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Entregaron premio La Nación de novela a Carlos Franz


7 de Mayo del 2005


Ante una nutrida presencia de intelectuales, el escritor chileno Carlos Franz
recibió en Buenos Aires la distinción entregada por el diario argentino La Nación
y Editorial Sudamericana por su obra ''El desierto''.

El ganador del Premio Novela de La Nación-Sudamericana 2005, el escritor chileno Carlos Franz, fue anoche, sin lugar a dudas, el principal protagonista de una gran fiesta en la que ganó amigos y conquistó lectores, según la crónica del evento del propio diario que entregó la distinción. "Su derroche de sencillez y humor -apunta la misma- cautivaron al auditorio, en el que coincidieron figuras de la cultura y la literatura argentina".

Al agradecer el premio -que obtuvo con su novela "El desierto"- y recibir una plaqueta y un libro en bronce de manos del subdirector de La Nación, José Claudio Escribano, y de la directora general del Grupo Sudamericana-Mondadori, Gloria Rodrigué, Franz -nacido en Ginebra (Suiza)- recordó anécdotas de su vida que lo vinculan a Buenos Aires desde el amor por una mujer hasta la pasión por la literatura, pues en dicha ciudad fue donde, según dijo, compró sus primeros libros con sus ahorros de niño.

"Yo amo a esta ciudad, asociada al recuerdo de una mujer y a otoños lluviosos. No como Julio Iglesias, que ama a todas las ciudades que visita. En Buenos Aires me enamoré profundamente de una mujer ebria que tosía, mientras caminábamos por Recoleta. Esto deja una huella imborrable", dijo el escritor, quien también rememoró sus años de infancia "en la Argentina de los dorados sesenta".

Le cupo a Gloria Rodrigué abrir el acto para presentar a Carlos Franz y hablar brevemente sobre la novela ganadora del premio, dotado de 60.000 pesos. La editora dijo que un proyecto como el de La Nación y Sudamericana "fomenta la creación y genera una esperanza a tantos escritores que hoy no pueden llegar a ver sus libros publicados", al tiempo que expresó su beneplácito porque la nacionalidad del ganador muestra la amplitud de miras del galardón.

En ausencia del intelectual argentino Tomás Eloy Martínez -integrante del jurado-, el editor del suplemento Cultura del diario, Hugo Beccacece, leyó un texto que el narrador envió desde Alemania. El jurado se integró también con el reconocido escritor mexicano Carlos Fuentes y con el propio Beccacece, que precisó anoche que pocas páginas del original de Franz le bastaron para saber que estaba "ante un posible ganador del premio".

Luego habló Escribano, quien ponderó que "El desierto" es una obra original y que Franz "ha ennoblecido la prosa y el relato al escribir con esmerado acierto".

Entre los intelectuales y representantes del mundo de la cultura se hicieron presentes en un anexo del Hotel Faena, en Puerto Madero, los historiadores Félix Luna, Gregorio Weinberg, Ignacio García Hamilton, María Sáenz Quesada y Mario Pacho O´Donnell; el ganador del Premio Planeta Guillermo Martínez; el reciente ganador del Premio Herralde de Novela, Alan Pauls; la dramaturga e integrante del jurado Griselda Gambaro; y un gran número de escritores locales.

Aventuras de Sandokán

Aunque sabía leer cuando llegó de Chile a los siete años, Carlos Franz confesó: "Fue aquí, en Buenos Aires, donde me enamoré de la lectura". Y evocó el que fue su primer libro -"porque no me lo regalaron, lo compré con mi propio dinero, con mis ahorros de niño de ocho años"-: uno de aventuras de Sandokán. No recordaba la editorial y alguien del público se lo sopló: "Robin Hood".

Lo recordó como "un libro maravilloso". Estaba en un canasto de saldos en la avenida Las Heras. "Lo devoré en dos horas y cuando terminé de leerlo, dije: «Dios mío, hay que comprar todos los libros de la serie». Junté todo el dinero de mi alcancía y partí a comprarlos. Y después no dejé nunca más de leer. Y de allí surgió casi de forma natural el escritor".

A esos recuerdos agregó otros, como el de descubrirse extranjero y distinto. En la escuela, comentó, lo trataban bien, pero le decían "el chileno" o "Patoruzito". Recordó a su maestra de 4° grado, la señorita Maritza. "Era una mujer hermosa, joven, ampulosa, de grandes pechos que provocaron mis primeras fantasías no edípicas a la temprana edad de ocho años".

 


 


Un autor con instinto literario y voz propia

Por Tomás Eloy Martínez

Para LA NACION, 8 de mayo, 2005

Desde que leí "Santiago Cero", hace ya más de diez años, tuve la certeza de que Carlos Franz se convertiría, tarde o temprano, en un autor que no podríamos dejar de leer. En aquella primera novela se advertía un instinto literario seguro y, a la vez, una voz propia. Confirmé esa impresión cuando me tocó ser jurado de un premio al que se presentó Franz con una obra mayor, "El lugar donde estuvo el paraíso", en 1996.

Nunca olvidaré la mañana en que Angeles Mastretta, Mario Benedetti y yo nos reunimos para discutir nuestras impresiones sobre ese libro. Había allí una austeridad narrativa, una eficacia en el tono, una fuerza en la construcción de los personajes y una tensión en la trama que eran la marca de un gran escritor. Franz lograba transmitir los excesos del trópico -la humedad, el peso de las pasiones, los olores estancados- con una mesura y una ambigüedad propias de alguien que está de vuelta, cuando en verdad aquél era uno de sus primeros pasos en el camino de ida.

