Proyecto Patrimonio - 2006 | index | Carla Cordua | Autores |





Hannah Arendt

Por Carla Cordua
Artes y Letras de El Mercurio, domingo 26 de marzo de 2006




La teoría política de Hannah Arendt está ligada al terrible tiempo que le tocó vivir y a su historia de mujer perseguida que tuvo que rehacer su vida más de una vez en el extranjero, en otra lengua. Procedente de la universidad alemana del primer tercio del siglo XX, un ambiente al que ella pertenecía por derecho propio y en el que esperaba quedarse para siempre, pero del que fue expulsada sin haberlo provocado, tuvo que adaptarse a Nueva York y a los EE.UU. de América, un lugar que sus maestros consideraban el ejemplo extremo de una modernidad perversa. Sus escritos sobre el totalitarismo, la suerte de los judíos en Alemania y en Europa, sobre el sionismo, sobre el mal y la mentira en la política, sus análisis de la república norteamericana y la suerte de los negros en una sociedad democrática que no acababa de entenderse del todo, están asociados a su experiencia personal de la época. Hannah Arendt nunca produjo una teoría política abstracta que flotara por encima de los sucesos que le tocó vivir dolorosamente y contemplar con pasión y lucidez. Sólo algunos aspectos de su experiencia política fueron tratados sistemáticamente: el estado totalitario, el poder político, la revolución, etc.

Siendo persona de gran inteligencia, imaginación y sólido sentido común, hizo filosofía alimentando siempre sus planteamientos con fuertes dosis de información empírica. No le tuvo miedo a mezclar en sus escritos elementos de diversa proveniencia y alcance, productos de métodos distintos: tanto la filosofía impura como la empirie interpretada a la luz de conceptos universales definen su enfoque característico. Se decidió por una modalidad intelectual multidisciplinaria y abierta al suceder contemporáneo mundial, reaccionando sensatamente a una situación que, sin haberlo buscado, la convirtió en la cosmopolita que llegó a ser. Considerando a los estudiantes y al público norteamericanos aplicó a problemas nuevos para ella su capacidad crítica y sus intenciones constructivas. Después de perder el mundo de su educación juvenil, conservó —como ella misma dijo— en primer lugar la lengua alemana. Pero aprendió a escribir y a enseñar en inglés y colaboró con la mejor prensa de los EE.UU. Representó en ésta el rigor intelectual y las altas exigencias académicas europeas. Fue una combinación peculiar de persona con los pies en la tierra, una actitud suya profundamente individual, con la gran imaginación de una lectora y escritora guiada por intereses especulativos, inspirada tanto por grandes artistas como por los problemas humanos de toda especie y época.

Poco se ha destacado el pensamiento moral de Arendt. En contraste con el ruido que hizo "la banalidad del mal" después del juicio de Eichmann, ¿quién se ha fijado en su idea del bien? Cito algunas palabras de una carta suya a un estudiante. "El deseo de ser bueno es una tentación aun más poderosa que el de ser sabio. Pero eso es precisamente lo que no podemos ser. «No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha» es la máxima que gobierna a todo este reino. Usted probablemente conoce la historia del Talmud sobre los 36 justos por los cuales Dios se abstiene de destruir el mundo. Nadie sabe quiénes eran, especialmente ellos mismos. Cualquier tipo de autoconocimien-to resulta absolutamente ruinoso aquí. Si trata de reflexionar, trate de que no sea sobre usted".


 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2006 
A Página Principal
| A Archivo Carla Cordua | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Hannah Arendt.
Por Carla Cordua.
Artes y Letras de El Mercurio, domingo 26 de marzo de 2006.