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César Ángeles L. | Autores |


 

Los años 90, el mar infinito, los círculos concéntricos(1)
A propósito de una antología de poesía peruana de los noventa


Por César Ángeles L.

Alicia empezó a sentirse algo inquieta; es verdad que aún no había tenido un altercado con
la Reina, pero de sobra sabía que le iba a suceder de un momento a otro. 'Y entonces', pensó,
'¿qué va a ser de mí? ¡Aquí lo arreglan todo cortando cabezas!
¡Lo que me maravilla es que aún quede alguien vivo!'

(de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas", de Lewis Carroll)

 

Invierno en esta ciudad. Se da un acto colectivo de poesía, música, perfomance teatral. Moscú está cerca, pienso (luego de un tiempo sería mera realidad). Entro, veo, bebo, converso, veo algo más, me canso, salgo. Todos, la mayoría jóvenes entre 20 y 30, salen, conversan en la entrada. Un joven delgado de mirada inquieta se me acerca, pronuncia mi nombre, me obsequia una plaqueta suya, yo soy Rimbaud, lee esto (pero en la Ciudad de los Reyes, pienso), me dice. Las bombas continúan explotando, muchos corren, algunos huyen, otros atacan, otros acusan y aguardan su recompensa.

Es mi entrada a la década y a la poesía de los 90. Otros actos, otras lecturas, otras perfomances. Esos años estuvieron marcados por el ave fénix y las gárgolas se posaron en nuestras páginas. Una esfinge fingía indiferencia estacionada al lado de un tranvía imposible. Cientos de jóvenes pensaron que era un oráculo y entablaron diálogo con ella, para encontrar medias verdades o verdades a secas, o quién sabe si para descubrir nuevas preguntas.

Pero la poesía que se empezó a publicar en los 90 tenía el sello de la abstracción. Al menos en lo que me parecía más dominante y llamativo. Tendencia al abstracto (otra vez), escribí en un ensayo tempranero sobre estos colegas: algunos jóvenes amigos o jóvenes enemigos, con los que recién pasados los ardidos años 80 empecé a codearme, empecé a conocerlos y leerlos. La verdad, de todo ello fue poco lo que me emocionó y dijera algo memorable; salvo las excepciones de siempre.

Así las cosas y a meses del autogolpe del fujimorato, desde el Estado, me fui a otro planeta (pasando por Moscú en invierno y con gatos), y casi perdí de vista a esta nueva promoción que, como con acierto recuerda el poeta Luis Fernando Chueca, creció bajo la égida del autoritarismo extremo, el implacable neoliberalismo en su estrenada etapa finisecular, seudo o malamente global, y bajo la aparente cancelación de ciertas uthopías y banderas. O quizá sea que a muchos de aquel período -poetas incluidos- les faltó raíces con el entorno nacional e internacional, y comprobar las mil y un batallas que los pueblos seguían librando contra las formas del poder y sus abusivas instituciones. Como sea, cierta apatía respecto de los referentes de la realidad concreta se instaló y buena parte de la poesía hecha en el Perú durante los 90 se reclinó hacia zonas y dicciones más intimistas. El aludido ensayo que al respecto publiqué en la revista electrónica Ciberayllu(2), en el 2000, así como el inteligente trabajo panorámico de Lucho Chueca publicado al año siguiente, en la revista Lienzo(3), dicen más orgánicamente esto que aquí voy dibujando de forma libre en palabras.

Y henos en esta hora, a mediados de otra década (¿cómo llamaremos a esta 'generación' de escritores novísimos: la 'generación del 001'?), cuando dos jóvenes escritores, siguiendo la senda de algunos coetáneos míos del 80(4) se deciden a lanzar al mar una selección de poetas de su promoción(5) hecha por ellos mismos, así como redactan un prólogo a cuatro manos -entre Enrique Bernales y Carlos Villacorta- que ofrece algunos conceptos y criterios útiles para entrar en estos lenguajes poéticos aquí antologados, correspondientes a once poetas de la última década(6). Ese prólogo tiene una tesis provocadora y precisable: que los poetas del 90 son 'la generación de la violencia', de la 'guerra civil' de los años 80 y comienzos de los 90. Habría que ver de qué manera crecieron y reaccionaron, o no, al intenso proceso histórico de aquellos años los nuevos escritores y poetas, para comprobar de qué manera activa, pasiva o indiferente son hijos de esa guerra. Por mi lado, no estoy seguro de que todos estos poetas o muchos del 90 sean de igual modo parte de ´una sociedad desangrada´, como dice el prólogo. Quizá ni hayan sido muy conscientes de ello. Pero es cierto también que los buenos escritores y creadores, ineludiblemente, de un modo u otro, recrean sus experiencias vitales mediante su lenguaje y de este modo expresan el tiempo que les tocó vivir. También debe ser cierto que, como sugiere el estudio de Luis Fernando, haga falta aguzar la mirada crítica para desentrañar las diversas formas en que esta poesía, hecha en los 90, respondió al panorama de violencia política y social en que sus autores y autoras nacieron, crecieron, y del cual algunos ya partieron.

