Oigo al tordo que habla en lugar del mirlo,
otra exégesis de Unidad.
Tumbas que hacen agua
o panales bajo los largueros
de los catres.
La página blanca del ojo
por donde la enredadera sube
convertida en veta o en rayo.
Graderías como patíbulos,
sombras de abejas en lactancia
dentro de relojes.
Plumas que sostienen
la mimética del ala en su señal.
Dos o tres cuartas partes del mundo
iluminadas con una vela.
Voraces marchas,
parajes como pupitres.
Bisontes que corren
con el pelaje incendiado
por la llanura.
Eso que no es lenguaje,
porque no es tiempo
o imaginación.
. . . . . . .. . . . . . ¿Un trono?
Otro sillón roto, a la intemperie,
en el baldío.