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Carlos Franz habla de su galardonada novela El Desierto
El monstruo de la memoria


Por Ingrid Castro
La Nación, Domingo 20 de marzo de 2005


El martes pasado el autor chileno se adjudicó el Premio Literario más importante de Argentina con su novela El Desierto. Desde Madrid, Franz define la obra ganadora del galardón La Nación-Sudamericana como “una historia dura. De esas que el temperamento light del Chile contemporáneo pasaría gustosamente por alto”.

La vida de Carlos Franz (46), hijo de un diplomático y de una actriz que declamaba a sus hijos en la cocina de la casa, ha estado marcada por los viajes. Hace ya cinco años que salió nuevamente de Chile, primero rumbo a Berlín, luego Londres y ahora Madrid, donde vive desde hace ocho meses.

El Desierto, novela que acaba de ganar el premio más importante de la industria cultural argentina (dotado con 60 mil pesos trasandinos) fue escrita, corregida y reescrita, en movimiento permanente.

Laura, la protagonista, es una mujer que luego de 20 años regresa a su país para reencontrarse con los vestigios de su pasado, “para despertar a los monstruos dormidos de su memoria”.

-¿Crees que también ese es el gran problema de los chilenos, negar sistemáticamente el pasado como una manera de sanar las heridas?
-Mi novela es una invención literaria. No tiene programa ideológico, ni menos mensaje. Pero en ella es cierto que la mayoría de los personajes prefieren por razones distintas, mirar hacia el futuro, olvidar sus propios roles en la experiencia traumática de esa dictadura ficticia. El quid del asunto es que incluso quienes creen que no tienen nada que olvidar, no saben que están negando algo.

-¿Te ayudó en este caso estar lejos de Chile?
-Sí, aunque yo no sabía claramente que eso era lo que estaba buscando cuando me fui. Me encontraba luchando con el embrión de la historia, quería abordar las “esencias” de nuestro conflicto histórico reciente. Y por cierto, me faltaba perspectiva. Fue en Berlín y sobre todo viviendo en Londres, que logré cierto distanciamiento creativo que solucionaba poco a poco algunos nudos ciegos del argumento. Otros siguen ahí, ciegos. Son lo que en la novela se llama “lo indecible”.

MIRARSE EN EL ABISMO

Integrante de los ya míticos talleres literarios de José Donoso, Carlos Franz publicó su primera novela Santiago Cero en 1990. Hubo que esperar seis años para volver a leerlo en El Lugar donde Estuvo el Paraíso y otros cinco para su ensayo La Muralla Enterrada. Esto habla de sus largos procesos de escritura, de su oficio de escritor meticuloso que dedica diez horas diarias a la redacción de sus ficciones y artículos de opinión para diversos medios de España, América Latina e Italia.

Partidario de convencer y seducir a través de la palabra, en estos momentos se encuentra en la fase final de una novela breve, y avanzando un libro de cuentos. “Pero -aunque me apuren- yo no pienso apurarme”, señala con su seriedad característica, quien a principios de mayo vendrá a Chile a presentar El Desierto, un libro que considera “exigente, en algún aspecto difícil. Una historia dura. De esas que el temperamento light e “hiperventilado” del Chile contemporáneo pasaría gustosamente por alto”.

¿Qué importancia le otorgas al premio La Nación-Sudamericana?
-Yo espero que este premio ayude un poco a atraerle lectores al libro. Lectores que piensen que si Carlos Fuentes, por ejemplo, creyó que el texto valía la pena, es que algo bueno debe tener.

-De hecho fue elegida por unanimidad y definida por Hugo Beccacece, editor del suplemento Cultura de La Nación, como una novela de “carácter universal”. ¿Qué componentes piensas que la diferencian de la larga lista de novelas que tratan el tema de la dictadura?
-Difícil contestar tu pregunta sin ser inmodesto. Pero yo creo que hay un cierto enfoque moral, metafísico sobre el argumento, que busca deliberadamente escapar del puro realismo local y proyectarse a lo universal. Por otra parte, la novela es antimaniquea, e incluso políticamente incorrecta: los buenos llevan también un malo dentro. La jueza jovencita que sale de Chile al exilio se convierte en Alemania en una filósofa famosa. Desde esa capacidad ella vuelve veinte años después sobre su pasado. Descubre muchas cosas que ahora logra entender, pero lo más importante son las cosas a las cuales logra asomarse sin entenderlas: aquello sobre lo que no es posible hablar, o bien el abismo que se ve en ella cuando se mira en el abismo.

-Pampa Hundida, el pueblo donde transcurre la historia, ¿crees que se podría agregar a la tradición de las ciudades imaginarias como por ejemplo Santa María, de Juan Carlos Onetti o Macondo, de Gabriel García Márquez?
- Qué más quisiera yo. Construir esa ciudad imaginaria en el desierto fue lo que más trabajo me dio. Que fuera verosímil y al mismo tiempo que fuera un símil. Últimamente he estado escribiendo cuentos que ocurren allí mismo. Y descubro que los personajes siguen habitándola y que sus historias se podrían ramificar indefinidamente. ¿Quién sabe qué ocurrirá?

 

 


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Carlos Franz: El monstruo de la memoria.
El autor habla de su galardonada novela El Desierto.
Por Ingrid Castro
Fuente: La Nación, Domingo 20 de marzo de 2005.