Carlos Cerda
 
 



Algo más sobre "Morir en Berlín"

por Carlos Cerda

..... Dos preguntas me han sido formuladas con especial reincidencia -y tanto en Santiago como en Berlín- desde la publicación de mi novela. Una dice: ¿Por qué, si yo había regresado a Chile a mediados del 84, pude escribir "Morir en Berlín" sólo entre el 91 y el 93, es decir, recién algunos años después de la caída del muro? La segunda, relacionada también con esto, dice: ¿Por qué no situó los sucesos de la novela en los días convulsionados por la caída del muro? Trataré una vez más de responderlas.
..... La idea de la novela es muy anterior a la escritura. Ya en Berlín, en 1982, escribí las primeras ciento ochenta páginas de una historia extraña que se me impuso de manera casi indeseada, como la humedad invadiendo mis zapatos, aún cuando me encantara la nieve. Era la historia del sorpresivo y sorprendente amor que encandila a un senador anciano y en un estado terminal, al conocer a una bailarina de veintidós años que llega a vivir, casualmente, el departamento vecino en la llamada "nave de los viudos". Esta muchacha tierna, pálida, herida en el ala por el abandono de su padre, es no sólo la posibilidad de redención para el viejo desterrado, (hay un intencionado parentesco con "El holandés errante" de Wagner) sino también, de alguna manera, ese ángel de la muerte cuyo beso final está acompañado de una revelación atroz, de un reconocimiento que termina con el hombre incluso antes de su último suspiro.
..... Esas ciento ochenta páginas se perdieron en medio de la viscisitudes de un retorno muy ansiado, de modo que esa misma pérdida me hacía rechazar de plano cualquier posibilidad de retomar la escritura para terminar con esa historia. Creo, sin embargo, que la razón principal era un bloqueo muy personal y al mismo tiempo muy político: Yo había vuelto a un país en el que los horrores de la dictadura se habían exacerbado (1984 fue un año duro, de masivas protestas, pero también de represión aguda) y algo me impedía escribir sobre mi visión y mi experiencia del llamado socialismo real. En todo caso, ahora sé que no hubiese podido hacerlo en esos años. Pero las paralelas Berlín-Santiago se precipitaban rápidamente en el deterioro y derrumbe de sus dos dictaduras o al menos en la coincidente desaparición de ambas del mapa político del mundo. Empecé a ver de pronto el efectivo paralelo entre ellas, y esa suerte de esquizofrenia que hacía a muchos condenar por perverso en un sitio lo mismo que aplaudian con fervor o pobre disciplina en el otro. Ahora sé que la novela fue creciendo con la angustia que me producía esta voluntaria y casi masiva renuncia al buen juicio. Empecé a ver seres con dos cabezas y terminé reescribiendo la novela que había dejado hacía diez años, porque en un momento sentí que era la única forma de salvarme de esa amenaza de la sin razón. La segunda pregunta puede contestarse así: Cuando cayó el muro en Berlín, cayó también un muro que había en mi cabeza. Por eso pude escribir nuevamente sobre mi experiencia alemana. Pero haber aprovechado mis doce años berlineses como simple fuente informativa para abordar una historia situada en los días del cambio, hubiese sido no sólo deshonesto y falso, sino también erróneo desde el punto de vista literario, el único que de verdad me interesa. Mal que mal, uno cuenta una atmósfera, ese aire que los personajes respiran, y creo que sólo si esa atmósfera está bien recreada se puede construir la verosimilitud y el dramatismo de un relato. Y no cabe duda que la atmósfera de miedo y desesperanza que también respiré, de capitulación aparejada de esa dosis inevitable de cinismo, nada tenía que ver con la atmósfera social y política que se generó en la víspera del cambio y que determinó el modo y el cuándo de su ocurrencia. Cada hora tiene su afán, su propio sello. Y esto lo presiente el escritor que mira más hacia las convulsiones interiores que hacia la guerrilla externa.
..... Más allá de las peripecias de su origen, quise hacer de "Morir en Berlín" un apasionado alegato por los derechos de la persona y también un cuadro de la triste condición de los millones de seres humanos que hoy viven lejos de lo suyo, en tierra extraña, olvidados ya de vivir, condenados a la penosa lucha por la sobrevivencia, sintiendo que sobrevivir y sobremorir son dos caras de la misma impiedad.

 

en revista Mercado y Publicidad Nº26
mayo junio de 1997

 

 

 
 

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letras.s5.com , proyecto patrimonio, CARLOS CERDA: Algo más sobre "Morir en Berlín",en revista Mercado y Publicidad. Nº 26 mayo junio de 1997.

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