Enrique Bernales, con quien me une un aprecio mediado por la distancia (él mora en Boston, yo en una sudamericana ciudad de pescadores), me propuso presentar este libro que literalmente armó, y publicó, con Carlos Villacorta -a quien también conozco-; algo que acepté halagado aunque con un poco de incertidumbre porque, como ya habrán advertido, no me considero un experto conocedor ni degustador de la poesía de esta última década, aun reconociendo mis diversos vínculos con varios de quienes pertenecen a ella. Pero Enrique Bernales también me propuso debatir algunos conceptos del mencionado prólogo. Ya que presentar una antología de poesía es siempre complicado, por la variedad de propuestas allí contenida, no haré ahora eso porque podría fatigarlos. Creo que esta noche sería mejor que cada cual adquiera este libro, que ha sido editado pulcramente en una relativamente joven editorial mexicana (lo que colabora para un vuelo latinoamericano de este volumen), y saque sus propias conclusiones. Sin embargo, y ya que una vez Kike Bernales me dijo, con un par de chilcanos encima, que yo también era un 'inmanencia' (es decir, supuesto miembro del colectivo que formó hace años en la Universidad Católica, a lo que refuté diciéndole que yo me sentía parte del equipo de Amauta ), ya que me dijo eso, decía, no quise faltar a esta cita y ofrecer esta suerte de testimonio, afecto y rápidas visiones.

Creo que en esta antología no sobra nadie, aunque quizás falten algunos: cosa de discutir. Y creo que de todo ese panorama me atrapan y conmueven más las propuestas que contienen mayor honestidad y que son avezadas en el lenguaje, donde cierto ensimismamiento o narcisimo -que, como dije, me llamó la atención a comienzos de los 90 - se ven transgredidos por un sentimiento y posición antiburgueses, lo que incluye la ironía, el humor y la confrontación de fondo.

Dejo flotando una pregunta: ¿hacer y publicar esta antología es síntoma de qué? Dice el profesor Abelardo Oquendo que es culpa de que José Carlos Yrigoyen haya dicho que todo está mal o no existe en la última poesía hecha en el Perú. Eso de seguro es una exageración. Pero ¿por qué, para qué y, sobre todo, para quién se hacen libros como éste que hoy presentamos al pie de un barranco post egureniano? Me pregunto y nos pregunto esto. Alguna idea tengo al respecto, pero la dejo flotando para luego, si cabe.

Queden aquí estas palabras para saludar la presencia de esta primera antología seria sobre una promoción que tiene algunos integrantes con quienes me ha unido y une diversos vínculos como lector, así como de colaboración y personales: de los entrañables, de la risa, del humor, de las coincidencias y revelaciones... por todo lo cual rindo gratitud y homenaje en esta noche de verano, magia, poesía y celebración. En Sarita Colonia, amén.

 

 

NOTAS

(1) El presente texto es una versión corregida, y algo aumentada, del que leí en la presentación de la antología Los relojes se han roto/ Antología de poesía peruana de los noventa (ediciones Arlequín; México, 2005) el lunes 6 de marzo del 2006, en el bar Mochileros, Barranco (Lima-Perú).

(2) Ver: http://www.andes.missouri.edu/andes/Especiales/calnoventa/cal_noventa1.html

(3) Ver: http://www.letras.s5.com/lp160105.htm

(4) En mayor medida que en los 60 y 70, las últimas dos décadas han visto aparecer simultáneamente escritores que, a la vez que daban a luz su obra creativo-literaria, ejercían el oficio crítico de diverso modo, lo cual también ha posibilitado generar antologías como la que aquí se comenta.

(5) Como en varios casos semejantes, es posible que el membrete 'antología de poesía peruana' (¿o hecha en el Perú, sería mejor decir?) exprese más un deseo antes que corresponder a una realidad, ya que se trata de una selección de autores que son en su mayoría de Lima, que publican poesía escrita y en castellano, todo lo cual no necesariamente representa todo un complejo país como el Perú, con heterogéneas tradiciones literarias que conviven conflictivamente.

(6) Una parte de dicho prólogo puede leerse en la siguiente dirección, que es la página web del propio Bernales: http://lafiestadelfauno.blogspot.com/2005/12/los-relojes-se-han-roto.html

(7) Revista de "doctrina, arte, literatura y polémica" fundada por José Carlos Mariátegui: una de las mejores del siglo XX, y esencial en el camino del socialismo en el Perú y América Latina.

(8) A propósito, una manifestación más reciente de este fenómeno se halla en buena parte de los web logs -incluso de creadores que recién empiezan a pergeñar sus primeras composiciones- que han surgido estos años (no sólo) entre nosotros, algunos de los cuales -de seguro, los peores- dan espacio a opiniones anónimas y donde no pocas veces es evidente la basurización a que puede llegarse en este tipo de ¿comunicación?

 

 

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