Todavía Angeles Mastretta y yo hablamos de ese libro como si lo hubiéramos leído ayer, como si en cualquier momento fuera a recomenzar una conversación perpetua con Ana, con Julia, con el Cónsul, personajes que dejan en el lector la huella de una cicatriz.

Quiero celebrar ahora que haya sido Carlos Franz quien ganó el Premio de Novela LA NACION-Sudamericana, después de tantas semanas de lectura en las que los jurados nos referíamos a él como el chileno o la chilena, por el desconcierto del seudónimo, Orlando, y por el desconcierto de la voz femenina, que es también tan vívida, tan creíble en "El lugar donde estuvo el paraíso".

Una vez más, en "El desierto", Franz pone a la desmesura dentro de un cauce de austeridad y ambigüedad. El salitral, los vacíos, cumplen en esta novela mayor la función simbólica que el trópico tenía en su relato de 1996. Una vez más, pero en un tono todavía más alto, más rico, Franz refiere el duelo entre dos visiones inconciliables del mundo: la de la impunidad y el abuso por un lado, la de la supervivencia y el duelo por el otro.

Como en toda gran novela, lo que importa en "El desierto" no es tanto el horizonte histórico o político donde sucede la tragedia -aunque ese horizonte sea determinante, imprescindible-, sino las pasiones que en él se desatan y que corresponden a cualquier época, a cualquier lugar, a la entraña misma de la condición humana. Contar un cataclismo con serena transparencia, hundirse en el huracán de la desgracia sin caer jamás en el barroquismo, son hazañas sólo posibles en las obras que están destinadas a perdurar.

Sé, lo sé desde la primera lectura de esta novela, que "El desierto" de Carlos Franz es una de esas aves, a la vez raras y maravillosas.

 


Cálidos elogios para la novela premiada

Se presentó ayer "El desierto", la obra del escritor chileno Carlos Franz, ganadora del premio LA NACION-Sudamericana de novela

El autor destacó el influjo de la narrativa argentina en su prosa, desde Hernández y Sarmiento hasta Borges y Cortázar
Los miembros del jurado subrayaron su acuerdo unánime


Jorge Rouillon. La Nación, 8 de mayo de 2005

"Estoy un poco abrumado", confesó anoche en la Feria del Libro el ganador del Premio Novela de LA NACION-Sudamericana, el escritor chileno Carlos Franz, premiado por su novela "El desierto".

Hace siete años que publicó su última novela y está más acostumbrado a escribir en su escritorio que a conceder reportajes y ser el centro de atención en fiestas.

El libro premiado fue presentado anoche en un panel en el que Griselda Gambaro, integrante del jurado, fue clarísima en su elogio: admira su novela "sin ningún reparo ni recato en la admiración".

De la pila de novelas finalistas, ésa fue la última que leyó y la atrapó. "Cuando leí las primeras páginas de «El desierto» me di cuenta de que yo no necesitaba ya ir al texto, el texto venía hacia mí y no me dejaba, una página me llevaba a la otra en una especie de estado de gracia de la lectura, provocado por mi intuición de estar frente a una gran novela, intuición que no tardó en transformarse en convicción, seguridad, elección".

Esa conmoción que admitió Gambaro fue parecida a la experiencia que tuvieron los otros miembros del jurado. Hugo Beccacece, jefe del Suplemento Cultura de LA NACION, reconoció que fue "un placer y una revelación" encontrar, entre las 300 novelas originales presentadas, "un texto que crecía en interés, profundidad, hondura, a medida que avanzaba en su lectura".

Luis Chitarroni, también miembro del jurado, consideró a "El desierto" una novela extraordinaria y le agradeció al autor que haya hecho al jurado acordar tan rápidamente. La decisión -los otros miembros eran Carlos Fuentes y Tomás Eloy Martínez- fue unánime.

 

Gracias a la literatura

Franz agradeció a su vez, en especial a la literatura argentina, que considera la gran tradición narrativa del continente latinoamericano e inclusive del idioma español. Repasó libros que han influido en su vida, como el "Martín Fierro" o el "Facundo", que Sarmiento escribió en Coquimbo, Chile. A los 16 años, en el colegio, leyó "Don Segundo Sombra", de Güiraldes. Por supuesto, añadió, Borges y Cortázar, que son "prácticamente un lugar común". Pero dio una vuelta de tuerca a este concepto, entendiéndolo como un sitio, un territorio común, donde se encuentran los escritores del idioma, sean mexicanos, españoles, argentinos o chilenos.

Franz mencionó también a Osvaldo Soriano, Mempo Giardinelli, Ricardo Piglia, Juan Martini, Eduardo Belgrano Rawson, Ana María Shua. De pronto reflexionó: "He leído tanta literatura argentina que pienso que la he leído más que la narrativa chilena". Y comentó su alegría por haber conocido el día anterior a Abelardo Castillo y a Sylvia Iparraguirre.

Reconoció que "El desierto" tuvo seis versiones: "Me detuve en la sexta porque estaba agotado", admitió.

Gambaro le deseó a la obra múltiples lectores. "No por una cuestión de éxito ni para corroborar nuestro juicio, sino porque reconocer y leer una obra notable de la literatura nos hace mejores, más inteligentes, más despiertos, más atentos a nuestra condición".

 

 


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Carlos Franz, Ganador del premio La Nación de novela.
7 de mayo de 2005.