando por un momento difícil, y digo estamos, porque te darás cuenta de que Jesús está en las mismas que yo. Parece que su mujer ahora tiene otro fulano. Un golpe terrible. Claro que en estricto rigor a mí Carolina no me dejó por otro hombre. Tú sabes que lo nuestro fue convenido.
..... Asunto de incompatibilidades, obviamente, pero por sobre todo hay que palpar al sino de estos tiempos en que no hay sacrificio por nada. Hoy en día nadie está dispuesto a dar la batalla por los principios fundamentales. Si es una cueca la vida, y por eso con Jesús vamos aquí cerca, a un boliche bastante simpático a tomarnos unos tragos y a poner las cosas en orden. Te vas a reír, pero unos tragullos no le hacen mal a nadie. Es la vieja intrusa la que hace cuestión de nimiedades, y de torcida que es, amenazándonos cada vez que salimos, y repitiendo: "No quiero borrachos en mi casa. Ya lo saben. Está escrito en el contrato. Ustedes lo firmaron..." Pero a mí que no me venga con arbitrariedades porque la he visto pasada. Fétida, con la lengua tiesa y a los tropezones.
..... No discuto que en alguna ocasión a Jesús se le ha pasado la mano. Tengo que reconocer que antenoche alborotó la pensión. El pobre se vino escalera abajo, haciendo bastante ruido, aparte de los improperios, y cuando se asomó la fulana, acompañada de su amante de peluca -medio atravesada la tenía- y comenzó a increparlo, Jesús muy circunspecto y abriéndose el marrueco le dijo que no veía que tenía de malo bajar al baño a echar "una corta", a lo que la madame indignada le respondió que ya estaba hasta la coronilla de roteques borrachos y que esa era la última noche en su establecimiento. Jesús como respuesta le hizo una venia ceremoniosa y lanzó un eructo que quedó flotando en el pasillo. En seguida siguió rumbo al baño afanándose el marrueco.
..... Primo, estos altercados son habituales y a la mañana siguiente, luego de algunas miradas severas y una que otra escaramuza verbal, los ánimos suelen calmarse. Pero esta vez la vieja andaba con sangre en el ojo del anterior encontrón en que Jesús hizo alusión a su condición social, recalcándole que era una siútica y que ese alcance de apellidos con un presidente de comienzos de siglo era una coincidencia lamentable. "...No me venga a tirar encima el apellido. Me da igual que su abuelo haya sido presidente de la república -cosa que dudo- que comerciante en chicha. Evítese todas esas mentiras conmigo, mire que no tengo tiempo para huevadas..." Ahí la vieja comenzó a chillar y a pegarle con el paraguas. Tuve que intervenir para que se calmara: "Cálmese usted, madame. Deje vivir a la gente... Hasta cuándo nos persigue..."
..... Fue para peor y pagué los platos rotos. Me trató de sinvergüenza y comenzó a sacarme en cara lo que le adeudo, pero yo, muy calmado -no me iba a rebajar- le repetí que no se preocupara, que soy un caballero y que a más tardar la próxima semana tendría su dinero. Muy calmado, te insisto, pero la estúpida fuera de sí se atrevió a decir cosas hirientes que no vale la pena repetir y a amenazarme con los carabineros y que al día siguiente, a primera hora, sacara mis pilchas de su casa, previo cancelarle lo adeudado. ¿Entendido?, gritaba. Entonces fue que le dije un par de verdades, total ya el asunto no tenía arreglo y había que sacarle provecho a la circunstancia. Eso fue la semana pasada. De entonces que la fulana me hace la vida imposible y cada vez que me topo con ella me insiste: "Y, bueno. ¿Qué está esperando para cancelarme? ¿No tiene modales, acaso? A mí me enseñaron que las deudas tienen que cancelarse..."
..... Es una situación muy incómoda, Francisco.

 

 

..... Escrito en género epistolar este libro no es más ni menos que una fina y tragicómica carta donde el protagonista explica a su primo Francisco -su exacto alter ego- "todos sus tropiezos".
..... Carlos es un perdedor que transita por un mundo fantasioso en el que siempre hay una puerta falsa que puede conducirlo al paraíso perdido. Frente a él, Francisco, su primo solvente y exitoso "ha sabido navegar" en ese mismo mundo que a él lo ha expulsado a una pensión barata o a un ring final en la selva amazónica. El destinatario de las cartaas está en el pináculo inmóvil de la normalidad. Y es ante este ser que se justifica y redime finalmente en su relato.
.... Explicación de todos mis tropiezos es una magistral alegoría del racaso y de éxito, a la vez que un retrato que nos atrapa y transmite toda la universalidad de a tragedia y el heroísmo del hombre que no puede sustraerse a su destino.

 



Explicación de todos mis tropiezos
Editorial Sudamericana,
1998. 189 págs.

 




 
 

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letras.s5.com , proyecto patrimonio, OSCAR BUSTAMANTE: Explicación de todos mis tropiezos. (Novela) Editorial Sudamericana. 1998. 189 págs. (Texto escogido).

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