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"Delirium Tremens" de Ricardo Herrera
Ediciones Casa de Barro 2001

Por Cristián Cruz
El Valle de San Felipe, martes 29 de abril de 2003

 

 

 

 

Aquí Ricardo Herrera (Temuco 1969 ) , otro visionario de un tiempo, otro relator de la decadencia del mundo. Un "Delirium" para rasgarse las venas mientras de la boca aparecen como manadas las elucubraciones sobre el hecho de escribir, oficio doloroso, imposible de sacárselo de encima.

Una sombra, una jarra de vino, un amor doloroso son estos versos, es por ello el poderío de estos, la fuerza con que rompen el esquema del transeúnte cotidiano, aquel ser indefenso al cual se puede despedazar con un poema, o bien, hacerlo florecer.

En "Delirium Tremens" se desencadenan dos particularidades en un mismo poema; la de la belleza y la ternura y la del sarcasmo y la sangre corriendo. Esto convierte el texto en algo delicado y manoseado, como si algo de frescura y de tedio argumentara la poética del autor, trasladándose desde los abismos a los prados natales.

Ricardo Herrera, hijo del pintor Arsenio Herrera, pareciera ocupar los elementos de la pintura para retratar muchos de los textos del libro, no es raro entonces encontrarnos con un capítulo del libro llamado" Nosotros Pintamos la Nada" pero en la poesía nada es raro, incluso la nada, aquella hermana que nos acompaña y se toma su lugar, como si fuéramos aún camino del colegio y no pudiéramos siquiera apartarnos un poco de ese camino.

Poemas como "Leonel Rugama" o "La Internacional" merecen toda nuestra atención, pues a pesar del tema abordado, jamás el autor cae en ese estado panfletario, si no que al contrario, es donde utiliza de mejor forma la maestría del buen poema ,del lenguaje certero y profundo "Rugama murió para que los pobres/ pudieran leer y comer y dar/ y no existiera un puñado de ricos/ que se lo llevan todo/ y los pobres pudieran ir al cine/ y perder el tiempo toda la tarde". O en estos versos ávidos de nostalgia "Restos de infancia como restos de fiesta: despojos y harapos/ que reclaman brazos y cuello, abrigar el alma", códigos buscadores, rastreadores de un tiempo quizás maravilloso, pero sucumbido en el aleteo del pasado.

Heredero del magistral Huidobro, manejador inconfundible de la poesía en su estado más auroral, Ricardo Herrera es uno de esos poetas que se extrañan, de esos poetas agudos y eruditos, que al contrario de lo que se cree, nos muestra en su libro las claves y caminos para acercarnos sin las manos arriba al secreto mundo de la poesía, al espacio hecho añicos de la realidad.


Naturaleza muerta con cabeza de pescado
Desde el cielo pueden ver una tela inmensa sobre la playa
un plástico quizás que tiene pintado una naturaleza muerta :
son dos pescados podridos llenos de moscas
/a la orilla de un mar picado.
Pero al arreciar el viento damos en que la tela
/se mueve como oleografía
y el cuadro cambia:
son dos cuerpos sentados y abrazados que miran el mar en
/calma.


 

 

 

 

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"Delirium Tremens" de Ricardo Herrera.
Por Cristián Cruz
El Valle de San Felipe
martes 29 de abril de 2003.